«Fey amutule tami pewma
fey moymatulmi pu füchake che ñi dungun
chew püle müleweay mapu ñi pu llal
ini am kimeltuafiyiñ mawidantu ñi ñüküf.»
«Y si se van tus sueños y olvidan la palabra
de los abuelos tus labios
adónde quedan los hijos de la tierra
y a quién enseñamos el silencio de nuestros bosques.»
La construcción espiritual del mundo mapuche se genera a través de un vínculo fundamental entre el ser humano y la naturaleza, con el propósito de sostener una vida en equilibrio. En este sentido, el rol de la familia es clave en el ejercicio de reafirmar la identidad espiritual y territorial mapuche, pues ambos elementos siempre irán unidos en esta filosofía de vida.
Los mapuche no podemos hablar de nosotros mismos desapegados de la raíz o la identidad tuwün que nos origina y da sentido a nuestra vida, a nuestro presente y futuro, no sólo como seres individuales, sino como pertenecientes a un territorio con sus propias características.
La organización social y espiritual del mundo mapuche comienza con la familia (reñma), donde no sólo están presentes padres e hijos, sino también y, en primer lugar, los abuelos. Cada hijo o hija tendrá que saber quiénes son sus abuelos paternos (laku y kuku) y maternos (chuchu y chedki), y su procedencia, pues que esto determina su tuwün. Al tuwün se añade el conocimiento del küpalme, que se relaciona con el poder espiritual de las personas. En esta filosofía de vida se encuentran las personas que son autoridades tradicionales de índole espiritual: los machi, longko y otros, cuya formación se ha determinado a través de los pewma (sueños), lo que viaja de una generación a otra.
Varias reñma conforman un lof (agrupación de familias), situado en un territorio. Desde el punto de vista espiritual mapuche, cada lof posee su espacio donde se realiza una de las ceremonias más importantes: el ngillatun. Dicho lugar recibe el nombre de ngillatue y se considera un espacio sagrado. En cada ngillatue existe un rewe que representa a los antepasados, siendo ellos la fuente espiritual del mundo mapuche.
Estas expresiones cobran sentido cuando miramos cómo se construye la organización espiritual del mundo mapuche, reconocida y aceptada entre nosotros, pero desconocida y negada aún frente a una sociedad más dominante. En este contexto, cabe señalar la necesidad de apertura de consciencia para una comprensión más profunda de las diferencias y riquezas culturales, reflexionando especialmente desde las entidades educativas, cuyo compromiso lleva a formar profesionales que comprendan y dialoguen en una sociedad diversa, respetuosos de los principios y maneras de mirar el mundo.
« Cabe señalar la necesidad de apertura de consciencia para una comprensión más profunda de las diferencias y riquezas culturales, reflexionando especialmente desde las entidades educativas, cuyo compromiso lleva a formar profesionales que comprendan y dialoguen en una sociedad diversa, respetuosos de los principios y maneras de mirar el mundo »
Durante mi formación en pregrado, encontré los espacios para hablar de mi pensamiento como mapuche, así como también lo expresaban mis compañeros venidos de diferentes territorios del wall mapu (cordillera, costa, sur). Muchos éramos hablantes del mapudungun y nuestros profesores nos reconocían e instaban a mostrar nuestras vivencias en diferentes eventos y reflexionar sobre el compromiso con nuestras familias y comunidad, pues buscamos traspasar las barreras del individualismo y trabajar por nuestro reconocimiento.
Actualmente, como académica, encuentro esta apertura en el campus como un espacio que se origina para manifestar este pensamiento distinto, de una cultura diferente, tan propia y cercana, pero que aún requiere tiempo para reencontrarse y reconocerse.
Es preciso dialogar en los elementos que nos unen como seres humanos, con una comprensión constante, sin deseos de dominación entre culturas, sino de aprecio y aprendizaje.