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Maestro de maestros: Agustina Serrano

Agustina Serrano Pérez (1956-2015) Académica UC

El Servicio a través del Testimonio
Por Haddy Bello, Facultad de Teología UC

Este es el año en el que celebramos el quinto centenario del nacimiento de Santa Teresa de Ávila. Es un año de fiesta para la familia teresiana, un año para hacer memoria y para recordar las maravillas del misterio del amor de Dios. Pero también es el año que el Señor ha escogido para llamar a Agustina.

Agustina Serrano fue académica e investigadora de la Facultad de Teología UC desde 1997. Su labor dedicada y paciente se ha destacado particularmente por su extraordinaria calidad humana. Su amor por santa Teresa se ha manifestado de forma sistemática en su producción teológica, que con fuerza y seriedad académica fue capaz de transmitir con una experiencia de fe completa, especialmente en diálogo con la literatura (otra de sus pasiones).

Participó en la fundación de diversas iniciativas pastorales y académicas: el año 1994 comienza la primera comunidad del movimiento Adsis en Santiago; el 2005 formó parte de la creación de Alalite (Asociación latinoamericana de Literatura y Teología); y el 2009 aportó en los trabajos iniciales de lo que ahora es el Centro UC Edith Stein.

Dentro de su trabajo teológico pastoral, destacó igualmente por su dedicación al acompañamiento de jóvenes y matrimonios. Sabía que la familia no sólo es un pilar de la sociedad, sino que además es un don divino, por lo que además de Dios, parte fundamental de Agustina fue siempre su esposo Jesús y sus hijos Amaia y Koldo, a quienes amaba y admiraba profundamente. Esta convicción se hizo visible en toda su actividad académica, sus exposiciones, artículos, su trabajo de tesis doctoral, su libro “Una propuesta de Antropología teológica en el Castillo interior de Santa Teresa”, y también en sus cursos: “El Amor en el matrimonio”, “El enigma humano a la luz de la fe cristiana”, “Teología Espiritual” y “Teología Práctica”.

Era una mujer llena de proyectos —en eso seguro también intentó imitar a santa Teresa, que vivió una vida sin descanso—, y muchas veces se le veía corriendo entre los pasillos y oficinas de la Facultad, con sus propuestas y solicitudes (investigaciones, congresos, viajes), para presentar, o para que el Decano firmara antes de enviar a Fondecyt, VRI, etc. Era incansable y perseverante. Siempre disponible, con la sonrisa a flor de labios, solidaria y generosa. No tenía miedo de compartir su vida, sus cosas, su tiempo.

Española de nacimiento, pero seguro, chilena de corazón. “Una persona sin pretensiones más allá de lo que era, transparente, no buscaba fama, ni poder, servicial al extremo, alegre, profunda… Buscó siempre ser parte de nuestra vida y de nuestro ser chileno. Su forma de saludarnos, ‘cómo tai’ nos faltará.”, recuerda Rebeca Guzmán, profesora de Teología UC.

El trabajo fiel y constante, la sencillez y amabilidad de Agustina, hicieron de su vida un testimonio del amor de Dios del cual estamos agradecidos; y su muerte, el pasado 29 de junio nos recuerda, en sus propias palabras, que “la muerte es la máxima ganancia, porque la unión tan profunda con el Espíritu del Señor hace experimentar las cotas más altas de humanización que se regalan ya en la encarnación”[1].

Notas

[1] “Aproximación a la dimensión dialogal del misterio-espanto humano. La antropología teresiana desde la finitud”, en Teología y vida, 2005/56(1), 65-94).

 

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