¿Qué sentido tiene la vida? Es una pregunta que a menudo escuchamos y solo a veces nos planteamos seriamente. Numerosas respuestas han existido en el tiempo y nuevas propuestas intentan ser una guía en nuestra búsqueda individual, en lo que comúnmente denominamos sentido religioso.
«Muchos estudiosos de nuestra época han sostenido que la realidad ha traído aparejada una crisis de sentido. Ellos no se refieren a los múltiples sentidos parciales que cada uno puede encontrar en las acciones cotidianas que realiza, sino al sentido que da unidad a todo lo que existe y nos sucede» (Documento de Aparecida, n. 37). Estos sentidos fragmentarios que frecuentemente se nos muestran en lo económico, lo técnico, lo inmediato –por ejemplo– no entregan la suficiente coherencia a la razón que no se detiene sino hasta llegar al fondo. Los datos de la encuesta Bicentenario UC-Adimark entregada en noviembre pasado, muestran que un 22% de los encuestados se considera agnóstico o ateo. La profunda desafección religiosa que se descubre tras estos resultados plantea grandes desafíos a las distintas denominaciones frente a la forma en que conducen a la búsqueda de una respuesta más integral.
En la universidad también esta realidad se hace patente. ¿Cómo colaborar en la búsqueda de sentido de cada miembro de nuestra comunidad? Incentivando la cultura del encuentro y del diálogo, mediado por el Evangelio de Cristo en que se resguarda toda dignidad y libertad humana. Debemos procurar que la comunicación y generación de conocimiento sean antecedidas por una reflexión crítica acerca del verdadero aporte al desarrollo individual de quien la realiza y a la sociedad a quien está dirigida.
En este nuevo número presentamos una interesante discusión sobre el sentido religioso llevada a cabo entre un ex dirigente estudiantil, Noam Titelman, y dos profesores de nuestra universidad, Carlos Zárraga –del Instituto de Filosofía– y Antonio Bentué –de la Facultad de Teología– quienes nos ayudan a ampliar la mirada sobre este tema y dilucidar el rol de nuestra universidad.
«¿Cómo colaborar en la búsqueda de sentido de cada miembro de nuestra comunidad? Incentivando la cultura del encuentro y del diálogo, mediado por el Evangelio de Cristo en que se resguarda toda dignidad y libertad humana.»
Desde una perspectiva y época distinta, se presenta la investigación de Lorena Amaro –del Instituto de Estética– sobre el viaje espiritual de tres escritoras chilenas de inicios del siglo XX. Por su parte Sergio Candia –del Instituto de Música– nos muestra cómo la música sirvió para la evangelización en las misiones coloniales Jesuitas, artículo que incorpora audiciones complementarias que se pueden revisar en nuestra web (pastoral. uc.cl/dialogos). También se presenta la investigación de Jorge Martínez –del Instituto de Filosofía– y Beatriz Shand–de la Escuela de Medicina– en que se confrontan argumentos neurocientíficos con la metafísica acerca de la libertad de los actos humanos. Para finalizar, nuestro reportaje central muestra los resultados que obtuvo el equipo de investigadores del estudio «Jóvenes, Cultura y Religión», sobre las principales fuentes que dan sentido a la vida de los estudiantes de la UC.
En 2015 en que la Iglesia celebra los 50 años de cierre del Concilio Vaticano II, quisiera invitarles a revisar el documento final de dicho encuentro, en que se señala la misión permanente de la Iglesia de «escrutar a fondo los signos de la época e interpretarlos a la luz del Evangelio, de forma que, acomodándose a cada generación, pueda responder a los perennes interrogantes de la humanidad sobre el sentido de la vida presente y de la vida futura y sobre la mutua relación de ambas» (GE n.4), misión que compartimos como comunidad universitaria católica.