La incorporación de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC’s) ha modificado el acceso a la información y al conocimiento de nuestra sociedad y ha transformado la manera en que nos relacionamos. La cultura digital se caracteriza por establecer nuevos modelos de comunicación que redefinen la relación entre medios y usuarios; profesores y estudiantes, padres e hijos, instituciones públicas y ciudadanos. La distinción entre productor y consumidor de información se relativiza. No basta con el intercambio de datos e información. Surge con más fuerza el interés por el diálogo, las relaciones y la solidaridad. A través de entrevistas realizadas para una investigación encargada por la Red Informática de la Iglesia en América Latina (RIIAL), vemos cómo los jóvenes están viviendo estos cambios con entusiasmo y curiosidad. Para ellos la comunicación interpersonal, el entretenimiento y el aprendizaje se conjugan en un todo. Están permanentemente conectados al computador, la televisión, los videojuegos y los celulares. Son los grandes partícipes de las redes sociales. De acuerdo a datos del estudio WIP 2010, un 66% de los adolescentes entre doce y diecisiete años utilizan Facebook y están en promedio 3,7 horas diarias en internet.
«La familia, la escuela y la Iglesia deben responder a estas realidades con nuevas estrategias, viendo no solo los riesgos sino también las oportunidades».
Las redes sociales, principalmente Facebook, son espacios virtuales de encuentro y conversación, donde los jóvenes satisfacen sus necesidades de expresión y representación. Es aquí donde el debate de la identidad vuelve a tomar fuerza. Las construcciones identitarias ya no se configuran solamente a partir de los grupos sociales tradicionales, como la familia y la educación formal, sino que los medios de comunicación, y en especial internet, juegan un rol clave en esta construcción. Ver y ser visto se presentan como los dos polos constitutivos de este proceso, en el que la interacción virtual permite a los actores reconocerse mutuamente, definiendo su «yo» desde su página personal, con sus fotografías y los datos que incorporan (edad, gustos, aficiones). Esta herramienta les permite nuevos modos de vincularse, de participar, de crear, de pertenecer. Un porcentaje aún minoritario ha creado y recreado espacios donde generan contenido y participan en diversas causas y redes sociales online y offline. Esto ha motivado el surgimiento de acciones concretas, por ejemplo, proyectos como Trabajo País, donde se utilizó Facebook para coordinar la ayuda y reclutar voluntarios para ir en ayuda de las víctimas del terremoto de 2010.
Muchas instituciones están respondiendo a situaciones nuevas con lógicas de otra época. La familia, la escuela y la Iglesia deben responder a estas realidades con nuevas estrategias, viendo no solo los riesgos sino también las oportunidades. Las posibilidades de los nuevos medios, y específicamente de las redes sociales, exigen una reflexión profunda sobre el sentido de la comunicación en la era digital. Si las TIC’s se usan con sabiduría pueden contribuir a otorgar mayor unidad a la sociedad.