“Mientras más santas, más conversables”, decía Santa Teresa de Ávila refiriéndose a las mociones del espíritu. Para ella era importante tomarlas en cuenta para poder expresarlas con confianza y apertura, así como escuchar a quien habla y valorar altamente a quien expone su interioridad. Grandes obras han nacido de grandes diálogos, la Compañía de Jesús, por ejemplo, y grandes libros se han escrito después de conversaciones entre amigos, diálogos que incluyen muchos acuerdos, pero también disidencias.

Teología de la conversación en el Espíritu1es una exploración interdisciplinar que reúne artículos sobre este tema. Sus autores son académicos de universidades de Canadá, Colombia, Argentina, España, Brasil, Chile y México y sus editores la profesora de Teología de la Universidad Católica de Argentina, Marcela Mazzini y el profesor de Teología de la UC, Fernando Soler.
“El tema de la conversación e incluso algunas praxis latinoamericanas que tienen que ver con la conversación están muy en nuestra tradición teológica”, explicó Mazzini, quien continuó: “Hablar de conversación puede renovar la reflexión teológica desde las raíces desde nuestro contexto latinoamericano. Si nosotros pensamos, por ejemplo, la fuerza que han tenido los círculos bíblicos y las comunidades de base en Latinoamérica, vemos que son dos contextos que están muy cercanos y que uno puede alimentar a otro”.
Este libro recuerda que la oración es un diálogo abierto con Dios, como lo expresan tantos pasajes de las Escrituras, entre ellos el de la mujer Sirofenicia (Mc 7, 24-30), quien le pide con insistencia a Jesús que se compadezca de su hija poseída por un demonio, más allá de las preconcepciones culturales. Además, presenta los ejercicios espirituales ignacianos como un “verdadero manual de conversación espiritual” con Dios y también con los hombres al ofrecer herramientas como la contemplación para alcanzar el amor, la meditación, el examen de conciencia y el discernimiento espiritual, tanto para la vida diaria como para la elección del propio estado de vida.

Junto con lo anterior, Teología de la conversación en el Espíritu tiene como novedad el aporte a una fundamentación teológica sólida para la práctica de la conversación espiritual como método central en los procesos sinodales. Hace un recorrido por las Sagradas Escrituras, la Filosofía y la Historia de la Iglesia con el fin de destacar tradiciones dialógicas, de recordar que la sinodalidad es más antigua que los modelos verticales y jerárquicos —importantes también— y de proponer una eclesiología inclusiva centrada en el lugar del otro. Muestra al pecado y la cerrazón como grandes obstáculos para que fluya la conversación y actúe el Espíritu. Ofrece un modelo integrador de diversas voces teológicas que supera la separación artificial entre teoría y práctica. Resalta los puestos de poder como herramientas de servicio humilde que deben buscar siempre una sinfonía con las voces del pueblo de Dios para escuchar sus mociones y para evitar vicios como el control y la dominación.
Otro de los temas del libro que me gustaría destacar es el disenso, catalogado por Rodolfo Núñez, autor de uno de sus capítulos, como “un acto de humildad y valentía”. Al respecto, Soler comentó: “Resulta fundamental porque genera alternativas y nuevo pensamiento, visibiliza a las minorías eclesiales frecuentemente marginadas, protege contra tendencias autoritarias, promueve la innovación teológica y pastoral, y profundiza la calidad del discernimiento. El libro muestra que el disenso no se opone al consenso, sino que lo enriquece al ofrecer ‘otro sentido’ que amplía horizontes para el discernimiento comunitario”.
Un libro que invita a ir a las fuentes, redescubrir la belleza de la sinodalidad en los primeros cristianos para así “superar la arraigada cultura del monólogo en ámbitos eclesiales, crear espacios institucionalizados para el disenso constructivo, equilibrar las tensiones entre lo local y lo universal, desarrollar la confianza como base del diálogo —sobre todo en clave psicológica—, transformar estructuras que limitan la participación igualitaria, y lograr que la conversación espiritual alcance, efectivamente, los procesos de toma de decisiones y no se quede solo en etapas consultivas”, concluyó Soler.