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Las diferencias son nuestra riqueza

A veces, nos cuesta sentirnos parte de un grupo diferente o excluimos a personas que son distintas por miedo a lo desconocido. En este cara a cara, los participantes dan testimonio de lo necesario que es abrirse al encuentro y derribar las barreras culturales e históricas que nos separan, “dejar de lado toda diferencia y, ante el sufrimiento, volvernos prójimos”1.

A nivel global, ¿cuáles son las mayores causas de discriminación y exclusión hoy?

Cristián Borgoño (CB): La discriminación tiene que ver con la distribución del poder, y a qué le atribuimos ese poder ha ido cambiando en la sociedad: en la época del feudalismo recaía en la nobleza; en el Imperio romano recaía en los ciudadanos y excluía a los esclavos; luego, se rompe el paradigma del poder nobiliario o aristocrático y durante la Revolución Industrial el poder económico se transforma en el origen del poder, por lo tanto, fueron excluidos quienes no participaban en el aparato productivo: el proletariado, las personas con discapacidad y las mujeres.

Mariana Zúñiga (MZ): Los prejuicios que aparecen del pensamiento: “Las personas con discapacidad tienen capacidades dife- rentes”. Siento que eso se interpreta como que no tenemos todas las habilidades y, por necesitar ayuda en ciertos aspectos, no podemos tener el mismo desempeño que quienes no tienen una discapacidad. En algunas situaciones he demostrado que tengo las capacidades que se piden para desempeñarme en cierta área y, aun así, sigo viéndome estigmatizada, como si no estuviera apta por tener una discapacidad.

Catalina García (CG): Cuando es una persona sin discapacidad quien define lo que un ciego puede hacer, evidentemente hay una barrera. Tiene que ver con el desconocimiento de la diferencia, porque no nos topamos con ella, y la falta de interacción es una causa importante de la exclusión y la discriminación. Si, por ejemplo, no se entiende la Ley de Inclusión Laboral, contratar a personas con discapacidad se vuelve una obligación para cumplir con un porcentaje. Encontrarnos y no vernos en las diferencias genera ideas erradas sobre el otro. Me pregunto si alejarnos de lo diferente es inherente a lo humano, no obstante, también tenemos la capacidad humana de modificarlo de manera estructural. Por otro lado, está la noción de normalidad: el problema es cuando pensamos que no tiene que ver con lo común mayoritario, sino con lo correcto.

«EN ALGUNAS SITUACIONES HE DEMOSTRADO QUE TENGO LAS CAPACIDADES QUE SE PIDEN PARA DESEMPEÑARME EN CIERTA ÁREA Y, AUN ASÍ, SIGO VIÉNDOME ESTIGMATIZADA, COMO SI NO ESTUVIERA APTA POR TENER UNA DISCAPACIDAD». Mariana Zúñiga

Frente a los cambios sociopolíticos que vivimos, ¿qué desafíos tenemos como país en materia de inclusión?

MZ: Hartos desafíos. Yo me desplazo en silla de ruedas y es difícil andar en la calle o entrar a lugares que, como dijo Catalina, cumplen con la ley de tener una rampa de acceso, pero muchas veces están mal hechas, muy empinadas, escondidas, etcétera. En el caso de las personas ciegas, pasa con la línea podotáctil. Si vamos a ayudar a quienes tienen discapacidad, que no sea por cumplir, sino por demostrar una inclusión verdadera. Viví en carne propia ser excluida de colegios que no tenían las herramientas para acogerme o que, como nunca habían recibido a un niño con discapacidad, no sabían cómo manejar la situación.

CB: El requisito fundamental para que una normativa tenga efecto es que no sea contradictoria. Es decir, podemos poner todas las leyes que queramos para incluir a personas con discapacidad, pero si el mismo aparato legal permite la eliminación de personas por su discapacidad, me refiero al aborto eugenésico, que asegura que las personas con discapacidad congénita no existan, estamos mandando mensajes contradictorios. Las leyes son necesarias—estoy convencido de que, si no se alcanzan ciertos estándares, tenemos que obligar, como con la equidad de género—, pero mientras no se solucionen estas contradicciones de la sociedad, y no se valore realmente a las personas con discapacidad, a la mujer, a los adultos mayores o la categoría que queramos, no sirve para nada.

CG: Es importante hacer una diferencia cuando tiene sentido: ¿Cómo potenciamos que haya oportunidades para todas las personas? Probablemente no hay que tener todo en representación porcentual, sino asegurarnos de que quien está interesado y tiene las competencias y méritos, esté; y que en espacios donde se hable de derechos, estemos todos. Si solo consideramos méritos, se siguen manteniendo las inequidades.

CB: Otro desafío es valorar el papel de la mujer y la maternidad. Todos sabemos que sus pensiones son menores, porque jubilan antes y tienen lagunas obligadas por la maternidad; por lo tanto, cotizan menos años y viven más: es imposible que las pensiones sean iguales en esas condiciones. Hay que hacer una transferencia que permita compensar estas situaciones para que no haya perjuicios injustos y no sea un costo que asuma la sociedad entera; pero eso implicaría renunciar a la posición de privilegio de los hombres. O somos conscientes de esa ventaja laboral y renunciamos a ella en pos de una mayor equidad, o vamos a tratar siempre de hacer solo hasta donde nos exige la ley.

CG: Falta compartir espacios físicos, sociales y emocionales, desde una mirada universal pensando con la mayor diversidad posible. A veces nos cuesta dialogar, ni siquiera escuchamos al otro, sino que esperamos que termine de hablar para que sea nuestro turno. Si uno no está abierto a oír y decir: “puede ser”, “parece que no lo había considerado”, a cambiar de opinión, nunca podremos conversar. La ciudad tampoco es amigable con niños, adultos mayores, extranjeros, peatones. Eso sigue dificultando el espacio de interacción, imposibilitando que la diversidad se haga presente.

«LA IGLESIA COMO INSTITUCIÓN SE ASIMILA A LA CULTURA EN LA QUE ESTÁ INSERTA, Y EN ESTA CULTURA HAY ASIMETRÍA DE PODER. SIN EMBARGO, LA IGLESIA FUE PIONERA EN LA ACOGIDA DE LOS DESCARTADOS O DE LA EXALTACIÓN DE OTROS ROLES SOCIALES QUE SE FUERON DESARROLLANDO EN SU ESTRUCTURA». Cristián Borgoño

Jesús fue inclusivo con distintas realidades y muchas iglesias locales también acogen a los enfermos, pobres, mujeres víctimas de violencia, entre otros, ¿hay alguna deuda de la Iglesia con los marginados?

MZ: No quiero dar una opinión tan amplia, porque no me considero creyente ni he tenido un acercamiento muy profundo a la Iglesia. Lo poco que he tenido ha sido gracias al curso teológico que tomé y, de lo que he podido ver y compartir ahí, donde participamos con personas que tienen algún grado de discapacidad, nos contaron que en algunas iglesias existe la “catequesis especial”. Esto me pareció curioso —no sé si después el padre puede ahondar en el tema—, pero todos, con discapacidad o no, somos iguales y creo que la catequesis es un espacio para que todos puedan desarrollar la espiritualidad, con algún grado de adaptación, pero sigue siendo igual al resto de catequesis. No debiese haber separación entre las personas con y sin discapacidad.

CB: La catequesis especial es dirigida a un sacramento de iniciación cristiana que, normalmente, lo reciben menores de edad, por lo tanto, son los padres quienes gestionan estos procesos y son ellos quienes piden que sus hijos sean catequizados de una manera distinta, porque los niños no logran relacionarse de un modo agradable con sus pares, ya que ni los pares ni los catequistas están entrenados para que eso suceda. Algunos niños del espectro autista, con dificultades cognitivas o sociales, lo pasan pésimo y por eso los padres piden un proceso distinto. Esa es la razón de ser de la catequesis especial. En mi parroquia se llama “capacidad de amar”.

CG: Hay veces en que diferenciarnos nos ayuda. Si uno habla de “especial”, sin la carga que tiene respecto de lo que es normal, como lo mayoritario, no tendría nada de malo. En el trabajo con niños chiquititos con determinadas características cognitivas, puede haber algo beneficioso en encontrar pares con quienes compartir las características que los hacen diferentes. Así como buscamos la integración, también es muy sanador, protector y beneficioso para la autoestima generar redes, aprender cómo el otro resuelve ciertas dificultades, para encontrar fortalezas y generar una identidad.

CB: La Iglesia como institución se asimila a la cultura en la que está inserta, y en esta cultura hay asimetría de poder. Sin embargo, la Iglesia fue pionera en la acogida de los descartados o de la exaltación de otros roles sociales que se fueron desarrollando en su estructura. Esa fue una de las razones por las que el cristianismo se arraigó en los sectores más populares y en los sectores elevados que desarrollaron una conciencia de que el mundo, tal como lo conocían, no estaba funcionando adecuadamente. Otro tema de inclusión es el ejemplo clásico de la ordenación de las mujeres: ¿Dónde está la acogida a la mujer? Hay que enmarcarlo dentro de la comprensión del dimorfismo sexual, la diferencia entre varón y mujer. Para la Iglesia, la corporeidad no es un accidente, sino algo fundamental que genera cierta diversidad en la igualdad. Los sacramentos son realidades visibles que expresan cosas invisibles, pero que tienen relación entre lo material y lo que comunican; por ejemplo, el pan y el vino son alimentos y la eucaristía se entiende como un alimento espiritual. En la ordenación sacerdotal hay una configuración con Jesucristo, quien debe ser representado por un ministro varón. El cristianismo no es una religión de ideas, sino de realidades corporales que se ven y se tocan, por eso este tema es relevante.

«SI UNO NO ESTÁ ABIERTO A OÍR Y DECIR: «PUEDE SER», «PARECE QUE NO LO HABÍA CONSIDERADO», A CAMBIAR DE OPINIÓN, NUNCA PODREMOS CONVERSAR. (…) ESO SIGUE DIFICULTANDO EL ESPACIO DE INTERACCIÓN». Catalina García

En la UC, ¿cómo hemos avanzado a este respecto?

MZ: Cuando salí del colegio y empecé a buscar universidades, lo que más me daba miedo era inscribirme en una universidad que no estuviera adaptada y que me hiciera sentir excluida por no poder participar adecuadamente. Cuando me enteré de que existía el PIANE (Programa para la inclusión de alumnos con necesidades especiales), me sentí aliviada y muy agradecida de que existiera una preocupación por el completo desarrollo de los estudiantes.

CB: En mi experiencia como académico, hay bastante liderazgo desde la educación superior. No tengo el comparativo, pero se percibe un empuje notorio y la idea es que venga subsidiariamente, sin dejar todo a la libre iniciativa o la simple motivación de académicos u órganos directivos de las facultades. También hay que bajar las expectativas: nos gustaría tener una rectora, por ejemplo, pero para eso deberíamos tener un buen número de decanas que puedan ser elegidas. La construcción de esta equidad lleva tiempo y tiene que ir desde la base de la pirámide hacia arriba. Se está trabajando en esto, así que hay que esperar a que los frutos de esa política lleguen cuando tengan que llegar, pero hay temas estructurales que no se resuelven con buena voluntad ni políticas de corto plazo. Es una gran oportunidad, que creo que se está aprovechando, para desplegar el rol de las mujeres en las áreas directivas.

CG: Escuchar a Mariana significa que vale la pena todo lo que se hace, tiene sentido cuando lo perciben las personas y pueden sentirse parte. Comparto lo que dice el padre: el apoyo desde la dirección superior ha sido fundamental. Uno nota la diferencia cuando tiene respaldo del rector, vicerrector, etc. La universidad ha avanzado en tener una definición de inclusión, una decisión clara de que busca ser inclusiva y ha tomado medidas al respecto: hay una conceptualización, pero con sentido. Decidir en qué más queremos seguir avanzando en función del contexto. Nuestra universidad tiene elementos de inclusión en los últimos tres planes de desarrollo, un eje específico planteado de forma explícita y transversal. Hay una política de inclusión en revisión, tenemos la Dirección de Inclusión que articula cosas que existían como el PIANE muy antiguo y valorado; se creó la Dirección de Equidad de Género hace poco, se está trabajando en un programa de interculturalidad. La idea de inclusión está en todas las direcciones de manera transversal y, a partir de eso, se generan acciones específicas.

Notas

  1. Papa Francisco, Carta encíclica Fratelli tutti, Asís, 3 de octubre de 2020, N° 81.

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