Macarena Maldonado
Editora Revista Diálogos N°6

 

P. Samuel Fernández
Profesor de la Facultad de Teología UC
Doctor en Teología y Ciencias Patrísticas por la Universidad Lateranense
sfernane@uc.cl

 

Manuel Correia
Profesor de la Facultad de Filosofía UC
Doctor en Filosofía por la University of London
mcorreia@uc.cl

 

Revista

¡Compártelo!

La Luz de la Fe

«Preguntas entre académicos»: Artículo basado en Cursos de Formación para Académicos Pastoral UC.
El papa Francisco acaba de publicar su primera Encíclica Lumen Fidei dedicada a la virtud de la fe, la que estaría asegurada por el don de la sucesión apostólica y por el Magisterio de la Iglesia. Dos profesores explican los alcances del documento que será estudiado en uno de los Cursos para académicos de este segundo semestre.

¿De qué manera las afirmaciones de Lumen Fidei complicaría el diálogo con otras iglesias cristianas en las cuales la fe es preservada exclusivamente a través de la palabra? 1

Padre Samuel Fernández
Profesor de la Facultad de Teología UC

P. Samuel Fernández: La nueva Encíclica insiste en que la fe es capaz de iluminar la realidad completa, precisamente porque el Dios que creó toda la realidad es el mismo que llama a la fe. La misma Palabra creadora, la que llama a la existencia lo que no es, es la Palabra que salva, es decir, la que llama a Abrahám. Esta estrecha relación entre lo que podríamos llamar «la lógica de la realidad» y «la lógica de la fe» es el fundamento que permite afirmar que la fe es capaz de iluminar toda la realidad, precisamente porque no es una palabra ajena a la realidad, como un mensaje que viene de afuera, sino la clave de comprensión de la realidad. La vinculación entre la fe y la creación, entonces, permite afirmar que la fe está en continuidad con la realidad, pues reconoce una estrecha relación entre la palabra de la fe y la verdad de las cosas. Desde esta perspectiva, la estrecha relación entre la fe y la realidad permite que el creyente, por una parte, juzgue la realidad con la luz de la fe, es decir, pueda discernir, por ejemplo, cuál es el desarrollo auténticamente humano, y así interpretar la realidad a la luz de la fe. Y, por otra parte, esta misma vinculación entre la realidad y la fe le permite al creyente discernir cuál es el contenido auténtico de la propia fe, y diferenciarlo de las estructuras culturales en que se expresa, convencido de que nada auténticamente inhumano es digno de fe.

De esta manera, la verdad de la fe no se presenta como un obstáculo para el diálogo con los demás, sino como una luz. Lo que complica el diálogo con otras iglesias cristianas no es la verdad, sino el error, y uno de los errores más frecuentes en este diálogo ha sido darle un carácter absoluto e inmodificable a determinadas formas en que histórica y culturalmente se ha expresado la fe. La verdad no es un obstáculo para el diálogo, sino su fundamento: en la medida en que los que dialogan se acercan a ella, descubren lo que tienen en común. El creyente siempre es un peregrino, porque la verdad, que es Cristo mismo, nunca es poseída de modo exhaustivo: siempre hay espacio para profundizar. Por ello, no hay que renunciar a la propia fe para dialogar, sino que hay que profundizarla. si bien no es posible separar de modo nítido los elementos esenciales de la fe de aquellos transitorios (la fe se da solo en creyentes concretos), siempre es posible caminar esa dirección, para aproximarse siempre más al fundamento, que es Cristo mismo, y que nos dirige al Padre.

 

¿Por  qué  la  Encíclica  sostiene que  la  fe  es  la  «fuerza  que conforta  en  el  sufrimiento»? 2

Manuel Correia
Profesor de la Facultad de Filosofía UC

Manuel Correia: En la carta Encíclica Lumen Fidei el santo Padre, Francisco, ha colmado de intuiciones verdaderas nuestra reflexión. Con la sencillez de la verdad, en cuatro capítulos, ha recogido con gran sensibilidad e inteligencia los aspectos más importantes de la fe cristiana, mostrándola siempre y en diversos sentidos como una luz para el ser humano. algunos de los pasajes que me han parecido especialmente destacados son los siguientes: La fe es una madre porque engendra la vida divina en el alma humana (§5, p. 7) y la fe recta orienta a la razón a abrirse a la luz que viene de Dios (§36, p. 48).

ahora bien, los parágrafos §56 y §57 de la Encíclica, para definir un nuevo aspecto luminoso de la fe, el papa Francisco los ha subtitulado con la frase «Fuerza que conforta en el sufrimiento». ¿Por qué la fe es la fuerza que conforta en el sufrimiento?

En mi entender, lo ha dicho porque una vez infusa la fe es, y debe ser, la forma de la vida consciente del cristiano, ya que le entrega sentido a nuestra existencia incluso en el paso final de la muerte. sí; lo dice así, confrontando y criticando el racionalismo que no comprende que «al hombre que sufre, Dios no le da un razonamiento que explique todo, sino que le responde con una presencia que le acompaña (…) para abrir en ella un resquicio de luz» (§57, p. 78). Por eso es que el salmo 116, donde el salmista dice «Tenía fe, aun cuando dije ¡Qué desgraciado soy!» (v.10), resulta tan significativo para el Papa, pues si hay fe en el hombre, ninguna desgracia es insostenible. La fe (y no la sola razón) es la fuerza que anima y permite la respuesta del que sufre. así, antropológicamente, de un modo universal, la fe es la fuerza que conforta en el sufrimiento.

Pero también hay una dimensión ética y política en estas palabras. La fe es la fuerza que conforta en el sufrimiento al hombre particular que habita este mundo. La fe no es estática, es dinámica y transcurre en el tiempo. Junto a la esperanza y la caridad la fe integra las preocupaciones de todos los hombres (§57, p. 78), tal que «la esperanza nos proyecta siempre hacia un futuro cierto» (§57, p. 78), de hecho muy diferente que el futuro y la perspectiva de vida que nos ofrecen «los ídolos del mundo» (ibíd.). Por tanto, los cristianos debemos oponernos a que nos roben la esperanza (§57, p. 79) y, en general, a que nos fragmenten el tiempo con propuestas inmediatas que obstruyen el camino. «El tiempo es siempre superior al espacio» (§57, p. 79), y particularizar el tiempo y tratarlo como si fuera igual que el espacio es un error, según el Papa, «porque el espacio cristaliza los procesos», mientras que el tiempo «nos proyecta hacia el futuro» y nos «impulsa a caminar en la esperanza» (§57, p. 79). De este modo, con esta distinción entre tiempo y espacio, su santidad también hace ver el lado ético de la frase y enfatiza el deber de velar por nuestra fe.

*Ilustraciones Paulina Bustamante

Notas

  1. Pregunta de Claudia Metz, doctora en Biología Celular por la Pontificia Universidad Católica de Chile y profesora de la Facultad de Medicina UC.
  2. Pregunta de Arturo Yrarrázaval, doctor en Derecho por la Universidad de Yale y profesor de la Facultad de Derecho UC.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Artículos relacionados

Contáctanos

Déjanos tus datos y luego nos pondremos en contacto contigo para resolver tus dudas.

Publica aquí

Te invitamos a ser un generador de contenido de nuestra revista. Si tienes un tema en que dialoguen la fe y la razón-cultura, ¡déjanos tus datos y nos pondremos en contacto!

Suscríbete

Si quieres recibir un mail periódico con los contenidos y novedades de la Revista déjanos tus datos.