En su reciente exhortación, Evangelii gaudium, nuestro papa Francisco nos ha recordado que este involucramiento es también un anuncio, una misión: «una altísima vocación, una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien común» (n. 205). Esto debiera ser entonces una de nuestras tareas: hacer de lo público un servicio querido, digno, realizador y posible, en cuyo horizonte esté la entrega generosa, en que aparezca la enfermera de alma, el docente de alma, el político de alma, esos que han decidido a fondo ser con los demás y para los demás (cf. n. 273).
Desde esta perspectiva, y comenzando nuestro tercer año de vida como revista, hemos querido dedicar este número a cuestiones relativas al bien común, donde desde distintas aristas se aborda la relación entre la fe y la política.
El reportaje central nos proporciona un interesante análisis sobre cómo la adhesión religiosa se vincula con la identificación y participación política, con base en los aportes de la investigación realizada por los académicos Nicolás Somma y Matías Bargsted, de la Facultad de Ciencias Sociales UC, quienes plantean que los católicos muestran una ciudadanía política más intensa que los grupos religiosos minoritarios.
«Esto debiera ser entonces una de nuestras tareas: hacer de lo público un servicio querido, digno, realizador y posible, en cuyo horizonte esté la entrega generosa, en que aparezca la enfermera de alma, el docente de alma, el político de alma, esos que han decidido a fondo ser con los demás y para los demás (cf. n. 273).»
Por su parte, la investigación del profesor Patricio Miranda, de la Facultad de Ciencias Sociales UC, propone tres lineamientos para la confección de un instrumento que permita medir el Desarrollo Humano Integral al interior de las políticas públicas. Asimismo, desde la perspectiva de la formación, la investigación liderada por la profesora de Educación UC Julia Sequeida aborda la vida de cuatro pensadores que fueron ejemplos de justicia y caridad, y cómo sus testimonios pueden orientar la trasmisión de valores en la labor docente. Por último, el profesor Jorge Precht plantea el conflicto del derecho canónico con la legislación chilena en lo que respecta al secreto de confesión.
En último término, y a modo de respuesta al llamado misionero del Santo Padre, quisiera instar a nuestros lectores a ser parte de la convocatoria de nuestra Iglesia de Santiago a iniciar un nuevo tiempo de misión, en la llamada Misión Territorial, cuya invitación se centra en la salida al encuentro del otro, dialogando, escuchando y anunciando la alegría del Evangelio.