El 8 de noviembre se celebró la tercera versión del Día del Patrimonio Sagrado, una iniciativa impulsada por la Vicaría de la Zona Centro y la Delegación para la Educación y la Cultura de la Arquidiócesis de Santiago bajo el lema “Honrar la Tierra Sagrada”. Esta instancia constituye una oportunidad para reconocer el valor histórico, artístico y patrimonial de los bienes eclesiásticos, así como para promover una reflexión sobre su significado.

El poeta y escritor Fidel Sepúlveda Llanos afirma que:
“El patrimonio como presente recoge lo vital del pasado y del futuro. Los acontecimientos de encuentro, de creación, de experiencia de comunidad. El plano de lo sagrado: los encuentros con el Dios nuestro de cada día, con el Dios de los rituales colectivos”1.
De esta manera, podemos entender que la jornada no solo constituye un acto de exposición, sino también un gesto de comunión entre la vitalidad patrimonial de sus comunidades. Así, más que una conmemoración, se presenta como una experiencia de memoria viva que permite redescubrir la presencia de lo sagrado en el corazón de la urbanidad.
Más de 24 iglesias, recorridos, charlas y talleres dieron visibilidad a lugares y a la necesidad de recuperar los bienes eclesiásticos que han acompañado la vida de múltiples generaciones. La puesta en valor de templos emblemáticos como la Basílica del Salvador, del Perpetuo Socorro, los Sacramentinos o la iglesia de la Veracruz en el barrio Lastarria, evidencia la urgencia de asumir una conciencia patrimonial más activa, que garantice la preservación, protección y restauración de estos lugares.
“veía en la rica historia de nuestra Iglesia un desconocimiento que podría ser causa de algunas falencias en el plano no solo cultural, sino pastoral».
Los protagonistas no solo fueron templos, sino también espacios que pasan inadvertidos. En una ciudad como Santiago, donde se alza una iglesia con su propia historia y estrechos vínculos religiosos, se dio la posibilidad de acceder a lugares como el Archivo Histórico del Arzobispado de Santiago, que resguarda documentos desde el siglo XVI. Oportunidad que nos insta a respaldar no solo a investigadores, sino a todos, el resguardo documental de otros lugares, por ejemplo, el Archivo del Cabildo de la Catedral con sus 30 años de vida.
El testimonio de quienes nos precedieron se mantiene vivo en el patrimonio, que enlaza pasado y presente a través de la memoria colectiva. En este contexto, además del repique de campanas de la Catedral, se exhibieron obras textiles como la capa magna y el capelo cardenalicio del cardenal Raúl Silva Henríquez, utilizados en 1962 con ocasión de su nombramiento como cardenal, recuperando un recuerdo pastoral e histórico de una de las figuras más influyentes en la vida eclesiástica del Chile contemporáneo que siempre se interesó por la historia. El multifacético Gabriel Guarda destacó la preocupación que el cardenal Silva otorgaba al reconocimiento de la historia eclesial, señalando que “veía en la rica historia de nuestra Iglesia un desconocimiento que podría ser causa de algunas falencias en el plano no solo cultural, sino pastoral”2.
“un ignoto patrimonio femenino”.
De este modo, resulta valioso reconocer la acción pastoral y cultural que inspira a otras regiones, diócesis y arquidiócesis del país a seguir el ejemplo de la capital e instituir una jornada dedicada al patrimonio sagrado. Chile posee una riqueza excepcional en este ámbito, con cientos de iglesias que se extienden de norte a sur, una profunda religiosidad popular y valiosas obras artísticas de figuras que van desde Pedro Subercaseaux, Peter Horn, el obispo Francisco Valdés Subercaseaux y Claudio di Girolamo. Asimismo, esta atención al legado material se extiende a tantas mujeres que, desde su sabiduría artística, manual y espiritual, han contribuido de manera decisiva a la cultura. Un ejemplo notable son las monjas clarisas con sus célebres cerámicas perfumadas, expresión de una tradición que ha definido como “un ignoto patrimonio femenino”3. Este legado nos invita a reconocer una tradición material y simbólica que visibiliza las vidas, oficios y sensibilidades de quienes nos precedieron.
Notas
- Fidel Sepúlveda Llanos, Patrimonio, identidad, tradición y creatividad (Santiago: Centro de investigación Diego Barros Arana, 2010), 155.
- Gabriel Guarda, La Edad Media de Chile (Santiago: Ediciones UC, 2016), p.19.
- Isabel Cruz, Alexandrine de La Taille y Alejandra Fuentes, Cerámica perfumada de las monjas clarisas. Desde Chile hacia el mundo. Oficio, terapéutica y consumo, siglos XVI-XX (Santiago: Ediciones UC, 2018), 15.












