«Preguntas entre académicos»: Artículo basado en Cursos de Formación para Académicos Pastoral UC.
En nuestra época urge profundizar en la educación de la sexualidad para el amor y la donación mutua. Como dice el papa Francisco en Amoris laetitia, existe “la necesidad de un lenguaje nuevo y adecuado […] ¿quién habla hoy de estas cosas? ¿Quién es capaz de tomarse en serio a los jóvenes? ¿Quién les ayuda a prepararse en serio para un amor grande y generoso?”. En el curso para académicos “Educación para la afectividad y sexualidad” realizado por la Pastoral UC, se buscó dar una mirada interdisciplinaria sobre el abordaje de este tema en la educación chilena, cuáles son las inquietudes de nuestros alumnos, qué ocurre dentro de la familia y qué dice la Iglesia al respecto. Aquí, profesores del curso responden a preguntas de los participantes.
En su visita a Chile, el papa Francisco nos llamó a preguntarnos qué haría Cristo en nuestro lugar. ¿Cómo proyectamos esta pregunta a toda la sociedad en la promoción del cuidado y respeto a la dignidad de las personas?1
Roberto González: Uno de los legados del papa Francisco se encuentra en Laudato si’: la noción del “cuidado de la casa común”. Esta bella metáfora que inspiró su visita a la universidad, fue la base de las políticas que ha impulsado nuestra casa de estudios para proponer el cuidado y respeto a la dignidad de las personas en todo ámbito, incluido el de la sexualidad, tema central del curso de la pastoral que dicté.
La comunidad es fundamental en la construcción de la “casa común” y a partir de allí somos capaces de conformar nuestra identidad social, puesto que nos lleva a proteger y resguardar el bienestar de todos quienes pertenecen a ella. Por esto, el llamado a cuidar el medio ambiente y nuestra comunidad, entre otros aspectos expresados en la encíclica, nos interpela a pensar y actuar conscientes de que nuestro actuar puede afectar la vida de otros.
Hemos sido testigos del profundo perjuicio causado por personas consagradas a la vida religiosa quienes, desde una posición de poder, dañaron la dignidad de mujeres, niños y jóvenes, producto de abusos sexuales, y también a la Iglesia católica.
Para avanzar en el desarrollo de una cultura de respeto a la dignidad de todos los miembros de la comunidad, hemos diseñado en la universidad una política y un conjunto de iniciativas orientadas a la prevención y acompañamiento de víctimas de violencia sexual, quienes desde el dolor buscan apoyo, comprensión y reparación. Debemos generar nuestro mayor esfuerzo para promover en todo ámbito los principios del cuidado de su dignidad humana y reflexionar acerca de la importancia de crear instancias de reflexión en el ámbito familiar, educacional, laboral y lo público en general. Poner en el centro de nuestra preocupación el respeto irrestricto a esa dignidad debe ser un imperativo moral que nos lleve, como sociedad, a buscar mecanismos adecuados para prevenir, cuidar y acoger a las víctimas de violencia sexual.
El desarrollo de una cultura de cuidado y respeto a la dignidad solo será posible en la medida que comprendamos el significado que reviste el “cuidado de la casa común”, que el papa Francisco nos ha invitado a poner en el centro de nuestro actuar.
En relación con el autocuidado, ¿cómo entender la contradicción de jóvenes que, por un lado, defienden activamente el respeto al derecho de las personas, pero que, por el otro, se exponen de manera excesiva y con poco respeto por ellos mismos?2
María Isidora Mena: Hay muchos fenómenos en Chile que parecen contradictorios y que pueden leerse como tensiones valóricas que devienen de la cultura producida por nuestro modelo de desarrollo económico, que promueve el individualismo, competitividad y consumismo, contra el modelo de la construcción conjunta de un bien común que permita la sustentabilidad de todos, incluyendo la del planeta. Si bien tendemos a estar de acuerdo con el segundo paradigma (colectivo), practicamos el primero (individual), sin darnos cuenta de esa incoherencia ni del peligro de una sociedad de consumo.
Analicemos el fenómeno de la pregunta en el contexto de estas tensiones: la defensa de nuestro derecho a ser respetados fue puesta con fuerza y en buena hora por los jóvenes, especialmente en lo referido a identidad sexual y a opciones de vida personal, pero puede haber enfoques en contradicción detrás de esta defensa. El derecho humano a ser respetado en la propia identidad contribuye al bien común, pero también está el enfoque de un liberalismo radical, traducido en defender el consumo individual e inmediato de libertad, sin atender al cuidado de la libertad del otro o libertades superiores que benefician al bien común. Entonces, puede haber una muy superficial comprensión del respeto y los derechos que no alcanza a afectar siquiera el propio cuidado.
Siguiendo con la práctica de sobreexposición y autocuidado: el modelo individualista e inmediatista que se nos ha colado en el alma, no nos enseña a pensar en el otro, tomando su perspectiva y empatizando con sus sentimientos actuales o futuros. Tampoco enseña a evaluar consecuencias de las propias acciones en uno y en los otros. Todo es inmediato, el placer se quiere consumir en el momento y eso va enseñando a no pensar en posibles consecuencias ni en el mediano plazo.
El disfrute hedonista e impulsivo de exponerse, consumir sexo casual y popularidad, o bien, estar tan inconsciente con estimulantes que se deja de ver al otro, a sí mismo y a los posibles futuros dolores, es consecuencia de un modelo que está en antagonismo con el desarrollo de personas conscientes, fenómeno en el que no sólo participan los jóvenes, sino también nosotros. Aprender a reflexionar éticamente parece un imperativo.
*Ilustraciones Paulina Bustamante