“Pueblo de Dios” es una de las imágenes clave para comprender la eclesiología después del Concilio Vaticano II (1962-1965), durante el cual se elaboró la Constitución Lumen gentium1, en el segundo periodo conciliar, cuando se presentó a los padres un esquema de documento sobre la Iglesia en cuatro capítulos: I. El misterio de la Iglesia; II. La constitución jerárquica de la Iglesia y sus obispos; III. El pueblo de Dios y los laicos, y IV. La vocación a la santidad en la Iglesia2. Después de arduas discusiones, se decidió insertar un nuevo capítulo, solo sobre el pueblo de Dios, entre los capítulos I y II. Dicho cambio, que puede parecer una simple mejora del texto, expresa una consciente concepción de la Iglesia: por el bautismo, todos somos pueblo de Dios.
Esta imagen nos ayuda a superar la concepción jerárquica de la Iglesia y el clericalismo. Todos somos Iglesia, “la totalidad del cuerpo de los creyentes, el clero y el laicado por igual”3, y este pueblo está llamado a ser parte activa en la institución y a ejercer un ministerio específico en ella, cooperando, participando y responsabilizándose por la santificación y difusión de la Iglesia, que también es “cuerpo místico de Cristo”, cuyas diversas partes son vivificadas por Jesús, que es la cabeza (LG 8).
Notas
- Constitución dogmática sobre la Iglesia, Roma, 21 de noviembre de 1964. Disponible en: https://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_const_19641121_lumen- gentium_sp.html
- Alberigo, G. (dir.), Historia del Concilio Vaticano II. III. El Concilio maduro. Salamanca: Sígueme, 2006, pág. 56.
- Ibíd., IV. La Iglesia como comunión, 2007, pág. 54.