INTERPELADA POR DIVERSOS DESAFÍOS CLAVES DE NUESTRO TIEMPO, y de cara al proceso constituyente que vive el país, la Pastoral UC ofreció cursos de formación para académicos sobre familia y cambio climático, que contaron con el aporte de expertos de los centros UC de la Familia y de Cambio Global, respectivamente.
Si la educación ambiental es fundamental en todos los grupos etarios, apoyando un cambio de actitud desde lo colectivo a lo individual, ¿cuáles considera usted que son los principales temas de ética climática para abordar?1
Para responder es fundamental conocer las causas, consecuencias, mitigaciones y adaptaciones de la crisis socioecológica del cambio climático. Bastaría con hacer una búsqueda en Google anteponiendo “crisis climática” a esos conceptos y los resultados conducirán a admitir que usted —y todos— somos parte de las causas y también de las soluciones.
Se debería concluir que la mayor causa de la crisis es el gran incremento de los gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera cercana: 35% en 230 años hasta solo 12 km desde la superficie de la Tierra, un nivel nunca antes observado en 600 mil años. En forma de metáfora, los GEI quedan retenidos en una delgada tela de cebolla atmosférica que actúa como una frazada, la que produce el calentamiento y cambio climático a medida que se engrosa con más GEI. Ello sumado a que las mayores emisiones de los GEI se generan por la quema de combustibles fósiles, iniciada hacia 1800.
Por lo tanto, las principales conductas ambientales se deberían enfocar en la cuantificación personal, corrección, mitigación y adaptación de las actividades relacionadas con la quema de combustibles fósiles: usos de energía, transportes y todo tipo de adquisiciones de bienes y servicios. Es importante saber los kilómetros que ha recorrido por año en auto y todas sus emisiones de CO2, incluyendo las asociadas a la fabricación y transporte del último celular, preguntándose si necesita reemplazarlo. Caminar o andar en bicicleta no produce emisiones. Debería interesarnos calcular cuál es la huella de carbono al año2. ¿Estoy emitiendo CO2 en torno al promedio de un/a ciudadano/a chileno/a? ¿Cómo puedo reducirlo?
El consumismo exacerbado y descontrolado es un cáncer de cambio climático. Todos somos cómplices de lo que ocurre y debemos ponerle freno a esta crisis, ello en concordancia con el concepto de ecología integral liderado por el papa Francisco en Laudato si’. Nuestras conductas y acciones y el apoyo a las iniciativas del Estado (Chile carbono neutral 2050) son un posible. Sin duda, necesitamos más y mejor educación específica sobre el cambio climático. Confiemos en que nosotros y los Estados actuemos responsablemente, porque si bien el cambio climático es un problema global, parte de las soluciones son locales.
¿Cómo afirmar la necesidad de una estructura familiar “ideal” en virtud del ethos social actual?[1]
Lo primero es reconocer que la familia sigue siendo el origen de la cosa pública y del bien común, es decir, es la fuente de aquellas sociedades que son más vitales y portadoras de futuro. En segundo lugar, ese reconocimiento implica descubrir aquello que es y aquello que hace familia. En este sentido, no se trata de proponer una defensa de un determinado modelo histórico señalándolo como ideal, sino reencantarnos con la esencia y trascendencia que le es propia.
En efecto, una de las cuestiones positivas de la postmodernidad es que hemos sido interpelados acerca del aporte de la familia a la construcción de una sociedad buena y justa, precisamente porque la estructura histórica tradicional de la familia no estaría siempre generando virtudes o bienes públicos, sino problemas y vicios, siendo un obstáculo al progreso de sociedades democráticas. No obstante, es posible advertir aquello en algunos contextos; es un error que, a partir de esa observación, se generalice señalando que todo en la familia es negativo y que debemos encapsularla en la esfera privada, anulando su rol social.
Es imprescindible proponer que al interés privado —de los integrantes de la familia— se pliega un interés público, social, que surge precisamente porque de la familia proviene el capital humano, espiritual y cultural de una sociedad. Es un dato empírico que la familia es fuente de virtudes sociales y que, por el contrario, la degradación del tejido social, la falta de solidaridad y amistad cívica y el involucramiento con la comunidad, tiene su fuente en la reducción de la familia a un puro asunto privado, sin darle demasiada importancia a las funciones que la familia está llamada a jugar.
La familia no es el pasado ni un modo de vivir en desuso. En el proceso de deconstrucción y desinstitucionalización en que nos encontramos surge la necesidad de reconocer que la familia es más que una definición subjetiva, que depende solo de la percepción de los individuos; la familia es relación, otorga pertenencia, comparte valores y surge de reconocer lazos valorizados y legitimados por la sociedad. Lo anterior no es incompatible con el reconocimiento de derechos subjetivos o nuevas relaciones primarias —de amistad, uniones libres, etc.—, pero manteniendo el primado funcional que la familia tiene como institución transcendente donde se realiza la plena reciprocidad entre los sexos y entre las generaciones.
Notas
- Pregunta elaborada por Pamela Rodríguez Aceituno, profesora de la Facultad de Educación de la UC.
- MiHuella, Calculadora CO2. Disponible en: https://calcula.mihuella.cl/.