Relevancia y esperanza en el método, cuyo fin no es convencer, sino compartir sentires y saberes.
Hay muchas formas de enfrentar las dificultades y resolver los conflictos que se generan entre personas o comunidades. Algunas de ellas, buscan la resolución efectiva y centran su foco en el resultado, generalmente anhelando la inmediatez, como la negociación y la mediación.
Existen otros caminos, donde el énfasis no está puesto en el desenlace ni tampoco en una respuesta concreta o en obtener un producto específico. Uno de ellos es el camino del diálogo.
En julio de 2021, en el marco de una situación de violencia creciente y desencuentro en la región de La Araucanía, siete universidades1 en conjunto —y con el liderazgo del obispo de Temuco, Héctor Vargas— hicimos un llamado a explorar esta alternativa en nuestra carta “Araucanía: urgencia del diálogo como política de Estado”, invitando al Centro Nansen para la Paz y el Diálogo, de Noruega, a acompañarnos en este proceso.
El llamado reconocía las graves falencias del Estado de Chile con el pueblo mapuche, incluyendo la falta de reconocimiento y empobrecimiento de su gente, su cultura y su lengua. La resolución de problemas complejos, como el que tenemos en la región, requiere competencias, confianza y voluntad política. En este marco, el Centro Nansen respondió con gran generosidad, y junto a las máximas autoridades de las universidades de La Araucanía, comenzamos a implementar talleres de inducción al diálogo a través de una metodología desarrollada por el centro y utilizada internacionalmente.
A diferencia de otras prácticas, el diálogo es una conversación en la que dos o más personas interactúan, pudiendo o no llegar a una solución. La atención aquí no está puesta en el resultado. No se necesita defender ni argumentar una opinión. En el diálogo se pregunta para entender, no para resolver. Se dialoga de algo porque nos importa, no porque exijamos o aspiremos a llegar a un acuerdo.
Habitualmente, en el debate no escuchamos, sino que solo oímos lo que nos interesa para hallar un argumento en contra. En el diálogo, en cambio, se busca que el otro se sienta seguro para que hable desde sus necesidades, sin confrontaciones; estar dispuestos a escuchar desde la horizontalidad, prestando atención a los puntos de vista, las historias y experiencias de cada uno.
“El diálogo es para valientes”, reza el manual que se entrega en estos talleres, porque conlleva grandes desafíos, como enfocarse en tratar de comprender al otro en lugar de convencerlo con nuestro punto de vista. Humberto Maturana decía que lo único que abre el espacio para la colaboración es la conversación, pero lo primero es querer conversar, que implica la disposición a estar juntos, por determinado tiempo, en el mutuo respeto. “Nunca las guerras resuelven los conflictos humanos, porque no son de la razón, sino de la emoción, y se resuelven solamente en las mesas cuando hay conversación y respeto”, señalaba el memorable intelectual.
A la fecha, hemos desarrollado tres talleres en las universidades involucradas2, en forma paralela y simultánea, con la participación de más de 400 personas, incluyendo académicos, empresarios, dirigentes sociales y gremiales, representantes de comunidades mapuche y de los servicios públicos locales y regionales. Evidentemente, esto no asegura resolver el conflicto que vive nuestra región. Sin embargo, es un aporte desde una perspectiva distinta, que requiere de mucha paciencia y perseverancia, para que se puedan abrir conversaciones en las que, quizás, descubramos puentes que nos acerquen y personas que nos permitan reconectar con una sociedad que requiere urgentemente nuevos caminos de comunidad.
Este proceso continuará durante todo 2022 y esperamos contribuir a generar un clima de encuentro, tan necesario para la solución de largo plazo de un dolor que aqueja a nuestra sociedad regional hace demasiado tiempo.
Notas
- Universidad Católica de Temuco; Universidad de La Frontera; Universidad Santo Tomás, sede Temuco; Universidad Autónoma de Chile, sede Temuco; Pontificia Universidad Católica de Chile, campus Villarrica; Universidad Mayor, sede Temuco; Universidad Arturo Prat, sede Victoria.
- Los interesados pueden escribirle a la autora solicitando que los guíe respecto del proceso. El proceso es una postulación, lo que no asegura el cupo para participar, pues son grupos con aforos limitados.