Arquitecto Moderno y de Conciencia Social
Por Sebastián Gray, Escuela de Arquitectura UC
Hablar del arquitecto Fernando Castillo Velasco es hablar de política, de la historia reciente de Chile, y del rol social de la arquitectura en un país que sufre de desigualdades crónicas. Tal vez la lectura paralela de su vida y obra sea su más valioso legado a la posteridad. Castillo hizo de su profesión un instrumento de justicia y esperanza a través de innumerables ejercicios, casi utópicos, de vida en comunidad; comenzando por la célebre Quinta Michita, conjunto de casas construidas en la antigua propiedad familiar en la comuna de La Reina. Eran casas pareadas y compactas, pero espaciosas e iluminadas, reservando la mejor parte del predio para el esparcimiento comunitario. Muchos visitantes recuerdan que, mientras afuera en Santiago se cernía el manto opresivo de la dictadura y sus quince años de toque de queda, dentro de los muros de la Quinta Michita se vivía una semblanza de solidaridad y libertad. Como arquitecto, su irrenunciable vocación de servicio está reflejada en sus permanentes investigaciones de modelos de vida comunitaria que hasta hoy se reconocen con su nombre: las admiradas «comunidades Castillo Velasco» repartidas por toda la ciudad y a las que se dedicó desde el retorno de su exilio en adelante.
Similar, aunque en otro ámbito, fue el modelo comunitario que experimentó Castillo durante su rectoría de la Universidad Católica. La historia de la universidad tiene un punto de inflexión en ese período. Profesor desde 1958, en 1967 fue elegido como el primer rector laico y el único electo por todos los estamentos universitarios mediante un inédito voto universal, en medio del fragor del movimiento de reforma universitaria. Es necesario recordar que el movimiento de reforma fue iniciado precisamente por los estudiantes de Arquitectura de la Universidad Católica, y para apreciar la voluntad progresista de Fernando Castillo, que durante su rectoría fundó la Dirección General Estudiantil, organismo encargado del bienestar de los jóvenes como respuesta a sus demandas, y el Departamento Universitario Obrero y Campesino (DUOC), proyecto radical surgido de su convicción del rol social de toda institución educativa. Fue removido de su cargo el 11 de septiembre de 1973.
Fernando Castillo entra en la posteridad como uno de los arquitectos con mayor influencia en la historia de Chile. Amparado en la visión de la vida que otorga la religión y el ejercicio amplio de la profesión, representa el ideal del arquitecto moderno, creativo, multifacético, emprendedor, comprometido, con profundo sentido ético y conciencia social. Para comprenderlo en su real potencia, ninguno de sus intereses puede ser disociado de los demás: arquitectura, filosofía, política y ética están concatenados en una unidad indisoluble y coherente. En esta época de glorificación del éxito individual y de un capitalismo sin mayor responsabilidad social ni proyecto de largo plazo, su trayectoria profesional y su cristianismo en acción servirán como ejemplo a generaciones de jóvenes arquitectos que esperan servir al país tan generosamente como él sirvió.