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El Santo Oficio Local

En sus últimos poemarios originales, Técnicas para cegar a los peces (2018) y Santo Oficio (2020), Rosabetty Muñoz entrega a sus lectores un recorrido por la zona de Chiloé y un peregrinaje por el interior del cuerpo. Ambas imágenes, atravesadas por el deterioro de la vida, invitan a reflexionar lo humano y la crisis medioambiental, desde una consciencia ecológica y el mundo chilote.

La poesía de Rosabetty Muñoz cumple 40 años, desde su aparición con Canto a una oveja del rebaño, obra que creó en 1981. Rosabetty Muñoz, poeta profesora de castellano, nació en Ancud en 1964 y se ha destacado tanto por su labor pedagógica en su región natal, como por su producción poética, que con el tiempo la han llevado a ser candidata al Premio Nacional de Literatura. Entre sus obras se encuentran los poemarios Ratada, Hijos, En nombre de ninguna y las antologías Polvo de huesos y Misión circular1 que la han condecorado con distinciones como el Premio Pablo Neruda (2000) o el Premio Altazor de las Artes Nacionales. Desde sus albores, ha dado espacio a diversas voces de la zona sur del país. En ella están latentes las marcas de la dictadura2, los dolores del cuerpo femenino y la preocupación por su tierra chilota3. Ahora, en el Chile pre y postestallido social, sus poemas resuenan dentro de las demandas sociales por una vida digna. Lo anterior lo canaliza en una consciencia ecopoética4 que florece en los entornos de la isla, con una ferviente voz feminista y una transversal espiritualidad cristiana.

En este contexto, el poemario Técnicas para cegar a los peces hace un recorrido por pequeños espacios y escenas de la isla grande. La voz femenina, que añora un pasado tradicional, describe estas imágenes desde la pérdida de los chilotes y la degradación de la tierra que habitan.

Por otro lado, Santo Oficio presenta un viaje en el interior del cuerpo femenino. Desde esta corporalidad, se explora el diario vivir, el deseo y el dolor, en relación con el ciclo vital. Ambos poemarios, mediante prácticas de escritura ecológica, a saber, una escritura consciente de sí y de su relación con los espacios materiales y culturales en los que se enmarca, que aboga por ciertas prácticas, como el compostaje cultural4, para representar el espacio y el vínculo que le atañe, armonizan en una voz sensitiva que sopesa cada temática, atravesada por una mirada ecofeminista y cristiana, lo que motiva el siguiente estudio5.

Breve análisis de los poemarios        

Para el doctor en Filosofía Iván Carrasco, académico de la Universidad Austral de Chile, la escritura de Muñoz destaca por “su elevada capacidad expresiva, manifestada en el sutil manejo de metáforas, alusiones y elusiones”6. Estos usos se inspiran en el territorio de Chiloé en relación con la memoria, el cuerpo, lo femenino y la comunidad. Ante esto, el crítico norteamericano Christopher Travis señala: “Su obra demuestra una evolución continua que responde a ciertos contextos sociales, ecológicos y culturales, que, sin embargo, mantiene ciertos hilos fundamentales”7. Lo anterior da cuenta del carácter heterogéneo de las temáticas y su constante alusión a la contingencia nacional, que hacen la obra de Muñoz tan particular. Aun así, todas las dimensiones están atravesadas por un mismo sentir que las invita a dialogar y reencontrarse con este Santo Oficio de lo humano. En la encíclica Laudato si’, el papa Francisco insiste en la necesidad de “un nuevo diálogo sobre el modo en el que estamos construyendo el futuro del planeta”8. En ese sentido, esta investigación tiene como objetivo ofrecer una lectura ecocrítica de sus dos últimos poemarios, que profundice en la “consciencia ecopoética”9 que Travis ha adjudicado a Muñoz.

La poesía de Rosabetty Muñoz está íntimamente enraizada en la zona de Chiloé10. Posee un sentido de pertenencia con el lugar al punto de estar unida a él, sus tradiciones, modos de vida y habitantes11. En el primer poemario, Técnicas para cegar a los peces, se describe la pérdida de la cultura chilota, vinculada al sustento y cuidado del medio, con la aparición de nuevas actividades económicas, como la pesca industrial12. Este proceso es la causa de la contaminación y suciedad que la voz ubica entre la vegetación y el paisaje13. Muñoz condensa el cambio de la isla en una pérdida de fe14, simbolizada en la sección intermedia “Los restauradores”. Los poemas relatan las actividades de restauración de una iglesia en Chiloé: la ruina material de esta es imagen de la condición interna de la comunidad y del cuidado del entorno. En este poemario, se vuelve a la alegoría bíblica del rebaño de Jesús, tomando aquí forma de peces, que ya ha estado presente en publicaciones anteriores, lo que resalta el carácter cristiano y ecológico de la poesía de Muñoz, al reutilizar una antigua conceptualización otorgándole un nuevo sentido y localidad.

El segundo poemario, Santo Oficio, torna hacia el interior del cuerpo. Intenta verbalizar el vínculo entre la espiritualidad y lo corporal15, es decir, la encarnación. De esta manera, se tratan los deseos más fundamentales del cuerpo16. Muñoz presenta como una gran verdad la existencia del humano a través de la materia17: esta no es más que la carne. La voz femenina, que siente a través de ella, resiste a la degradación. Lo hace a través del cuidado de sí, de estar conectada a su casa interior, traducible también como un cuidado del entorno. En un giro interno, la naturaleza y su cuidado se traslada al cuerpo de la voz poética. Lo que en un principio la consciencia intenta dominar, la experiencia le enseña a aceptar como brotes de vida interior, sean de placer o dolor18. Este sentido se transmite tanto al cuerpo inmediato como al medio ambiente.

Muñoz los reúne en el interior, el espacio entre la mente y la carne. Este poemario también vuelve a formulaciones anteriores, pero con una orientación diferente. En él, el cuerpo es reflejo del entorno natural, no de forma contraria, como fue en obras previas. También acuña expresiones marcadas por un espíritu cristiano y chilote, como su título, Santo Oficio.

Profundizando la lectura ecocrítica de la obra de Muñoz, ella puede considerarse una “escritura de compostaje”. El concepto, acuñado por los profesores de la Facultad de Letras Andrea Casals y Pablo Chiuminatto19, es útil para reconocer literaturas con un fuerte sentido ecológico a través de la práctica del compostaje cultural. La austeridad en su lenguaje; la construcción de un espacio que exige un cambio de paradigma; el uso del habla cotidiana chilota; la búsqueda de unir al lector con la experiencia del entorno; el claro reciclaje de formas y motivos, y su denuncia por una biocomunidad afectada por la actividad económica, son rasgos de una poesía que ve en sus propios materiales la oportunidad de renovarse y transmitir su canto universal en busca de nuevas soluciones a los problemas de la tierra.

Notas

  1. Astorga, S., “Rosabetty Muñoz. Misión Circular. Antología”, Anales de Literatura Chilena 34, 2020, pág. 277.
  2. Carrasco, I., “Ratada de Rosabetty Muñoz: Metáforas de un tiempo cruel”, Revista Chilena de Literatura 69, 2006, pág. 55.
  3. Pérez López, M. A., “Rosabetty Muñoz: Entre el agua y la furia”, América Sin Nombre 16, 2011, pág. 113
  4. Casals Hill, A. y Chiuminatto, P., “Reciclaje literario y compostaje cultural”, en Futuro esplendor: Ecocrítica desde Chile, Santiago: Orjikh Editores, 2019, pp. 135-166.
  5. El proyecto “Perorata al medio ambiente: Voces de belleza y cuidado ecológico en la poesía de Rosabetty Muñoz”, fue financiado por el VII Concurso de Investigación y Creación para Alumnos, organizado por la Dirección de Pastoral y Cultura Cristiana en conjunto con la Vicerrectoría de Investigación de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Estudio tutoriado por la doctora Andrea Casals Hill. Este artículo es posible gracias a la ayuda de Valentina Parada durante el proceso de investigación y redacción
  6. Carrasco, “Ratada…”, op. cit., pág. 49
  7. Travis, “Mi voz…”, op. cit., pág. 220.
  8. Papa Francisco, Carta encíclica Laudato si’, Roma, 24 de mayo de 2015, nro. 20.
  9. Travis, “Mi voz…”, op. cit., pág. 219
  10. Pérez López, “Rosabetty Muñoz…”, op. cit., pág. 113.
  11. Véase el poema “Se termina esta parte de la historia”.
  12. Véanse los poemas de la sección I “Marea Roja”.
  13. Véase el poema “Esta casa está perdiendo los suyos”.
  14. Véase el poema “Boquita le había pegado al cura”.
  15. Véanse los poemas “No sabes cuándo empezó” y “Carnaza, carroña y escarnio”.
  16. Véanse los poemas “No sabes cuándo empezó” y “Carnaza, carroña y escarnio”
  17. Véase el poema “No sabes cuándo empezó”.
  18. Véanse los poemas “Goces privados” y “Crecen hongos”.
  19. Casals Hill y Chiuminatto, “Reciclaje literario…”, op. cit., pág. 135.

2 comentarios en “El Santo Oficio Local”

  1. Felicito al autor de este texto, Alexis por darle visibilidad a la poeta Rosabetty Muñoz y por su uso de la noción de compostaje (propuesta por Casals y Chuminiatto).

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