En Poema de Chile (1967), Gabriela Mistral da cuenta de una “sensibilidad ecológica” fuertemente marcada por su espiritualidad franciscana. Con una asombrosa vigencia, sus páginas hallan eco en las actuales reflexiones de la Iglesia sobre la crisis medioambiental. Es por ello que la lectura y el análisis de esta obra escrita hace 50 años bajo las claves de la encíclica Laudato si’, se vuelven relevantes. 1
A mediados del siglo XX, Gabriela Mistral asume la tarea de “contar en metáforas” su país. Así nace Poema de Chile, su proyecto poético de mayor envergadura, publicado en forma póstuma por su albacea Doris Dana. En la obra, cuya primera edición consta de 77 poemas, se narra el viaje que una mujer fantasma emprende, tras su muerte, en compañía de un niño indígena y un huemul. Durante su recorrido por Chile de norte a sur, la mama —alter ego de la poeta— va contando la variada geografía, flora y fauna del país, lo cual le permite tratar la problemática ecológica. 2
Ecocrítica con mirada cristiana
En Laudato si’, el Papa Francisco hace un llamado universal a “colaborar como instrumentos de Dios para el cuidado de la creación, cada uno desde su cultura, su experiencia, sus iniciativas” 3y advierte que “una ecología integral requiere apertura hacia categorías que trascienden el lenguaje de las matemáticas o de la biología y nos conectan con la esencia de lo humano”4. Así, sin querer decir que Mistral fue una ecologista ni menos aún que conoció los actuales postulados sobre el tema, resulta interesante leer su obra a la luz de ellos a fin de determinar la dimensión espiritual de aquellas trazas ecológicas en su poesía. Al respecto, el investigador Santiago Daydí-Tolson anota que “en su actitud ante el mundo natural [Mistral] manifestó una sensibilidad que, por su religiosidad, se entiende como un antecedente […] de los desarrollos posteriores de una ecología cristiana enfocada en el mundo natural e informada en los estudios ecológicos”5. De ese modo, en esta investigación se pretende profundizar la lectura ecocrítica de Poema de Chile evidenciando en qué medida representa la actual propuesta ecológica de la Iglesia.
Sensibilidad franciscana
La afinidad de Mistral con el mundo animal y vegetal se vincula estrechamente a su carisma franciscano6, pues es a partir del reconocimiento de un Dios creador que surge en ella el afán por religarse armónicamente con el mundo. En Poema de Chile, la naturaleza no es abordada desde una visión utilitaria: todos los seres vivientes resultan ser, para ella, hermanos, en cuanto son amados por un mismo Padre. Al igual que San Francisco de Asís, la poeta celebra en versos las maravillas naturales que son, para ella, la expresión misma de la grandeza de Dios. Así, esta obra puede ser considerada como la versión mistraliana del Cántico de las criaturas.7 Por su parte, las tres figuras que protagonizan 8el poema constituyen una imagen de “ese dinamismo trinitario que Dios ha impreso en [el hombre] desde su creación”9. Como menciona el investigador Jaime Concha, se trata de una trinidad americana que pareciera estar evocando el dogma católico10 , puesto que, a través de la amorosa comunión que mantienen entre sí, la poeta muestra que “todos los seres del universo estamos unidos por lazos invisibles y conformamos una especie de familia, una sublime comunión que nos mueve a un respeto sagrado, cariñoso y humilde”. 11
«Es necesario acudir a las diversas riquezas culturales de los pueblos, al arte y a la poesía, a la vida interior y a la espiritualidad»»
Laudato si´, 63
A su vez, la dimensión indígena que aporta el niño diaguita permite ampliar los horizontes de la reflexión ecológica. Esta no solo se limita al mundo vegetal o animal12, sino que también aborda las inquietudes de una ecología integral enfocada en la justicia. La autora incluye en su poema a los más vulnerables, principales víctimas de la explotación ecológica 13. De modo que, al denunciar la precaria situación de los mapuche, los campesinos y los niños14, la obra se abre a lo social.
Finalmente, el sustrato indígena que atraviesa el poema es otro rasgo esencial de su conciencia ecológica. En esa línea, el Papa dice que “es indispensable prestar atención a las comunidades aborígenes con sus tradiciones culturales [porque] para ellos la tierra no es un bien económico, sino don de Dios y de los antepasados que descansan en ella, un espacio sagrado”15. La cosmovisión indígena desde la cual Mistral modela su pensamiento ecológico resulta enriquecedora para una perspectiva católica de la fe en cuanto fuente de sabiduría complementaria, pues “si nos acercamos a la naturaleza y al ambiente sin esta apertura al estupor y a la maravilla, si ya no hablamos el lenguaje de la fraternidad y de la belleza en nuestra relación con el mundo, nuestras actitudes serán las del dominador”.16
Notas
- Este artículo está basado en el proyecto “Cantar y hacer cantar la naturaleza: una mirada ecológica de la fe en la poesía de Gabriela Mistral” fue financiado por el V Concurso de Investigación y Creación para alumnos, organizado por la Dirección de Pastoral y Cultura Cristiana en conjunto con la Vicerrectoría de Investigación de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Estudio tutoriado por la doctora Paula Miranda Herrera.
- Al respecto, véase el artículo de la investigadora Andrea Casals que aborda esta obra desde la ecocrítica: “La loca ecología de Gabriela Mistral”, Taller de Letras 60, 2017, pp. 9-17.
- Laudato si’, 14.
- Laudato si’, 11.
- Daydí-Tolson, S., «Fervor de la materia: paganismo mistraliano», Gabriela Mistral a 50 años del Nobel, Santiago: Ministerio de Educación, 1997, pág. 133.
- Diversos estudios dan cuenta de ello, como por ejemplo el artículo ya citado de Daydí-Tolson.
- Diversos estudios dan cuenta de ello, como por ejemplo el artículo ya citado de Daydí-Tolson.
- Al respecto, cabe recordar que las investigadoras Ana María Cuneo y Lorena Garrido han definido la poética mistraliana como canto.
- Como ya se mencionó, estos son: la mama, el niño indígena y el huemul.
- Laudato si’, 240.
- Concha, J., Gabriela Mistral, Santiago: Ediciones Alberto Hurtado, 2015, pág. 132.
- Laudato si’, 89.
- Véanse los poemas “La chinchilla», «A veces, mama, te digo…» y «Animales».
- Laudato si’, nº 48-52, págs. 37-43.
- Véanse los poemas «Campesinos», «Reparto de tierra» y «Araucanos». 15. Laudato si’, nº 146, pág. 114.
- Laudato si’, 11.