Entrevista al ganador del concurso de fotografía del Área de Extensión y Cultura, Enrique Vergara Leyton, profesor-investigador de la Facultad de Comunicaciones UC. Quisimos conocer el contexto en el que se registró fotográficamente parte de la iglesia más antigua de Chile, qué buscaba transmitir el autor y cómo lo interpeló este espacio sagrado con siglos de historia y trascendencia.
1. ¿Por qué quisiste participar en el concurso? ¿Pensaste que podrías ganar?
Estamos preparando un proyecto sobre iconografía religiosa y hemos estado en San Pedro de Atacama y sus alrededores. La fotografía ganadora es la parte de atrás de la iglesia de Chui Chui, la más antigua de Chile. Su arquitectura e iconografía interiores son una síntesis muy interesante de la cultura cristiana que llegó a Chile y cómo empezó a incorporar elementos locales como el barro, la madera de cactus y otras especies propias de esta zona desértica. Eso fue lo que más me motivó: el rescate de esta particular cultura material; es decir, la síntesis de los objetos asociados a los cultos y los elementos propios locales.
Esta fotografía nació de una inquietud académica sobre el tema de la imagen asociada a lo religioso y coincidió con la invitación al concurso. Ganar fue una sorpresa, porque nunca me ha ido bien en este tipo de concursos.
2. ¿Cómo llegaste a la fotografía?
Mi interés por la fotografía está relacionado con mi trayectoria como investigador y los estudios sobre imagen y consumo. Esa línea de investigación, que incluye el patrimonio gráfico chileno, me introdujo en el diseño patrimonial y de ahí pasé a la imagen religiosa por un interés personal.
3. ¿Qué te llama la atención de la fotografía como forma de expresión?
La fotografía es un registro icónico de gran interés para un estudio retrospectivo y patrimonial. Constituyó un gran cambio respecto de otras formas de representación icónica, dada su reproductividad técnica a gran escala, fácilmente difundible a través de los medios de comunicación, y donde deja de existir un original de la obra. En épocas anteriores, cuando la imagen estaba circunscrita a una experiencia presencial del visionado de un original, como un cuadro del Renacimiento o un fresco a finales de la Edad Media, la única forma de verlo era viajar al lugar donde se exhibía. Después, con la pintura en tabla y las ilustraciones al interior de los libros, la imagen europea pudo circular y llegar a América. Posteriormente, se desarrolló el grabado, que permitió la reproducción en serie de la imagen y, al final, vino la fotografía análoga, que lo cambió todo en términos de entregar un registro testimonial objetivo de la realidad de gran difusión, lo que hizo de este soporte icónico un protagonista central de los modernos medios de comunicación.
4. ¿Cómo fue tu experiencia en el lugar que registraste en la fotografía?
Viajé a la iglesia de Chiu Chiu y a otras de la zona para recorrerlas y apreciarlas en su contexto original y, sin ser antropólogo ni arqueólogo, la experiencia de estar ahí y registrarla fotográficamente fue muy profunda, dada la historia que está detrás. Antes de la evangelización, estos lugares fueron regidos por la cosmovisión inca y, antes de eso, por la cultura local atacameña. Toda esa tradición religiosa tiene líneas de continuidad a las que se van incorporando nuevos elementos, donde la iconografía constituye un dispositivo de gran importancia para la comprensión de esas culturas y sus expresiones religiosas.
5. ¿Qué ha significado el patrimonio religioso en tu experiencia como fotógrafo aficionado?
Toda imagen nos remite a una cultura que la precede, que la explica y que es donde adquiere sentido. La investigación que estamos preparando tiene como objetivo abordar la dimensión simbólica de la imagen patrimonial religiosa. Cuál es el mundo al cual está dirigida y cómo se puede explicar; cómo adquiere sentido en el contexto en el que fue desarrollada y qué significado le podemos dar actualmente a ese imaginario religioso.
6. ¿Cómo introducir la escucha del patrimonio en la sociedad?
Hoy, el principal canal de difusión para nuestras investigaciones desarrolladas en la universidad son los libros y las publicaciones indexadas, un formato pensado por y para académicos, con un lenguaje muchas veces lejano y hermético. La vinculación con el medio, dimensión cada vez más relevante para las universidades, incluye otros soportes de difusión además de la divulgación científica, que permiten llegar de mejor manera al público no experto para que acceda, aprecie, participe y se informe de los nuevos conocimientos que entrega la investigación académica. Pienso que profundizar en esta forma de comunicación para un público no especializado es fundamental para acercar nuestro patrimonio cultural a nuevos públicos.
Un ejemplo, que me parece notable, es la experiencia del público que asiste a los museos en Europa, donde le entregan una audioguía en la entrada que le permite informarse sobre la obra que le interesa, que elije su idioma y le explican de forma clara y resumida una obra de Da Vinci o de Picasso. En Chile nos cuesta eso; las exposiciones son, por lo general, herméticas y no pensadas para un público que no es experto en el tema. En el mundo académico y artístico hemos pecado de explicaciones circunscritas al ámbito exclusivo de los expertos. Si queremos efectivamente acercar nuestro patrimonio cultural para que sea conocido y valorado, hay que situarlo y darlo a conocer a través de un lenguaje fácil y cercano.
7. ¿Cómo fue el proceso de selección de la fotografía?
En la fotografía convergen aspectos técnicos, como encuadre y luz, y al mismo tiempo, dimensiones simbólicas y subjetivas que tienen que ver con el objeto al cual remite que, en este caso, es un testimonio de fe. La fotografía que ganó —que no era la que consideraba mejor— expresa la fe en la trascendencia después de la muerte y la esperanza de la resurrección. En esta fotografía no aparecen personas de forma manifiesta, sino tumbas. No sabemos quiénes fueron los enterrados, pero creemos que sus restos están ahí y constituyen un testimonio de fe en la trascendencia cristiana. No es la primera vez que se fotografían estas tumbas, tienen muchos registros; sin embargo, cada fotografía es única en cuanto a encuadre, luz y composición. Cuesta mucho encontrar un objeto patrimonial religioso que no haya sido fotografiado.
8. ¿Cómo te encontraste con la iglesia de Chiu Chiu?
Como parte de la preparación de la investigación, hice una ruta de iglesias del mundo andino. Muchas de estas iglesias fueron construidas sobre templos incaicos que, a su vez, habrían estado sobre lugares de culto atacameños; es decir, son lugares sagrados resignificados por la fe cristiana.
Algo muy interesante, que fue una de mis motivaciones, es que todo el viaje supuso una peregrinación. No fue solo ir y sacar fotografías a determinados lugares. Hubo toda una preparación, un encuentro y, finalmente, un estar en un espacio sagrado. Fui a trabajar, pero también hubo una dimensión espiritual en el viaje como experiencia de encuentro y de fe.
9. ¿Tienes algún portafolio o trabajos que te gustaría compartir?
Si, el año pasado publicamos en la revista Mensaje, junto a Cristóbal Edwards, profesor de mi facultad, un artículo titulado “Vall de Boí, en Cataluña: Arte románico y legado”. En este artículo, se aborda el legado patrimonial que constituyen las iglesias románicas del Vall de Boí en el Pirineo catalán, su iconografía y la influencia que este arte tuvo en Picasso y las vanguardias artísticas de principios del siglo XX.