Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium,
La Conversión Pastoral de una Iglesia en Salida
El papa Francisco nos habla de la alegría de anunciar el Evangelio, donde el Nazareno nos muestra a un Dios que ama sin condiciones y «hasta el extremo» (Jn 13,1). Así, la vida cristiana se nos presenta ante todo como una experiencia de gratuidad. Nuestra salvación consistirá, luego, en vivir la plenitud de ese amor. Se comprende entonces que los verdaderos discípulos serán aquellos que busquen encarnar esta Buena Nueva en su existencia compartida con el prójimo.
Por eso, las palabras que más se repiten culmen en la historia de Jesús, el Cristo. En ese horizonte tiene lugar la Iglesia, que tiene como vocación fundamental ser en el mundo un sacramento, es decir, un signo transparente del Dios paternal que se nos ha manifestado en Jesús.
En relación a esto, el Concilio Vaticano II nos recuerda que la Iglesia es «al mismo tiempo santa y necesitada de purificación» (LG, 8). Por su parte, el papa Francisco recoge esta convicción y la radicaliza: para anunciar la alegría del Evangelio, ella no puede eludir el llamado a realizar una «pastoral en conversión» (nn. 25-33) y una temor a encerrarnos en las estructuras que nos dan una falsa contención, en las normas que nos vuelven jueces implacables, en las costumbres donde «impostergable renovación» (n. 27) que desafía a todo el Pueblo de Dios, incluyendo «el papado y las estructuras centrales de la Iglesia universal» (n. 32). Dice el papa: «Más que el temor a equivocarnos, espero que nos mueva el nos sentimos tranquilos, mientras afuera hay una multitud hambrienta» (n. 49). Ante esta declaración nos queda preguntarnos cuán dispuestos estamos a responder al desafío de ser «una Iglesia en salida» (n. 20).