Durante este año los miembros de las distintas unidades académicas de la UC han sido invitados a reflexionar y dialogar sobre cómo cada disciplina aborda los desafíos planteados en la Constitución Apostólica Ex Corde Ecclesiae, documento escrito por San Juan Pablo II en 1990 acerca de la identidad y misión de las universidades católicas. El texto es una interpelación a recordar el origen de la institución universitaria como un “centro incomparable de creatividad y de irradiación del saber para el bien de la humanidad” (ECE n.1) y una llamada específica a los centros de inspiración católica para aportar a este bien desde su propia identidad, en que se mira la realidad con la profundidad y amplitud que da la fe, y que entrega sentido a las búsquedas de su quehacer y de la vida del hombre en general.
Esta visión representa una presencia cristiana en el mundo de la cultura, en la que el valor y dignidad de la vida, la libertad académica, las implicancias éticas de los distintos proyectos y el diálogo con la Teología son exigencias clave que distinguen la búsqueda desinteresada de la verdad de una propuesta de inspiración católica. Estas exigencias no dejan indiferente al medio en el que estamos insertos, tanto a un nivel académico como social. Hemos tenido que enfrentar tensiones que han requerido relevar estos principios rectores y destacar el aporte que significa tener un proyecto educativo con una clara misión, que lejos de debilitar el sistema lo fortalece, pues asegura un pluralismo necesario para dar a cada persona la posibilidad de escoger lo que más le haga sentido.
La Reforma Educacional ha sido una de estas tensiones y es uno de los temas que reúne en el diálogo de nuestro Cara a Cara al decano de la Facultad de Historia, Geografía y Ciencia Política, Patricio Bernedo, y a la Consejera Superior 2015, Natalia Valdés, donde analizan algunos desafíos que enfrenta la UC en una sociedad crecientemente secularizada, pero que, por sobre todo, exige de nosotros una coherencia en el actuar.
«Hemos tenido que enfrentar tensiones que han requerido relevar estos principios rectores y destacar el aporte que significa tener un proyecto educativo con una clara misión, que lejos de debilitar el sistema lo fortalece, pues asegura un pluralismo necesario para dar a cada persona la posibilidad de escoger lo que más le haga sentido.»
De la mano de estos desafíos, también se nos insta a una particular preocupación por las personas en contextos más desfavorecidos y es ahí donde el trabajo de investigación realizado por la Directora de Trabajo Social de la Universidad de Chile y ex profesora UC, Teresa Matus, y la profesora de la Facultad de Ciencias Sociales UC, Fabiola Cortez-Monroy, sobre la situación de desprotección de los adultos mayores en Chile, toma valor y se sienta como un referente para los aportes que nuestra Universidad puede hacer al respecto: observar, analizar y hacer propuestas que busquen el bien común. Así, tanto esta como otras secciones de la presente edición abordan las tareas actuales que nuestra universidad puede asumir desde sus distintas áreas, considerando además el nuevo mensaje de cuidado de la casa común expresado en Laudato si’ por el papa Francisco.
En último término, quisiera animar a los miembros de nuestra comunidad académica a vivir muy especialmente el Año Jubilar de la Misericordia recientemente inaugurado e invitarles a poner en práctica las obras de misericordia corporales y espirituales a las que nos llama el Evangelio. Propongo que en nuestro quehacer diario nos preguntemos, por ejemplo, quién es el hambriento y el sediento hoy, cómo acogemos a los extranjeros y cuidamos a los enfermos, quiénes están privados de una verdadera libertad y cómo damos consejo y corrección a quienes acuden a nosotros.