
La creación de este espacio de vinculación con la comunidad nació, en gran medida, de la necesidad de democratizar la ciencia, de acercar a la ciudadanía conceptos como “sustentabilidad” y “agroecología” desde su propia realidad, así como promover el contacto directo con un humedal y una huerta. Hoy, más que nunca, la invitación es a cuidar la casa de todos, tal como lo resaltó el papa Francisco hace 10 años con la encíclica Laudato si’.
Corre un día de junio en Villarrica. El ambiente está húmedo, algunos rayos de sol se asoman. Se puede disfrutar de la frescura del aire. El cielo forma un mosaico entre el azul limpio y abundantes nubes viajeras.
Un bus se detiene junto a unas grandes letras celestes. Se lee MIRAS.
Baja un grupo de niños y niñas de 4 años, acompañado de educadoras, mamás y papás deseosos por moverse y explorar. La visita guiada comienza con un saludo en un gran círculo. Se miran a los ojos, tocan el suelo y activan el cuerpo. Luego, vamos a observar el humedal, contemplamos los árboles, escuchamos el agua, nos sorprende el vuelo de un tiuque, cerramos los ojos, escuchamos sonidos más lejanos: una huala, el viento en la cara, el sonido de las hojas. Abrimos los ojos. Se siente la tranquilidad, la conexión.
Nos sorprende una pareja de pates jergones que sale del tronco de un sauce, donde han hecho su nido. Seguimos avanzando. Nos espera un lugar lleno de plantas. Se trata de la huerta agroecológica El Boldo. Allí, las niños y niñas corren a descubrir formas y texturas de hojas, olores y sabores, flores de colores que se pueden comer. Quieren probarlo todo. Se ven alegres, juguetones, llenos de vida en esta experiencia multisensorial.
Por último, descubrimos a aquellos pequeños habitantes del suelo vivo. Comienzan a levantar piedras, palos, la pajita que abriga el suelo de la huerta. Parece una gran fiesta: se escuchan gritos de asombra o de miedo al ver una babosa Algunos se atreven a tocar lombrices y chanchitos de tierra. La gula acompaña, modelando el cuidado de cada uno de los seres vivos de la huerta. Todos son parte de un ecosistema, y cumplen una función.
Después de casi una hora compartida, el tiempo se acaba. No se quieren ir. Lo último que les decimos al despedirnos es que siempre pueden volver.
Lo descrito es una experiencia guiada en el Museo Interactivo Regional de Agroecología y Sustentabilidad (MIRAS), ubicado en el Complejo Interdisciplinario para el Desarrollo Sustentable Michel Durand Q. Desde su inauguración, en enero de 2022, ha recibido a más de 4.000 personas, principalmente, estudiantes de todas las edades y diversas comunas del país.
MIRAS busca despertar el amor por la naturaleza, por la creación, desde la vivencia gozosa de esta, a través del encuentro con los demás, recordando que somos naturaleza y la necesitamos.
Con grupos etarios mayores, vivenciamos de manera interactiva conceptos claves: sustentabilidad, cuenca e interconexión a través del agua, y el ecosistema. Reflexionamos sobre los problemas socioambientales y los matices presentes para su solución; el rol de cada uno de nosotros como parte del problema o como agentes de cambio. Por último, en la huerta, nos conectamos con el alimento y la medicina natural, el compostaje y la agroecología, destacando su aporte en el cuidado del agua, el suelo y la biodiversidad.
MIRAS busca despertar el amor por la naturaleza, por la creación, desde la vivencia gozosa de esta, a través del encuentro con los demás, recordando que somos naturaleza y la necesitamos.
La labor de MIRAS es posible gracias a un equipo conformado por Andrés Godfray, funcionario que cuida de cada detalle, profesionales y académicos que se involucran de distintas maneras, y un equipo de guías de estudiantes de las Pedagogías del campus Villarrica.
El mes pasado, el MIRAS fue ganador del Reconocimiento a las Buenas Prácticas en Iniciativas de Sustentabilidad en Instituciones de Educación Superior, categoría Vinculación con el Medio, concurso organizado por MetaRed S Chile de Universia, en colaboración con la Red Campus Sustentable y la Red Compromiso con el Desarrollo Sustentable.
¿Cuál podría ser el MIRAS de tu territorio? Quizá un patio, una plaza, un lugar para sentir y volver a conectarte, cuidar y cuidarte.