Nancy Elizabeth Bedford – Garrett-Evangelical Theological Seminary. nancy.bedford@garrett.edu
Virginia Azcuy- Centro Teológico Manuel Larraín, Facultad de Teología UC. razcuy@uc.cl
Mercedes García Bachmann-  Instituto para la Pastoral Contextual. Iglesia Evangélica Luterana Unida (IELU).  garciabachmann@gmail.com

Revista

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Atrio: Feminismo Teológico

DIÁLOGO ENTRE CREYENTES Y NO CREYENTES

Nancy Elizabeth Bedford
Garrett-Evangelical Theological Seminary

FEMINISMO TEOLÓGICO COMO SEGUIMIENTO.
El feminismo es un movimiento multifacético que aboga por la igualdad dinámica de los seres humanos de todas las edades y condiciones. Subraya que las responsabilidades mutuas entre los seres humanos no corresponden a un orden fijado ontológicamente de acuerdo con el sexo biológico de las personas. En este sentido los menesteres domésticos o el liderazgo eclesial no están ligados automáticamente a mujeres o varones, sino que les corresponden a ambos en mutualidad de acuerdo con sus capacidades, sus dones y su vocación.

La palabra “feminismo” causa resquemor en algunas personas, inclusive entre las que simpatizan con sus fines. Vale la pena subrayar que no es el equivalente femenino del “machismo” ni intenta invertir las relaciones actuales de poder, como en un hipotético “hembrismo”. El feminismo busca que todas las personas reciban un trato igualitario. Si bien no es necesario usar la palabra “feminismo” para describir este deseo de igualdad y mutualidad, es un vocablo útil, porque hace referencia a una larga historia de luchas y de logros de las mujeres que han buscado que se las trate como seres humanos, con plena dignidad y derechos. De allí la relevancia de pensar también en un “feminismo teológico”.

El feminismo teológico surge de la experiencia de muchas seguidoras de Jesús que descubren que las prácticas de la fe cristiana las van llevando a construir una subjetividad igualitaria y liberadora. Se inspira en las promesas de Jesús acerca del Espíritu Santo: por un lado, nos ayuda a ser fieles al camino de Jesús y a recordar lo que él nos enseñó (Jn 14:26) y, por el otro, nos permite nuevos logros en el proseguimiento de Jesucristo (Jn 14:12). El Espíritu de Dios no actúa sobre la base de gónadas femeninas o masculinas, pues Dios no hace acepción de personas (Hch 10:34-35; Sant 2:1). Por el Espíritu, el evangelio de Jesús se encarna y se contextualiza no para cimentar las injusticias propias de una cultura, sino para transformarla a imagen y semejanza de la mutualidad trinitaria.

Virginia Azcuy 
Centro Teológico Manuel Larraín,  Facultad de Teología.

EL FEMINISMO TEOLÓGICO CATÓLICO. “La palabra feminismo tiene mala fama, pero hermoso significado”, afirmó la teóloga católica Elizabeth Johnson. Este malestar que muchas veces acompaña a la palabra “feminismo” pone en evidencia un límite de nuestra cultura, que es su impronta masculina dominante o la marca del “machismo”. Es erróneo entender feminismo y machismo simplemente como posiciones contrarias, porque el primero ha surgido como crítica del sesgo androcéntrico de la cultura. El mismo magisterio de la Iglesia reconoce la necesidad del crecimiento y purificación cultural y menciona el machismo entre sus desafíos (Evangelii Gaudium nº 69).

En la tradición cristiana, ya hace más de medio siglo que se viene planteando la contribución de las teologías feministas. Las experiencias históricas de desventaja que viven las mujeres y niñas del planeta son tomadas como punto de partida o lugar hermenéutico. La teología feminista encuentra un motor fundamental en las aspiraciones de liberación y vida plena de las mujeres y de todo ser humano, mereciendo en muchos casos el nombre de teología feminista de la liberación. Ella aporta, además, una perspectiva de mujeres o de género, que despliega un programa para revisitar los grandes temas: Dios, Cristo, Iglesia, María, espiritualidad, etc.

Para ayudar a la recepción de estos aportes, puede servir una clarificación sobre el tipo de teología feminista (eclesial) más extendido en el ámbito académico. Este se ocupa de pensar la fe en diálogo con la tradición cristiana y el contexto actual; puede ser muy valioso a la hora de releer las fuentes bíblicas, aportar nuevos acentos y apuntalar una renovación inclusiva de los contenidos de la evangelización. Estas teólogas, reformistas o críticas, apelan a ser reconocidas como portadoras de una subjetividad creyente adulta y buscan realizar un aporte específico en el santo pueblo fiel de Dios.

Mercedes García Bachmann Instituto para la Pastoral Contextual. Iglesia Evangélica Luterana Unida (IELU)

FEMINISMO BÍBLICO Y MÉTODOS EXEGÉTICOS. Se debe al feminismo, y a otras voces marginales al patriarcado, el reconocimiento de que no hay interpretación neutra. La crítica bíblica tradicional nació de varones educados, de trasfondo europeo, clérigos o académicos bien establecidos. Recién cuando otras teologías pudieron hacer audible su voz —teologías del tercer mundo, feministas, afrodescendientes— comenzó a hacerse evidente la carga ideológica de aquella teología supuestamente neutra y universal.

Al buscar un análisis textual exacto y el contexto histórico más aproximado al texto estudiado (incluyendo lo político, económico, social, legal, religioso), los métodos histórico-críticos (MHC) son invalorables en la interpretación, sirviendo de muro de contención al fundamentalismo y a nuestros propios caprichos teológicos.

Muchas biblistas feministas aplicamos los MHC a nuestro estudio, así como otras herramientas (análisis basados sobre la teoría literaria, el estructuralismo, lecturas ideológicas feministas, sociopolítica o de la liberación y otras), y también aplicamos la crítica de género a los MHC. Es decir, estos métodos son válidos para la exégesis bíblica, pero en función de la lectura particular, liberadora, que nos interesa.

En definitiva, cualquier método puede ser usado para “transformarla [la cultura] a imagen y semejanza de la mutualidad trinitaria” o para mantener el statu quo patriarcal. Lamentablemente, cuando mantenemos el statu quo patriarcal no solamente somos oprimidas y dañadas muchísimas mujeres y personas transgénero: la gran mayoría de los varones nunca llegará a alcanzar ese ideal jerárquico, heterosexual, racional y sin grieta a que aspiran y si lo alcanzan, será a un altísimo costo personal y familiar. Además, la creación entera sufre maltrato similar al sufrido por las mujeres, como han demostrado las teólogas ecofeministas. La Iglesia se hace cómplice de estos pecados de abuso hacia las y los más débiles, en lugar de ser su abogada y su servidora, cuando por acción u omisión rechaza la igualdad de dignidad de cada persona.

Atrio del Templo de Jerusalén. Espacio de los gentiles y paganos, atrium gentium, donde todos podían entrar y permanecer, dialogando de cultura, lengua o profesión religiosa. Un lugar de encuentro y diversidad.

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