Desde el siglo II, los cristianos han debatido acerca de la relación entre la fe y la razón. Entre las posiciones extremas de quienes sostienen que la fe y la razón son incompatibles, unos defienden que la fe no necesita de la razón —el fideísmo—, mientras otros aceptan de la fe solo lo que cuadra con su sistema racional —el racionalismo—. En este contexto, uno de los sellos más distintivos del pontificado de Benedicto XVI fue su permanente invitación a no abandonar, sino a ampliar el uso de la razón, a extender sus límites hasta sus reales alcances, evitando reduccionismos que la autolimiten.
Un camino posible de hacerlo, nos señalaba, es a través de un enriquecedor diálogo: la fe es auténticamente cristiana cuando está en armonía con la razón, es decir, cuando se hace razonable. Así, cuestiones fundamentales que inquietan al hombre, como la vida y la muerte, lo que es lícito hacer, la eternidad y aun la revelación, pueden encontrar un sustento lógico que da sentido a su existencia. Si la razón no hace el esfuerzo por adentrarse en las verdades de la fe, se corre el riesgo de que esta última adquiera un carácter fundamentalista e intolerante. Una cultura meramente positivista que circunscribiera al campo subjetivo, como no científica, la pregunta sobre Dios sería la capitulación de la razón, la renuncia a sus posibilidades más elevadas.
Un uso amplio de la razón conduce también a lograr una mejor comprensión de la obra del Creador, puesto que conlleva al reconocimiento de la riqueza de las dimensiones de la realidad y de su carácter inteligible. Así, por ejemplo, las matemáticas, que son un producto abstracto de nuestra racionalidad, actúan sinérgicamente con el método experimental, a la vez que nos señalan que existe una correspondencia entre
Estas reflexiones de Benedicto XVI vienen a reforzar el magisterio de san Juan Pablo II respecto a que Dios ha puesto en el corazón del hombre el deseo de conocer la verdad, a cuya contemplación se eleva con las alas de la fe y la razón. Sin embargo, tenemos que ser conscientes de que este esfuerzo no se agota en la aplicación del método científico. La ciencia es seductora y fascinante, pero la realidad y la verdad trascienden lo fáctico y lo empírico. Estamos llamados a tener una visión amplia del mundo, evitando los riesgos de la fragmentación y especialización del saber, objetivo que alcanzaremos en la medida que sepamos realizar el paso desde el fenómeno hacia el fundamento.
La Trayectoria Académica de Joseph Ratzinger
Etapas e Hitos del Papa Teólogo
– 1946 – 1951. U. de Frising y U. de München (Alemania): tras una pausa en su formación debido a la II Guerra Mundial, realiza los estudios de Teología.
– 1951. Doctor por la U. de München: recibe excepcionalmente este título a los 24 años debido a su brillante tesis «Pueblo y casa de Dios en la enseñanza de la Iglesia de san Agustín.»
– 1957. U. de München: habilitación para la libre docencia; tesis «Historia de la salvación en san Buenaventura.» Su maestro Clemens G. Söhngen lo introduce en la academia siendo aún seminarista. A lo largo de su vida, Ratzinger le agradece su apoyo como teólogo y amigo.
Comienzos como Profesor
– 1958. Seminario de Frising: Cátedra de Teología Fundamental. «La fraternidad cristiana» trata sobre la paradoja entre la elección de Dios por algunos y la universalidad del llamado.
– 1959-1963. U. de Bonn: Cátedra de Teología Fundamental. Su conferencia inaugural «El Dios de la fe y el Dios de los filósofos» habla sobre la misión interdisciplinaria de la fe y la teología. Josef R. Geiselmann (1890-1970), proponía para el catolicismo la separación entre la Tradición y las Sagradas Escrituras, marcando la primacía de esta última. Ratzinger es contrario y estudia la unidad de las fuentes de la revelación.
– 1963. Conferencia inaugural «Revelación y tradición» en la U. de Münster.
Los Años del Concilio
– 1963-1966. U. de Münster: reorienta su docencia hacia la dogmática. Ingresa con la conferencia inaugural «Revelación y Tradición.»
– 1966-1969. U. de Tübingen: Cátedra de Dogmática Católica. Su «Introducción al cristianismo» nace del curso sobre el Credo que dicta en 1967. Es colega del H. Küng, quien se opondrá a la infabilidad papal.
– 1969-1977. U. de Ratisbona: Cátedra de Dogmática. Permanecerá vinculado a esta institución como profesor honorario. En 2006 da la conferencia «Fe, razón y la universidad,» conocida como el “Discurso de Ratisbona.”
– 1972. Junto a H. U. von Balthasar y H. de Lubac funda la revista «Communio,» vigente hasta hoy. En medio de la convulsión posconciliar, se consolidan como círculo de teólogos comprometidos con la Iglesia.
Doctorados Honoris Causa
– 1984. College of St. Thomas in St. Paul (EE.UU.).
– 1985. Universidad Católica de Eichstätt (Alemania).
– 1986. Universidad Católica de Lima (Perú).
– 1988. Universidad Católica de Lublin (Polonia).
– 1998. Universidad de Navarra (España). Junto al cardenal Francisco Fresno en la capilla de Casa Central.
– 1999. Libre Universidad María Santísima Asunta (Italia).
– 2000. Universidad de Wroclaw (Polonia).
– 2015. Pontificia Universidad Católica Juan Pablo II (Polonia).
Otras Publicaciones Notables
– Escatología (1977)
– El Dios de Jesucristo / Meditaciones sobre el Dios Uno y Trino (1977)
– Eucaristía, centro de la Iglesia (1978)
– La fiesta de la fe (1981)
– Creación y pecado (1986)
– El Dentido de la Liturgia (2000)
– Jesús de Nazaret (2007-2012).
Singularmente, Benedicto no incluye este trabajo en el Magisterio de la Iglesia, a pesar de haberlo producido como Papa, sino que pertenece a su autoría individual.