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Gol de arco a arco

Me resulta muy difícil escribir esta reflexión sobre el camino de fe y vida del profesor Francisco Meza. No se trata solo de un académico brillante y destacado, sino de un amigo entrañable, de entusiasmo único y valentía extraordinaria. Compartimos más de 30 años, desde nuestros inicios en la vida académica: corrimos con coraje 21 kilómetros, paleamos barro hasta el cansancio en Chañaral, y aprendimos a despedirnos en silencio, con un abrazo que no necesitó explicación alguna.

Para describir a este campeón de la excelencia, vienen a mi mente tres palabras que me encantaría poder expresar con la misma pluma inspiradora que él dejó en su ejemplar trabajo intelectual y literario: amistad, humor y pasión.

De su amistad dieron testimonio las más de 100 personas que quisieron despedirlo. Todos saben de lo que hablo: fueron amigas y amigos, estudiantes, discípulos intelectuales o colaboradores directos de nuestro admirado y hoy tan extrañado Francisco. Su partida ha dejado un vacío imborrable en su querida Facultad de Agronomía y Sistemas Naturales, en su hermosa familia y en sus amigos del alma. Nos cuesta creer que Pancho ya no está, porque partió a la casa del Padre, quien con infinita misericordia y un abrazo lleno de ternura seguramente lo ha recibido para decirle: “Bienvenido, Francisco. Te estaba esperando. Tu papá de manos grandes está aquí, al igual que tu querida mamá”.

En la misa de Pancho, el padre Andrés nos recordó un hermoso verso de Esteban Gumucio (SS. CC.): «Antes de que venga, yo puedo adelantarme y ganarle el ‘quien vive’ a la muerte… simplemente porque yo puedo regalarla antes de su visita”. Eso fue justamente lo que Pancho hizo. Se adelantó con “chispesa futbolera”, madrugó con astucia y lo entregó todo con su amistad cariñosa, como esposo, papá, profesor, investigador y compañero de vida. Fue amigo de muchas personas. Se anticipó, saliendo al encuentro de cada uno durante su vida, y con profunda amistad regaló su fe, una fe en diálogo con la razón, a veces incierta frente al sufrimiento humano, pero siempre presente y en búsqueda.

Recuerdo cuando me invitó a descubrir el significado de hacerse pobre con los más pobres, renunciando a pasar la Nochebuena en la comodidad de la familia para compartirla con quienes están solos, abandonados y sin un lugar donde guarecerse, como el niño de Belén. Desde esa mágica noche de Navidad en la calle, fui descubriendo poco a poco la alegría y el extraordinario humor del profesor Meza. Ese mismo humor con el que alegró tantas reuniones entre amigos y sembró la risa espontánea, la que nace de la esperanza y de una inagotable imaginación por compartir, incluso con desconocidos que tuvieron la suerte de cruzarse con su bondad y con su corazón lleno de entusiasmo.

Con esa misma alegría nos aventuramos, hace muchos años, a iniciar algo desconocido para mí: reunirnos muy temprano para comenzar el día leyendo la lectio divina. Pocos conocen esa historia, pero fue un faro que nos guio para descubrir y entender la voluntad de Dios cuando recién iniciábamos nuestro camino como jóvenes profesores en la universidad. Así comenzamos a soñar nuestros destinos, llenos de ilusión y esperanza.

Pasión es la tercera palabra que mejor describe el alma de Francisco Javier Meza Dabancens, ingeniero agrónomo, doctor en Ciencias Atmosféricas por la Universidad de Cornell y profesor titular en la UC. Quienes lo conocieron saben que esa pasión fue la fuente de sus imparables ganas de avanzar, de alcanzar metas difíciles, de crear nuevo conocimiento cuando aún nadie vislumbraba los impactos del cambio climático. De esa pasión nació el exitoso y pionero Centro de Cambio Global UC. Esa misma pasión gestó la carrera de Ingeniería en Recursos Naturales en la UC, y lo llevó a recibir reconocimientos como el Premio Gulbenkian, por su contribución al informe del IPCC, o el Young Scientist Award de TWAS, por nombrar solo algunos.

Pancho vivió la vida “mojando la camiseta”. Fue incansable en la búsqueda del trabajo bien hecho, apuntando a la excelencia académica y dando ejemplo de entrega, como un auténtico maestro. Enfrentó las dificultades sin miedo, con decisión, inteligencia y una valentía extraordinaria.

Su fallecimiento nos enseña que los partidos se juegan para ganarlos y que dejamos huella en quienes nos encontramos. Su ejemplo de amistad, alegría y pasión nos llena de esperanza al imaginar que la celebración será grande cuando nos volvamos a abrazar. Como se celebra un gol de arco a arco.

Frontis Facultad de Agronomía y Sistemas naturales

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