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Crítica Literaria: Conversaciones con Enrique Lihn

Libro: Conversaciones con Enrique Lihn

Autor: Pedro Lastra
Editorial: Ediciones Universidad de Valparaíso, 2014

Reseña
Dos poetas chilenos conversan sobre temas varios del quehacer de uno de ellos, mientras el otro pregunta, retruca, redirige el diálogo. En apariencia, Conversaciones con Enrique Lihn, de Pedro Lastra, es la exposición de las inquietudes literarias, intelectuales, culturales muy amplias, del primero, con el seguimiento diligente del segundo. Pero, en el fondo, es el difícil y logrado equilibrio entre espontaneidad y meditación, en la plena dramaticidad de la palabra viva, aquella que busca la verdad, alguna verdad, esa verdad. Un libro encaminado, así, a todo humanista de buena voluntad.

Crítica
Es el poeta genuino quien nos recuerda que toda palabra es, originariamente, una relación. Aun en el monólogo, el hablante deja oír el pálpito de una expectativa: el ser contestado. Por eso la poesía, instante monologal, es siempre incitación a humanizar dialogal- mente la convivencia.

El diálogo entre dos poetas interesa, entonces, por partida doble. Aparecidas por primera vez en 1980, en México, y reeditadas dos veces en Chile (1990 y 2009) estas Conversaciones ofrecen el discurrir de dos conversadores eminentes: Enrique  Lihn (1929-1988), poeta, narrador, dibujante, crítico literario y de artes visuales, y Pedro Lastra (1932), poeta y académico de vasta trayectoria en las Américas. Tras referirnos la “Historia del método” (11-14), la conversación que primero fue oral y luego escrita en años diversos, el libro avanza con once secciones sobre experiencias del multifacético Lihn, con Lastra como guía de temas y, en palabras propias, “apuntador”, y termina con apéndices –de poemas inéditos y una entrevista de Óscar Sarmiento a Lastra– y fotografías.

Especialmente valiosas son las meditacio- nes de Lihn sobre su iniciación en el mundo estético, en “Prehistoria de un poeta” (15- 30), donde aparecen la niñez, el mundo familiar, las primeras intuiciones y búsquedas; el apartado “Señales de Gabriela Mistral” (113-122), por el acucioso examen de la  valía de la autora; y “Lihn & Pompier” (147- 156), por el pensar, no exento del humor del propio personaje, sobre la teatralidad de toda palabra, el meteco en Europa y la difícil situación del arte en el contexto chileno de la represión militar. Así desfilan Violeta y Nicanor Parra, críticos literarios, poesía espa- ñola, el infaltable Neruda, especificaciones técnicas del escribir, marxismo y psicoanálisis, y otros asuntos de interés.

Dos  perfiles,  aunados, atesoramos  con este libro. Lihn, el grafómano, exasperado en la fragilidad y en el poder de la palabra, y Lastra, el compañero de ruta, oidor verbal, apuntador  y puntal, convergen en un ser humano conjetural, desengañado, tierno, irritado, reiterativo, a la espera de algo más. El animal parlante, pero primero oyente, llamado a reconocerse en y por la palabra.

 

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