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Centro del cáncer “Nuestra Señora de la Esperanza”, UC Christus

Está sentado junto a sus hijos. Se mantiene en silencio, su mirada delata el torbellino de emociones que lo embargan. Quiere hablar, pero no lo logra. Esperamos en silencio. Hemos aprendido a esperar. Es el momento de la despedida y, precisamente por eso, se siente su importancia. La adrenalina del diagnóstico y la urgencia de los tratamientos ya han pasado. Es el momento del balance, de la evaluación del aprendizaje.

Nos levantamos de nuestras sillas. Se acerca y me regala un fuerte y prolongado abrazo. Ha vivido mucho en sus largos años, pero hoy es un día especial. Se asoman las lágrimas en sus ojos y lo seguimos nosotros.

Luego brotan las palabras: “Muchas, muchísimas gracias, porque llegamos devastados por el miedo y la duda, sobrepasados y frágiles, y fuimos acogidos con amor y compasión. Todo el equipo nos trató con cariño y nos devolvieron la esperanza”.

Mientras los vemos alejarse por el pasillo, nos quedamos en silencio con una profunda sensación de paz. Bajo, entonces, por el pasillo y la veo en su lugar de siempre. Han pasado 28 años desde que el Centro del Cáncer “Nuestra Señora de la Esperanza” de UC Christus, contiguo a la Facultad de Medicina, abrió sus puertas. Miles de pacientes han pasado por sus pasillos recibiendo, muchas veces, complejos tratamientos y cirugías, quimioterapia, inmunoterapias y radioterapias. Aunque algunos de ellos, lamentablemente, fallecieron por la enfermedad, muchos se han curado de su cáncer y, sin embargo, su imagen ha estado siempre ahí, para recordarnos que no estamos solos en nuestros dolores, y que siempre podemos mantener la esperanza en el amor incondicional que nos libera de nuestros temores y sufrimiento.

Pero el mayor privilegio no es poder contemplar esta significativa imagen en nuestro lugar de trabajo, sino, más bien, vivir con convicción el llamado a ser portadores de la luz de esperanza aquí y ahora. Hoy, más que nunca, se siente muy fuerte. “Adelante, pase usted, mi señora, tome asiento. Dígame, ¿cómo puedo servirle hoy?”.

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