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Aportar a la Justicia y a la Legislación

«La formación de los futuros abogados aparece presidida por la idea de que la ley tiene un objetivo indiscutible: promover el bien común. Si este objetivo parece estarse difuminando existe un desafío para nuestra Universidad»

La Encíclica Laudato si’ nos invita a reflexionar a partir de un diagnóstico que no es auspicioso: “el crecimiento de los últimos dos siglos no ha significado en todos sus aspectos un verdadero progreso integral y una mejora de la calidad de vida”[1].

El bien común entendido como el conjunto de “condiciones sociales que permitan a todos y cada uno de los integrantes de la comunidad nacional alcanzar su mayor realización espiritual y material posible”[2] parece muy lejano. En palabras del Papa: “los objetivos de ese cambio veloz y constante no necesariamente se orientan al bien común y a un desarrollo humano, sostenible e integral”[3].

San Juan Pablo II señala en la Constitución Apostólica Ex Corde Ecclesiae que una Universidad Católica se caracteriza por una reflexión continua a la luz de la fe sobre el saber, al que trata de ofrecer una contribución con las propias investigaciones al servicio del pueblo de Dios y de la familia humana en su itinerario hacia el objetivo trascendente que da sentido a la vida. Y todo lo anterior lo realiza a partir de la consideración de la dignidad propia de cada persona[4].

El diseño y permanente ajuste del sistema normativo a las necesidades humanas es parte del saber que inculca nuestra Universidad a partir de estas orientaciones. La formación de los futuros abogados aparece presidida por la idea de que la ley tiene un objetivo indiscutible: promover el bien común. Si este objetivo parece estarse difuminando existe un desafío para nuestra Universidad, tanto en su dimensión formativa como en su misión de servicio a la sociedad.

Es necesario acoger el llamado del Papa a superar la “globalización de la indiferencia” en la que vivimos: la misión de servicio de la Universidad debe proyectarse hoy a la creación de una cultura de la responsabilidad por nuestro prójimo, en especial con aquellos que son más vulnerables. En el ámbito jurídico parece urgente impulsar —desde la Universidad— un sistema normativo orientado al bien común, donde la promoción de ciertos derechos o intereses no descuide su impacto en personas y grupos más desprotegidos. Ello es particularmente aplicable en el caso de legislaciones referidas a la explotación de recursos naturales que impactan las formas de vida de comunidades ancestrales o el medio ambiente aledaño. Esta consideración llevará a impulsar medidas de mitigación y reconversión de la mano de obra productiva y de fomento al repoblamiento de especies nativas, para contribuir al cuidado de la “casa común”.

Se trata de una valorización que debe preceder a la vigencia de las normas respectivas. Cuando no se procede de esta forma se incrementa la judicialización de los conflictos y se traslada a los tribunales de justicia la introducción de equilibrios que debió prever de antemano el propio legislador.

Recordemos que no puede confiarse en que este necesario equilibrio se logrará apelando a un mercado “divinizado”, convertido en regla absoluta[5]. De cara a esta nueva encíclica de Francisco, proponemos una mirada de res- ponsabilidad social desde nuestra Universidad hacia la sociedad y que llegue a traducirse en normativas que respondan mejor a los criterios de justicia retributiva y de bien común.

 

Notas

[1] Carta Encíclica “Laudato Si”, del Santo Padre Francisco sobre el cuidado de la casa común, 24 de mayo de 2015, N° 46.

[2] Artículo 1°, inciso cuarto, Constitución Política de la República de Chile.

[3] Carta Encíclica “Laudato Si”, del Santo Padre Francisco sobre el cuidado de la casa común, 24 de mayo de 2015, N° 18.

[4] Constitución Apostólica Ex Corde Ecclesiae, sobre las Universidades Católicas, de San Juan Pablo II, 15 de agosto de 1990, N°s 12 y 13.

[5] Carta Encíclica “Laudato Si”, del Santo Padre Francisco sobre el cuidado de la casa común, 24 de mayo de 2015, N° 56.

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