La celebración del inicio del Año de la Fe y los cincuenta años de la apertura del Concilio Vaticano II han traído aires renovados a nuestra Iglesia en el último tiempo. Suenan con más fuerza dos palabras que durante 2013 estamos invitados a vivir: «reconocer» y «reencantar».
Llamados al reconocimiento de nuestra fe, no solo mediante la acción del intelecto –ejercicio que probablemente muchos han realizado durante su formación cristiana–, dedicándose exclusivamente a la revisión de los contenidos, sino a un «reconocer» como quien conoce a una determinada persona en un momento y tiempo después se la vuelve a encontrar. A pesar de que esta haya cambiado por el paso del tiempo, al producirse el reencuentro se revelan los rasgos de la persona, entonces se le reconoce por la huella que en algún momento esta dejó. Esto es ir un paso más allá, el descubrimiento de la conexión que existe entre la verdad conocida con la experiencia de la vida personal. De esta manera, el reencuentro con la fe no se tratará ya de un conjunto de normas restrictivas, sino de la expresión del encuentro con Dios, acontecimiento «salvífico y liberador que realiza las aspiraciones más profundas del hombre, sus anhelos de paz, de fraternidad, de amor. La fe lleva a descubrir que el encuentro con Dios valora, perfecciona y eleva cuanto hay de verdadero, de bueno y de bello en el hombre» (S.S. Benedicto XVI, Audiencia General, 21-XI-2012).
¿Cómo transmitir esperanzas sólidas, ideales y valores claros, que nos reencanten con la fe? El diálogo, la apertura, la comunidad y la gratuidad, entre otros, son valores que podrían colaborar en dar un testimonio creíble que sea un aporte a este respecto.
Esta última afirmación es parte de lo que movió a los más de dos mil padres conciliares hace cincuenta años a plantearse cómo renovar la relación de la Iglesia con el hombre moderno, cómo favorecer el encuentro con Dios hoy. De esta manera, se produjo una actualización en materias doctrinales, litúrgicas y ecuménicas, pero los mayores aportes vinieron de la mano de los documentos relacionados con la libertad religiosa y el diálogo con religiones no cristianas, cuyos valores espirituales, morales y socioculturales debían ser conservados y desarrollados.
El nuevo número de la revista Diálogos que presentamos, ha sido dedicado a diversos temas acerca de la fe. Quisiéramos destacar especialmente el reportaje central basado en una investigación del profesor de la Facultad de Ciencias Sociales UC, Pablo De Tezanos-Pinto, acerca del cambio en la identidad religiosa que experimentan los jóvenes durante su paso por la Universidad. Se trata de una buena caracterización de este proceso que como comunidad UC no podemos dejar de observar, porque manifiesta una búsqueda trascendente constante, el espíritu inquieto de nuestros alumnos, lejos de la indiferencia que muchas veces se supone. Los resultados de este proyecto, ponen de manifiesto distintas preguntas que nos interpelan como Universidad Católica, ¿cómo transmitir esperanzas sólidas, ideales y valores claros, que nos reencanten con la fe? El diálogo, la apertura, la comunidad y la gratuidad, entre otros, son valores que podrían colaborar en dar un testimonio creíble que sea un aporte a este respecto.
Por último, queremos agradecer el trabajo de cada una de las personas que colaboran con esta publicación y desear a todos nuestros lectores que este nuevo año sea muy fructífero en todos los ámbitos. «El hombre cuanto más conoce la realidad y el mundo y más se conoce a sí mismo en su unicidad, le resulta más urgente el interrogante sobre el sentido de las cosas y sobre su propia existencia»(FR n.1).