María Ignacia Alvarado
Editora Revista Diálogos N°8

 

Jaime Araos
Profesor de la Facultad de Filosofía UC
jaraosa@uc.cl

 

Eduardo Pérez-Cotapos
Profesor de la Facultad de Teología UC
Doctor en Teología por la Pontificia Universidad Gregoriana
eperezco@uc.cl

Revista

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El Comienzo y la Realización de la Vida Humana

«Preguntas entre académicos»: Artículo basado en Cursos de Formación para Académicos Pastoral UC.
La maravilla del alma y del comienzo de la vida humana son cuestiones que no podemos dejar de plantearnos. dos académicos de la UC comentan algunos aspectos de la persona y su rol social desde una perspectiva filosófica y teológica, temas abordados en los Cursos de Formación para Académicos de la Pastoral UC durante este 2014.

Respecto a la discusión sobre temas relacionados con el inicio de la vida humana, ¿La filosofía de Aristóteles nos podría dar luces sobre la  presencia de un sujeto humano en sus estadios iniciales, aun cuando no se evidencian en él las facultades propias de nuestra especie? 1

Jaime Araos, Profesor de la Facultad de Filosofía UC.

Jaime Araos: La pregunta apunta directamente a un asunto de enorme importancia teórica y práctica. Por ejemplo, si definimos al ser humano como animal racional, entonces ¿se puede decir que es un ser humano el que todavía no razona porque no ha nacido o porque es un bebé, o el que ha perdido la razón por una demencia o por un estado vegetativo? Sabemos que hay autores que defienden una respuesta negativa.

Aristóteles, en cambio, puede responder afirmativamente, gracias a su teoría de la substancia, el acto y la potencia. dice Aristóteles: «El ser del viviente es el vivir y el alma es la causa y principio de la vida». Por eso define el alma como la «causa primera por la cual vivimos, sentimos y pensamos», es decir, el principio radical de todas las actividades vitales. El alma es, pues, acto. Pero no es acto segundo, es decir actividad, sino acto primero: capacidad de actuar, principio remoto de la acción.

Lo anterior es fundamental, por cuanto permite entender, por ejemplo, que el principio remoto de muchas actividades vitales no son los «órganos». La causa del ver es el ojo y la del oír es el oído. Si se estropea el órgano no se puede ejercer la actividad respectiva, pero eso no significa que se haya perdido la capacidad. Hacemos un trasplante de córnea al ciego y recupera visión, o ponemos un oído artificial al sordo y recupera la audición. Por tanto, la capacidad radica en su alma. Esto quiere decir que el ser humano no se define por el ejercicio de sus facultades, sino por la capacidad que es inherente a su alma y que no se destruye sino por la muerte.

Esta doctrina tiene una especial aplicación al problema del inicio de la vida humana. El pensamiento de Aristóteles es que la generación se produce por la articulación de dos principios, que son el semen del padre y el menstruo de la madre. El alma se transmite al embrión a través del fluido del padre, de modo que él tiene alma desde el momento mismo de la fecundación, la que no es otra que el alma racional propia de la especie humana. Así, el embrión posee el alma racional como acto primero, es decir, como capacidad y no como acto segundo, pues las actividades vitales únicamente se podrán ejercer en la medida que se vayan desarrollando los órganos respectivos.

Producto de una interpretación errónea, fija en los tratados animales y poco atenta al libro Acerca del alma, algunos han pensado que el embrión humano tiene solo alma vegetativa, como la de una planta, hasta que se desarrollan los órganos sensoriales cerca de los cuarenta días. Sin embargo, esa no es la enseñanza de Aristóteles.

En su exhortación Evangelii Gaudium el papa Francisco nos llama a «primerear», ¿cómo podemos vivir esta invitación dentro de Universidad? 2

P. Eduardo Pérez-Cotapos, Profesor de la Facultad de Teología UC.

Eduardo Pérez-Cotapos: «PRIMEREAR» es un modismo argentino que el Papa Francisco usa para hacer referencia a las características de la Iglesia: «La Iglesia en salida es la comunidad de discípulos misioneros que primerean, que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan» (Evangelii gaudium n. 24).

Para describir este rasgo, el papa señala dos dimensiones. La primera se trata de los discípulos, que actúa desde la certeza de la iniciativa divina en el amor: dios nos ha amado primero, y su amor es el que nos capacita para amar, nos enseña a amar. y, por tanto, nuestra vida cristiana es respuesta a ese amor de dios, no condición para obtenerlo (cf. 1 Jn 4,10).

La segunda, que es consecuencia de la anterior, es la experimentación del creyente que se experimenta interiormente movido a entregar amor, a brindar misericordia. El amor recibido lo expresa en un amor ofrecido gratuitamente.

Ahora bien, tal como describe el papa, esta expresión de amor requiere ciertas actitudes prácticas por parte de la comunidad cristiana que primerea: «Ella sabe adelantarse, tomar la iniciativa sin miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de los caminos para invitar a los excluidos. Vive un deseo inagotable de brindar misericordia, fruto de haber experimentado la infinita misericordia del Padre y su fuerza difusiva» (Evangelii gaudium n. 24).

En concreto, dentro de la universidad esta invitación podemos vivirla cuidando que nuestra fe sea siempre una fe centrada en la persona de Jesús, y procurando que el vínculo personal con el Señor nos permita hacer la experiencia gozosa de su amor. de este modo superaremos una visión rígida de la fe que la reduce a un cúmulo de doctrinas y normas.

El signo más claro de que estamos avanzando en la dirección indicada es que crezca en nosotros una mirada misericordiosa de las personas; una mirada que sepa reconocer lo bueno más que apesadumbrarse por los males (ver la interesante imagen de Evangelii gaudium n. 84). Ser capaces de tomar la iniciativa y acercarnos a los que sufren; a los que se sienten pecadores y alejados de la bondad de dios; a los que se experimentan lejanos de la Iglesia o conflictuados con ella, a los que son discriminados o marginados por cualquier causa.

*Ilustraciones Paulina Bustamante

Notas

  1. Pregunta de Mauricio Besio, magíster en Fundamentación Filosófica por la Universidad de los Andes, especialista en Obstreticia y Ginecología por la Pontificia Universidad Católica de Chile y profesor de la Facultad de Medicina UC. 
  2. Pregunta de Marcela Urrutia, profesora de la Escuela de Enfermería, Facultad de Medicina UC.

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