Patricio Bernedo
Decano de la Facultad de Historia, Geografía y Ciencia Política UC
pbernedo@uc.cl

 

Natalia Valdés
Consejera Superior 2015
mvaldes1@uc.cl

 

MODERADO POR:
María Ignacia Alvarado
Editora Revista Diálogos N°10

Revista

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Ex Corde Ecclesiae: Tensiones Actuales de Nuestra Misión

En el año de celebración de los 25 años de la promulgación de esta constitución apostólica, que orienta y regula a las universidades católicas, gran parte de la comunidad UC ha reflexionado sobre su identidad y misión en el contexto actual. Con el mismo propósito, el decano de la facultad de Historia, Geografía y Ciencia Política y la Consejera Superior 2015 dialogan en torno al aporte público y los desafíos que se presentan para nuestra universidad: pluralismo, inclusión y ética son algunos de los puntos relevantes.

En una sociedad plural, ¿cuál es el aporte público de una universidad católica que promueve un ideario propio? ¿es posible conciliar un pluralismo interno en una institución de educación superior con una clara identidad?

 

La constitución apostólica Ex Corde Ecclesiae fue promulgada por San Juan Pablo II el año 1990 para definir y regular la identidad católica de diversos establecimientos educacionales. En 2015 se cumplieron 25 años de la publicación del documento que llama a nuestra a universidad a servir a la Iglesia y a la sociedad en la evangelización y a promover el diálogo con la cultura.

Patricio Bernedo (PB): En primer lugar, hacer un aporte público ha sido una meta para esta universidad desde sus orígenes. La universidad nació en el contexto novedoso y pluralista de Chile y América Latina en el siglo XIX y la Iglesia se integró en esta realidad incursionando en la prensa periódica y participando en la discusión de las leyes que pasaban por el congreso durante gobiernos conservadores y liberales. No es una idea nueva que la universidad tenga un rol público, sino que este ha sido más explícito en algunos momentos que en otros. Hoy esta vocación pública como servicio a la sociedad se manifiesta, en mi opinión, con mucha claridad.

Natalia Valdés (NV): La Universidad Católica es indudablemente un aporte público: tiene una buena formación académica y prepara profesionales de excelencia, aunque creo que podría aumentar este aporte. Sin embargo, no está definido qué es ‘lo público’ y qué no lo es, por lo que se discutió en el momento de mayor intensidad del movimiento estudiantil en 2011 si podía considerarse que la Universidad Católica realizara un aporte público. Algunos piensan que lo público se identifica con lo estatal, mientras que otros entienden lo público como el ámbito de la sociedad. Para poder decidir si esta universidad tiene aporte público se debe definir en qué consistiría eso y probablemente esa decisión pase por el congreso. Yo creo que sí es necesario definirlo con claridad en el contexto de una reforma de educación superior que tendrá que delimitar los criterios para ciertas acreditaciones y recursos. En la sociedad establecer leyes es necesario y en ese marco se propondrán requisitos que dependerán de una “definición” de lo que es aporte público.

PB: En relación al aporte público de la UC hay que notar que la constatación de una sociedad plural se encuentra en la base de su historia y se constituye como parte de nuestra identidad sumar nuestra perspectiva a una sociedad pluralista. A su vez yo soy partidario, y quiero decirlo enfáticamente, de que haya pluralismo dentro de la universidad porque eso nos enriquece al producir una sana tensión. Un cierto grado de diversidad es necesa- rio para que la universidad pueda ser una universidad moderna, como se plantea en Ex Corde Ecclesiae. Comprendiendo que somos una comunidad, que se supone capaz de discutir razonablemente, no se debe temer a la divergencia en ciertas materias y al pluralismo dentro de las facultades y unidades académicas y dentro de toda la universidad. Estas diferencias son una ventaja, no una debilidad. No se trata de discutir meras opiniones, sino de enfrentar el pensamiento, la reflexión, la investigación. La libertad académica no implica la posibilidad de opinar trivialmente sobre cualquier tema. Se puede abordar en la investigación todos aquellos temas que puedan aportar a la sociedad si son promovidos por la búsqueda de la verdad. Sobre aquello que se investiga corresponde opinar fundadamente, pero si opinamos todos sobre cualquier cosa nuestro diálogo se convierte en simple opinología. Y un diálogo como ese solo es confusión y un intercambio pobre y supone una comprensión del pluralismo como división de la comunidad.

NV: Hay una pluralidad en la sociedad que se da por la coexistencia de proyectos diferentes, con distintos idearios y misiones, que es imposible de homogeneizar, pues el hombre es por naturaleza distinto y diverso. También dentro de una institución con una clara identidad puede haber pluralidad. Estoy de acuerdo en que esta no puede consistir en opinología, sino en un diálogo que tenga en cuenta la diversidad propia de la sociedad y el proyecto educativo de la universidad, buscando la verdad en el conocimiento, sin parcializar los contenidos y exponiendo en cada caso la visión que propone desde el marco católico. Es importante considerar también la pluralidad de los alumnos. Creo que la universidad debería avanzar muchísimo aún en la inclusión. Tenemos una sobrerrepresentación de alumnos provenientes de colegios particulares pagados y una minoría de estudiantes de colegios municipales. En este punto específico a nuestra universidad le falta mucho para cumplir con su rol público, no solo en cuanto a la proveniencia de los estudiantes, sino en la inclusión de alumnos en diversas situaciones: falta avanzar en el apoyo a mamás, a minorías sexuales y a quienes pueden no sentirse identificados con el proyecto educativo de la UC. No existe todavía una sala cuna ni jardín infantil especial para los alumnos, sino que se les ofrece la que está destinada a hijos de funcionarios. En esto estamos atrasados, se debe tener como prioridad la preocupación y el apoyo a quienes más lo necesitan de entre los que estudiamos aquí.

PB: También hay otro tipo de pluralidad muy valiosa. En cada facultad hay gente de distintas posiciones políticas y esta comunidad funciona bien académicamente. Discutimos y peleamos bastante, pero es un diálogo positivo. Además, tenemos profesores extranjeros que provienen de otras culturas y deben adaptarse a estas discusiones. Me rebelo ante la idea de que los profesores deban tener un perfil demasiado rígido. No va a funcionar el proyecto de construcción de nuevo conocimiento y búsqueda auténtica de la verdad si todos los profesores piensan exactamente de la misma manera. Quiero insistir en que se necesita cierta tensión interna para promover un diálogo enérgico que incentive la reflexión con los alumnos. El principal criterio de selección de los estudiantes es su calidad académica, no preguntamos sobre sus creencias, y esto es señal de una apertura a una sana pluralidad, la misma que vale para los académicos a quienes solo se pide que respeten el proyecto de la universidad y el magisterio de la Iglesia. La pluralidad en este sentido no puede comprometer de manera negativa la identidad y la misión de la universidad. La tensión es un elemento beneficioso para nuestra labor que nos obliga a replantearnos constantemente nuestro quehacer y nuestro objetivo dentro de la sociedad chilena y en el mundo. Cuando se define la identidad hay que considerar que hay una parte esencial y otra que es móvil y que puede discutirse. Si pretendemos definir estrictamente la identidad de la universidad y no permitimos un cierto margen para el contenido de esta definición podemos entrar en una trampa.

¿Qué temas comprometen actualmente la identidad y misión de nuestra Universidad? ¿Qué desafíos se vienen para la UC en los próximos años?

NV: Quizás se debería revisar el concepto de excelencia que buscamos como comunidad universitaria. Esta no debe estar exclusivamente centrada en el desempeño académico y en el desarrollo de la investigación, sino referirse también a la ética. La excelencia tiene que asociarse a una formación y desarrollo integral y esto parece un poco débil cuando por un lado es muy probable que sea expulsado un alumno que cae por segunda vez en causal de eliminación y por otro lado es mucho más difícil que se elimine un alumno por cometer plagio. No estoy proponiendo que se expulse a este último, sino señalando que hay un mayor interés por la excelencia académica. En este momento parece que lo relevante son las buenas notas y que las actividades extraprogramáticas, incluidas las ayudantías, tienen menos valor. Si no se insiste más en promover una mirada más plena sobre la excelencia de la persona, solo se estará inculcando un exitismo académico que se traducirá en un exitismo general, lo que lleva a las prácticas poco éticas que quere- mos que eviten los exalumnos de la UC.

Acompañar-es UC es un programa que apoya familias con embarazos con diagnóstico de malformación congénita letal. En la foto, el doctor Jorge Neira atiende a una de las pacientes que reciben apoyo.

PB: Yo también comparto la idea de ampliar el concepto de excelencia en la práctica. Está muy bien que nos exijamos altos estándares de excelencia en términos académicos, pero debemos diferenciarnos en las entrega de una formación nuestro sello. Con cursos de ética general el impacto que podremos tener en la formación de los alumnos es muy escaso en relación a sus prácticas laborales concretas, pero si lográramos desarrollar una ética profesional para cada carrera podríamos entregar a los estudiantes un fuerte sentido de responsabilidad. Hace falta despertar la conciencia de los alumnos respecto de sus actos y remarcar duramente que las acciones no quedan impunes. Es importante que enseñemos explícitamente a quienes pasan por nuestras aulas que en el futuro serán responsables de la sociedad con el aporte de su trabajo. Los profesores debemos ser ejemplo para nuestros estudiantes al obrar con justicia, al evitar la copia y también en otros ámbitos como en el buen trato con todas las personas de la comunidad. El asunto no se soluciona integralmente con éticas aplicadas, pero es urgente hacerse cargo de él al menos inicialmente por esta vía.

NV: Estoy completamente de acuerdo con que se debe insistir a los alumnos sobre la responsabilidad en el ejercicio de sus carreras. Sin embargo, pienso que no es suficiente con cursos de ética aplicada, por eso quiero proponer un esfuerzo mayor por parte de los académicos para que en cada uno de sus cursos dejen un espacio para discutir la materia a la luz de la ética.

PB: En el último tiempo se ha tomado conciencia explícita de la perspectiva de las mujeres en la universidad con una mirada más integral. Respecto de la maternidad de las académicas se ha comenzado la elaboración de medidas concretas para contrarrestar las dificultades adicionales que tienen las madres para cumplir con las exigencias académicas. Hay propuestas que están todavía en un nivel general y también avances puntuales como el ajuste de condiciones de calificación para las profesoras que son madres. Pero se debe seguir trabajando para que la evaluación de la carrera de todos los docentes sea justa considerando realmente cada situación particular.

El congreso de colegios y universidades católicas, realizado los días 1 y 2 de septiembre, buscó generar un amplio marco de reflexión sobre la identidad de los proyectos educativos católicos y su valor formativo y social.

NV: El tema de la maternidad hay que revisarlo para cada grupo de la universidad. En relación a las trabajadoras subcontratadas, no hay apoyo o colaboración directa con las madres. Además, la sala cuna que provee la empresa externa no necesariamente se encuentra cerca del campus donde ellas trabajan, para lo que no hay regulación. Sobre puntos como estos la universidad debe decir algo. Por otra parte, la Vicerrectoría Académica ha estado trabajando en un programa con múltiples iniciativas para apoyar a las académicas en su maternidad. Es un gran avance que se esté discutiendo este asunto en el reconocimiento de que las madres se ven frecuentemente en desventaja frente a las exigencias de investigación y docencia por estar ausentes de la vida laboral al menos durante los primeros años de los niños. La UC se lo ha tomado muy en serio y creo que se debe felicitar este esfuerzo. Sin embargo, en el ámbito de los alumnos aún queda mucho por hacer. La defensa de la vida en el contexto nacional de la discusión sobre el aborto debería estar aparejada de políticas promaternidad y provida dentro de nuestra universidad y en sus centros médicos. Se necesita una sala cuna especial para los estudiantes y potenciar más el trabajo de iniciativas como Acompañares, que apoya embarazos donde hay síntomas de inviabilidad fetal, y Mapau, que es una organización de madres y padres estudiantes UC, entre otras, además de crear y fomentar nuevos programas. En el Campus Villarrica ya se está trabajando en la creación de una sala de lactancia y una guardería dado que el 30% de sus alumnos son mamás o papás. La universidad debe jugar más en la delantera en estos temas, y en inclusión en general, porque en esto también tenemos el desafío de trabajar por la excelencia. Nos está pisando los talones una reforma de educación superior frente a la que no deberíamos esperar una regulación en el perfil de nuestros estudiantes, sino ir liderando a nivel nacional, de manera activa, la preocupación por las situaciones concretas de quienes estudian aquí. En esto nuestra universidad tiene aún mucho potencial.

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