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Gabriela: Poesía y amor a Dios

El místico Valle del Elqui era un buen escenario para cobijar a esta poetisa desde sus inicios. Allí, nace Lucila Godoy Alcayaga, hija de un profesor y una modista. Empezó desde su adolescencia a desempeñarse como profesora, a la par que a la escritura de poemas, que descubrió como su segunda pasión.  

Experimentó desde temprana edad, una relación profunda con Dios y su palabra. Su primer contacto con la Biblia fue en la escuela primaria, con el libro “Historia Bíblica” que el Estado entregaba en ese tiempo. Contaba en su conferencia “Mi experiencia con la Biblia” que su “festín del Antiguo Testamento” tenía lugar a la salida de clases, cuando se escondía en una antigua mata de jazmín de cinco a siete de la tarde, a leer con la cara encima del libro, la Historia Santa.  

Con el paso de los años, fue conociendo y explorando distintas religiones, reflexionando sobre el sentido de la vida y la trascendencia, pero siempre volviendo a su punto de partida: la Biblia.  

Ella comentaba que, “al regresar, después de semanas de dieta budista a mi vieja Biblia de tapas resobadas, yo tenía que reconocer que en ella estaba, no más que en ella, el suelo seguro de mis pies de mujer”1.  

Y esta misma mujer,  tras una larga trayectoria y reconocimiento mundial, fue quien  ganó en 1945,  el Premio Nobel de Literatura, convirtiéndose en la primera persona de latinoamérica en obtener este galardón.  

«Gabriela Mistral proyectó su amor maternal sobre los niños a los cuales instruía. Para ellos había escrito sus sencillas canciones y esas rondas […] Henos aquí de nuevo en el huerto de la infancia, de nuevo los íntimos diálogos con la naturaleza y las cosas… […] Para rendir homenaje a la rica literatura iberoamericana es que hoy nos dirigimos muy especialmente a su reina, la poetisa de Desolación, que se ha convertido en la grande cantadora de la misericordia y la maternidad»  

(Palabras de Hjalmar Gullberg, secretario de la Academia Sueca, en su discurso de entrega del Premio Nobel)2.  

Mistral en su poesía: el perpetuo socorro

Lucila de María del Perpetuo Socorro es el nombre con el que Gabriela Mistral fue bautizada. Y pese a que la poeta lo cambió a partir del año 1914; su sentido, asociado a Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, va a estar en el corazón de su poesía. Esta advocación mariana tiene su origen en un ícono en el que la figura de la Virgen junto al Niño Jesús está acompañada por dos arcángeles: Miguel y Gabriel. Este último sostiene la cruz y cuatro clavos. Lucila encarna esta advocación plenamente. La purificación del dolor de Cristo a través de su propio dolor atraviesa toda su obra. Nos dice en “Al oído de Cristo”: “Cristo, el de las carnes en gajos abiertas; /Cristo, el de las venas vaciadas en ríos:/ estas pobres gentes del siglo están muertas”.  Lucila recupera aquí el dolor carnal de la pasión de Cristo, para volverlo a la vida (“río de agua viva”) en medio de un siglo secularizado y deshumanizado. Y también para buscar cierta redención de esas “almas perdidas”: “¡Oh Cristo! un dolor les vuelva a hacer viva/ el alma que les diste y que se ha dormido”.

Su relación con Dios, a través de Cristo, era cotidiana e íntima, un rezo permanente.

Concibió la poesía como una actividad vivencial y una manera de “consolar hombres”. Sus poemas los fue creando desde una sensibilidad católica (sobre todo cristiana), sin dogmas ni instituciones: su relación con Dios, a través de Cristo, era cotidiana e íntima, un rezo permanente: “Padre: nada te pido, pues te miro a la frente y eres inmenso, ¡inmenso!”. Fundamental resultó su relación vital con la Biblia, y muy especialmente son los Salmos de David, ese “chorro caliente de poesía” aprendidos junto a su abuela Isabel Villanueva. A través de los años, complementaría esa sensibilidad religiosa católica con el budismo, la teosofía y la espiritualidad andina. Como una manera de vincular su profundo amor por la naturaleza y por Cristo y estando en Italia, se hizo Católica Terciaria de la Orden de San Francisco de Asís. Canción y rezo, poesía y pasión de Cristo, consuelo y redención es lo que nos regala en su poesía, nuestra Mistral del perpetuo socorro.

Notas

  1. BIBLIOTECA NACIONAL DE CHILE. «Premio Nobel de Literatura», en: Gabriela Mistral (1889-1957). Memoria Chilena . Disponible en http://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-96132.html . Accedido en 30/12/2020.
  2. Revista de la Sociedad Hebraica Argentina, Buenos Aires, 1.0 de mayo de 1938, págs. 3,4; 15 de mayo de 1938, págs. 6,7; 1.0 de junio de 1938, págs. 6, 7

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