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Maestro de maestros: Raquel Correa

Raquel Correa (1934 – 2012)
Académica de la Facultad de Comunicaciones UC

Periodista Rigurosa y Maestra Comprensiva
Por Carolina Mascareño, Periodista UC

Cuando se trata de recordar a Raquel Correa, en el ideario colectivo se recurre a la imagen de la avezada periodista política, la entrevistadora y reportera cortés, pero mordaz, capaz de ahondar en la emotividad del personaje y desatar las definiciones que darían curso al relato histórico del momento.

Raquel, la periodista que enfrentó a Ricardo Lagos, y a cada uno de los últimos mandatarios chilenos. La que marcaba pauta e imponía la lectura obligada de sus entrevistas semana a semana. Esa era la imagen pública de Raquel Correa, cuyas dimensiones alcanzaron una complejidad que ni aún quienes compartimos con ella en la sala de clases podemos determinar.

La Raquel docente compartía con la Raquel reportera la rigurosidad y la exigencia. Pero la académica era, ante todo, una persona comprensiva, siempre atenta a poder resolver los problemas que, a sus ojos, podrían haber sido minucias de universitaria. Sin embargo, para ella, precisar, corregir, explicar y aconsejar en cada una de sus cátedras resultaba natural y prioritario.

Dicen que «predicar con el ejemplo es el mejor argumento». De Raquel, la periodista y profesora, aprendí la rigurosidad para buscar la noticia. Aprendí a confrontar al político en nombre de la opinión pública. Y de la persona, más allá de lo académico, aprendí a no desanimarme cuando las cosas no resultan. Porque el periodismo tiene mucho de dulce y de agraz, de buscar emprender proyectos y ver cómo se desmoronan, de tener anhelos que chocan frente a las murallas de los intereses creados. A Raquel Correa le sucedió eso según consigna su biografía. Sí, la reportera connotada no encontró espacio en los medios y tuvo que sobrevivir un tiempo escribiendo la revista del supermercado. Pero no se rindió. Dio la batalla, salió adelante y, a fuerza de trabajo, esfuerzo y constancia, logró hacerse un espacio destacado en el periodismo nacional.

Recuerdo a Raquel como una mujer que, sin profesar en público sus creencias religiosas, se ponía en los zapatos de los demás, brindando consejos y la palabra justa. En su biografía, su hijo Rodrigo Barría la describe como una mujer que, pese a una enferme- dad que él padecía, «nunca se enfadó con Dios». Y, a pesar de los momentos en que la vida la sitúo ante duras pruebas, Raquel no cejó. Adquirió fortaleza, luchó por su familia, sus valores e ideales, los mismos que como cristiana, aun en el desconcierto que manifestó vivir en varias oportunidades, mantuvo. La fuerza, la sencillez y la amabilidad que transmitía a sus alumnos y conocidos dejó un legado de ejemplo, más allá de sus cualidades profesionales. Durante su vida encarnó el respeto y el amor por el prójimo, para dar lo mejor de sí mediante su arte, la paciencia y la devoción por enseñar y comprender que ese alumno(a) frente a ella podía tener miedo de enfrentarse a la vida. Pero que valía la pena hacerlo.

 

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