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Mujeres gestando futuro sin libertad

En la cárcel, las madres sufren un gran dolor al perder el vínculo con sus hijos, debido a que sus necesidades biológicas, físicas y emocionales no son cubiertas en los establecimientos penales y son víctimas de la sanción moral y estigmatización por las desigualdades de género imperantes. Han sido definidas por la ONU1 como un grupo prioritario, al establecer que los centros penitenciarios deben contar con prácticas no discriminatorias, con espacios para reunirse con sus hijos, y, si han sufrido abuso sexual u otra forma de violencia antes de su reclusión o durante ella, tienen derecho a recurrir ante las autoridades judiciales y contar con apoyo de salud física y mental.

Las mujeres privadas de libertad representan cerca del 8% de la población penitenciaria, la mayoría son madres y sus niveles de encarcelamiento han aumentado en mayor proporción que el segmento masculino2 durante los últimos 10 años, como consecuencia del endurecimiento de las sanciones penales en régimen cerrado.

La evidencia destaca que las personas privadas de libertad viven un aislamiento emocional y carecen de apoyo y redes sociales, debido a la ausencia o pérdida de relaciones cercanas de apego3. Fortalecer el apego maternofilial es un derecho, tanto para las madres como para sus hijos, en un contexto donde las historias vitales suelen relacionarse con abandono escolar, embarazo adolescente y vivencias de abuso.

La maternidad es uno de los aspectos más valorados socialmente, generando muchas expectativas4, lo que deja a las mujeres privadas de libertad en una situación aún más precaria y culposa, cargando con un estigma de madres despreocupadas5. Por tal motivo, la participación activa en la crianza de sus hijos es un acto restitutivo de derechos67, siendo indispensable la adopción de medidas especiales de protección y de mantenimiento de los vínculos de los niños con sus madres8, aminorando los efectos negativos de la separación forzosa y de la censura y estigma social9.

«FORTALECER EL APEGO MATERNOFILIAL ES UN DERECHO, TANTO PARA LAS MADRES COMO PARA SUS HIJOS, EN UN CONTEXTO DONDE LAS HISTORIAS VITALES SUELEN RELACIONARSE CON ABANDONO ESCOLAR, EMBARAZO ADOLESCENTE Y VIVENCIAS DE ABUSO».

El papa Francisco en el CPF llamó a las mujeres a ser gestantes de su futuro con esperanza en el cambio, valorando los procesos individuales para la reinserción, y a la sociedad en su conjunto a realizar procesos colectivos de reflexión para acoger y reparar con la premisa de que “estar privado de libertad, no es lo mismo que estar privado de dignidad. La dignidad no se toca, se custodia, se acaricia”10. Esto quiere decir que las sociedades deben avanzar en la búsqueda de contextos integrales, donde las personas puedan vivir con la dignidad que les es propia.

En prisión no pueden desconocerse los condicionantes de género y de victimización de la criminalidad femenina, más aún cuando el proceso de criminalidad fue precedido por un acto de victimización, que muchas veces es ignorado, aunque sea muy relevante para ellas. Gran parte de sus motivado- res criminógenos se gestan en formas de opresión y sometimiento de una estructura social patriarcal que se agudiza en sectores marginalizados y con amplitud de desigualdades sociales.

VISITA DEL PAPA FRANCISCO a las mujeres privadas de libertad en el Centro penitenciario femenino en San Joaquín, 2018.

Muchas de ellas han sufrido repetidas situaciones de exclusión y violencia física y sexual, sufriendo abuso y violencia en relaciones de pareja y familiares, y en contextos precarios, las que se agudizan durante su encarcelamiento11. Los procesos de violencia de género que sufren las mujeres privadas de libertad están detrás de los delitos que han cometido; siendo el género un motor que propicia dichos procesos victimales y criminales12.

Las mujeres privadas de libertad estaban presas antes de la prisión: víctimas de violencia de género, entran a la cárcel escapando de una relación de maltrato cuya huida orienta al delito; hay una relación clara entre ser víctima y ser delincuente, y el trato recibido en la cárcel es de delincuentes, sin considerar que, además, son víctimas de violencia13.

El modelo social que predomina en las cárceles traza una equivalencia entre lo femenino y lo maternal, reproduciendo vínculos que maternalizan e infantilizan a las mujeres; reafirmando dicha caracterización del rol de mujer14, el cual conlleva una estigmatización si no se cumple, y entre las mujeres privadas de libertad muchas sienten que son “malas madres” por haber abandonado a sus hijos, desde que entran hasta que salen de prisión15.

 

Fortalecer la dignidad y reestablecer el vínculo madre-hijo/a

El objetivo de este proyecto16 fue conocer y analizar algunas de las dimensiones que buscan fortalecer la dignidad y restablecer el vínculo madre-hija/o de las mujeres privadas de libertad en el Centro Penitenciario Femenino (CPF) de la Región Metropolitana y que participan en el Programa Rehaciendo Vínculos de la Vicaría de Pastoral Social Cáritas, el cual acompaña a madres privadas de libertad que se caracterizan por tener un compromiso delictual mediano o alto, una fecha de cumplimiento de condena programada entre uno y dos años, contar con una persona que viva con sus hijos y no haber sido condenadas por abuso sexual u homicidio17.

Rehaciendo Vínculos tiene tres componentes: la “línea vincular” orientada a favorecer el vínculo entre madres e hijos y adultos de referencia en medio libre; la “línea prosocial” de habilidades sociales, para propiciar trayectorias de cambio, y la “línea gestión de redes”, donde se articulan las redes intra y extracarcelarias ajustadas a las necesidades de las mujeres. Consta de visitas protegidas entre madres e hijos, la realización de talleres individuales y grupales, y el acompaña- miento a más de 400 mujeres y 1.500 niños y adolescentes.

A través de una metodología de investigación especialmente cualitativa, se realizaron entrevistas al inicio y al final de la participación en el mencio- nado programa. Lamentablemente, debido a la contingencia provocada por el COVID-19, se pudo realizar solo dos entrevistas, lo que tuvo un impacto en el análisis de la investigación. Cabe destacar que este proyecto contó con el significativo aporte de estudiantes de pregrado, lo que fortaleció sus habilidades de investigación y aproximación a una temática que requiere una intervención ética y socialmente perentoria.

El fortalecimiento del vínculo maternofilial es un factor dinámico favorecedor de cambios de identidad, del desarrollo de un proyecto vital y de la consolidación de redes18. El programa trabaja a partir de la teoría del desistimiento, que busca que la persona que ha delinquido deje de hacerlo y que cumpla con la ley19, con el desarrollo de programas de rehabilitación y el análisis de lo que sucede dentro y fuera de la cárcel, en el entorno social del interno/a20. Las dimensiones que favorecen el desistimiento son contar con, pero también percibir, estas redes de apoyo local, comunitario, municipal y también de la iglesia, como ocurre con el Programa Rehaciendo Vínculos.

Maternidad desde el encierro

Como resultado de esta investigación se concluye que las mujeres entrevistadas reportan en común el sentimiento de abandono y el dolor que coexiste con embarazo y maternidad adolescente, deserción escolar, abuso de sustancias y contextos precarios.

Tienen un apego inseguro con sus hijos, un rol difuso de madre: les cuesta ponerles límites y llegan incluso a ser parentalizadas, lo que implica que estas madres ausentes o privadas de libertad y que no cumplen sus funciones, las delegan a sus hijos, quienes asumen un rol paternal.

Se observa una dificultad en la mentalización de ser madre, ligada a la falta de experiencia cotidiana de crianza con sus hijos, de un dolor por no poder estar con ellos. Idealizan el rol mater- no, como amor y cariño sin límites, sin analizar las experiencias dolorosas previas: desde el polo de “malcriadora” a lamentar la experiencia materna. Muchas reconocen que igualmente mantienen contacto cotidiano con sus hijos por vía remota y constantemente temen que estén en peligro.

«LAS MUJERES PRIVADAS DE LIBERTAD ESTABAN PRESAS ANTES DE LA PRISIÓN: VÍCTIMAS DE VIOLENCIA DE GÉNERO, ENTRAN A LA CÁRCEL ESCAPANDO DE UNA RELACIÓN DE MALTRATO CUYA HUIDA ORIENTA AL DELITO».

Suelen ser sostenedoras económicas gracias a que existe la posibilidad de trabajar en el recinto penal. En este espacio, las mujeres tienen que reprimir sus emociones, viven en hacinamiento, con acceso limitado a los servicios básicos y las relaciones con otras internas son complejas. Ingresar al recito penal significa adaptarse a las normas y procedimientos, además de la autoridad de Gendarmería. También surge la dificultad de la realización de intervenciones sociales, dado el acotado espacio físico, la falta de privacidad en las visitas protegidas y el estricto control institucional.

No obstante, tras participar del pro- grama, las mujeres logran crear redes de apoyo entre ellas, su deseo de cumplir el rol de madre se ve potenciado y desarrollan habilidades como la responsabilidad, empatía, manejo de conflictos y ansiedad, y se impulsa un cambio en su proyecto vital, mejorando su autoconfianza.

Una vida en pausa

 

A las mujeres privadas de libertad es como si se les detuviera el tiempo

Herrera Enríquez, M. C. y Expósito Jiménez, F., “Una vida entre rejas: Aspectos psicosociales de la encarcelación y diferencias de género”, Psychosocial Intervention 19(3), 2010, pp. 235- 241. Disponible en: https://doi.org/10.5093/in2010v19n3a4.[/efn_note]. Ello se observó en las entrevistas, donde las expectativas respecto de la relación con sus hijos, encontrar trabajo y vivienda fácilmente al cumplir su condena, se idealizaban.

Ellas sufren más la prisión que los hombres21, pues afecta directamente a su núcleo familiar, ya que deben cumplir con un rol impuesto por la sociedad de soporte afectivo y económico para sus familias.

Es decir, sufren una doble condena: la del encierro y la social, por lo que es indispensable incluir un enfoque de género en las políticas penales y penitenciarias, pues se mantienen y fortalecen las desigualdades sociales con la variable de género como eje vertebrador principal22.

 

Notas

  1. ONU, Reglas de Bankok.
  2. Programa Rehaciendo Vínculos, op. cit
  3. Esposito, M., “Women in prison: unhealthy lives and denied well-being between loneliness and seclusion”, Crime, Law and Social Change 63(3-4), 2015, pp. 137-158.
  4. Aiello, B. y McQueeny, K., “‘How can you live without your kids?’: Distancing from and embracing the stigma of ‘incarcerated mother’”, Journal of Prison Education and Reentry 3(1), 2016, pp. 32-49.
  5. Roberts, D. E., “Mothers who fail to protect their children: Accounting for private and public responsibility”, Mother Troubles, 1999, pp. 31-49.
  6. Collewet, L., “Inhuman detention conditions in Bangkok”, Oxford Monitor of Forced, Migration 2(1), 2012, pp. 28-33.
  7. Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño
  8. Briceño-Donn, M., Mujeres y prisión en Colombia: análisis desde una perspectiva de derechos humanos y de género. Bogotá, Colombia: Procuraduría General de la Nación, 2007. ISBN: 9789588295282.
  9. Sharpe, G., “Precarious identities…”, op cit.
  10. Papa Francisco, Discurso a las mujeres privadas de libertad del CPF, Chile, 2018.
  11. Programa Rehaciendo Vínculos, op. cit.
  12. Ibídem.
  13. Aristizábal Becerra, L. A. y Cubells Serra, J., “Delincuencia femenina y desistimiento: factores explicativos”, Universitas Psychologica 16(4), 2017, pp. 1-14. Disponible en: https://doi.org/10.11144/Javeriana.upsy16-4.dfdf.
  14. Antony, C., “Mujeres invisibles: las cárceles femeninas en América Latina”, Nueva Sociedad 208, 2007, pp. 73-85.
  15. Ibídem.
  16. Proyecto financiado por el XVI Concurso de Investigación y Creación para Académicos, organizado por la Dirección de Pastoral y Cultura Cristiana en conjunto con la Vicerrectoría de Investigación de la Pontificia Universidad Católica de Chile.
  17. Programa Rehaciendo Vínculos, de la Vicaría de la Pastoral Social Cáritas, 2018.
  18. Sharpe, G., “Precarious identities: ‘Young’ motherhood, desistance and stigma”, Criminology & Criminal Justice 15(4), 2015, pp. 407-422.
  19. Programa Rehaciendo Vínculos, op. cit
  20. McNeill, F., “El paradigma del desistimiento para la gestión de delincuentes”, InDret (1), 2016.
  21. Ibídem.
  22. Calvo, E. D., “El encierro carcelario. Impacto en las emociones y los cuerpos de las mujeres presas”, Cuadernos de Trabajo Social 27(2), 2014, pp. 395-404. Disponible en: http://dx.doi.org/10.5209/rev_CUTS.2014.v27.n2.43821.

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