Encíclica Fides et ratio,
Verdad, Fe y Razón
«¿Cómo voy a entender si nadie me ha explicado?», pregunta el etíope a Felipe (Act 8,31). La razón es propedéutica de la fe (FR n.67), pero la fe es la que le da sentido. Fe y razón son órdenes de conocimiento distintos que se requieren mutuamente para alcanzar la verdad completa; para saciar la sed de absoluto de la que no podemos escapar, a la que la pura razón no llega, aunque es condición para acogerla.
No es casual que en la Fides et ratio la palabra verdad aparezca casi tantas veces como fe y razón sumadas. La verdad completa se desvela en el cruce de dos dimensiones: La horizontal, o la de la razón que carga con su ansiedad de una verdad que no encuentra; y la vertical, que le levanta la mirada e ilumina el horizonte en el que su búsqueda adquiere sentido, y es «descanso a su fatiga y gozo espiritual» (FR n.6).
Juan Pablo II dice que la relación fe- razón encuentra en «Cristo crucificado y resucitado el escollo contra el que puede naufragar, pero por encima del que puede desembocar en el océano sin límites de la verdad» (FR n.23). Si Dios pierde su centralidad, la razón chata nos hunde.
Actualmente la fe está siendo puesta a prueba y todo cristiano debe aprender a dar razón de ella. Más aún el filósofo, que con su reflexión agudizada por la fe sabrá argumentar, también frente al no creyente, sobre la inteligibilidad del misterio, la comprensión de la Revelación, la Palabra que sacia a las palabras y libera del sinsentido.