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Crítica de Cine: Des Hommes et Des Dieux (De Dioses y Hombres)

PELÍCULA: DE DIOSES Y HOMBRES

Sinopsis: Es la historia de 8 monjes franceses que viven en un claustro en Argelia, al norte de África, comprometidos al servicio de un pueblo sufriente. La gente confía y acude a ellos para que los ayuden en los problemas que los aquejan. Al poco andar, la situación se torna peligrosa cuando unos croatas son asesinados por un grupo de fundamentalistas islámicos. El Ejército ofrece protección a los monjes, pero el prior decide no aceptar el amparo de un “ejército corrupto”. Desde ese momento, los monjes asumen un destino incierto.

Comentario: Si existen palabras para referirse a esta película son belleza, en cuanto a forma y contenido; y profundidad, por el desarrollo del tema tanto en lo psicológico y en lo social, como en lo teológico. Conmueve la belleza del solitario y rudo paisaje argelino, sus mesetas y cerros, sus atardeceres y amaneceres, que contrastan con la crueldad y violencia que se vive en un pueblo desgarrado por una guerra interna y por una pobreza extrema. Frente a un futuro incierto que pone en riesgo sus vidas, un grupo de monjes asentados en Argelia tiene distintas opiniones. Algunos sostienen que deben volver a su patria y no sufrir un martirio en vano, mientras que la mayoría es partidaria de permanecer hasta el final, compartiendo la suerte de este pueblo. Impresiona el respeto, la comprensión y tolerancia de unos con otros. Vienen las angustias, la oración desesperada: “No me abandones, Dios mío”, las dudas: “Dejé todo. No sé si es verdad”, el miedo –a veces insoportable– de la incertidumbre. Sin embargo, empieza a surgir entre ellos una solidaridad cada vez mayor y un sentido de comunidad que se alimenta de una fe  y esperanza común: “El Señor no prueba más allá de nuestras posibilidades”; “El discípulo no es más que el maestro”. A la vez, se observa la férrea posición del prior que no duda, pero tampoco juzga a los más débiles, solo los escucha. Y la fortaleza de uno de los monjes que confiesa: “No temo a la muerte; soy un hombre libre”. Estos sentimientos contagian a los dudosos y –ante una nueva votación– todos deciden permanecer hasta las últimas consecuencias. En una Eucaristía –un presagio del final que no deja de recordar a la Última Cena– la cámara recorre el rostro de cada monje revelando su intimidad; no es necesaria ninguna palabra. Es una escena de tal hermosura que conmueve hasta lo más hondo del ser. Ella sola justifica ver la película. Los muestra bebiendo una copa de vino –dos botellas que abren como si fuera un regalo– y la beben en una mezcla de tristeza junto a cierta paz por la opción tomada, e incluso alguna sonrisa mirándose a los ojos, lo cual llega al espectador como el reflejo de la confianza en Aquél a quién se han entregado. Uno de ellos, el más anciano, desnuda su alma con un llanto transparente; una pena que traspasará su ser y luego, de a poco, secará sus lágrimas. De Dioses y de hombres es una especie de concentrado de toda la fe cristiana, donde lo que aparece a los ojos humanos como una desgracia y un fracaso, es en realidad una luz esplendorosa, expresada por la blancura y pureza de la escena final por medio de la cual se resuelve la trama.

Ficha técnica

Año: 2010
Género: Drama
Reparto: Lambert Wilson, Michael Lonsdale, Jacques Herlin, Philippe Laudenbach, Xavier Maly, Olivier Rabourdin

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