En 1912 el papa Pío X promulga la encíclica Lacrimabili statu indorum para proteger y
evangelizar a los pueblos originarios no cristianos de Latinoamérica. ¿Qué información
dispone el Papa sobre nuestro país en ese momento? ¿Quiénes son los misioneros que en
nuestro país se ocupan de los indígenas? El artículo responde a estas interrogantes a partir de
la realidad misional chilena presentada en algunos informes de la época.1
En la encíclica Lacrimabili statu indorum del 7 de junio de 1912 el papa Pío X, recordando a su predecesor Benedicto XIV, condena la explotación de los indígenas de América Latina, las violencias, las injusticias y la esclavitud a las que muchos pueblos originarios de América se encuentran sometidos a comienzos del siglo XX.
El documento pontificio da a conocer la terrible situación en la que se encuentran diferentes pueblos indígenas del continente latinoamericano, la preocupación pastoral que anima al papa Pío X y su intervención para reclamar la protección de estos pueblos (especialmente los que no eran cristianos) que estaban en peligro de desaparecer, a pesar del trabajo de los misioneros en la zona y de la Iglesia para la defensa de los indígenas, de su dignidad y de sus derechos.
No resulta secundario recordar que en ese momento histórico no se ocupa la noción de «derechos humanos», sino más bien se habla de los derechos inherentes a la naturaleza del hombre; estos radican en la dignidad del ser humano, comprendido a la luz de la tradición religiosa judeocristiana, y en el derecho natural elaborado dentro de la concepción cristiana de la vida. Estos derechos son los que la Iglesia reclama en ese entonces y acompañan a la labor evangelizadora.
El pontificado de pío x
Giuseppe Melchiore Sarto, Pío X, es elegido el 4 de agosto de 1903 y gobierna la Iglesia hasta el 20 de agosto de 1914. Es beatificado en 1951 y canonizado en 1954 por el papa Pío XII. Según reporta el historiador Roger Aubert: «Inmediatamente después de la muerte de Pío X escribía el Times de Londres: Se puede decir sin sombra de exageración que G. Sarto llevó a cabo por propia iniciativa más modificaciones en la dirección de la Iglesia que cualquier otro de sus predecesores desde el Concilio de Trento»2. El mismo historiador afirma que Pío X fue «uno de los mayores papas reformadores de la historia», un punto en el que es unánime el juicio de la historiografía.
Con la Lacrimabili statu indorum, Pío X muestra su interés por un aspecto dramático de la realidad latinoamericana: la supervivencia, la libertad y el bienestar de los indígenas, y su evangelización. El Papa reclama la defensa de las numerosas y diferentes etnias del continente.
En la encíclica, Pío X afirma que de todas las cosas indignas existentes, la peor es justamente «la esclavitud propiamente dicha» y dice haberse enterado de la destrucción de pueblos enteros de indios, sobre todo a causa del lucro y de la corrupción del espíritu humano. Agrega además que «avergüenza realmente referir la infamia y los crímenes de aquellos en comprar y vender a las mujeres y a los niños; siendo realmente sobrepasados por ellos los peores ejemplos de salvajismo».
El mismo Papa afirma haber quedado impactado frente a tales noticias y haber ordenado que se tomaran más informaciones: «En realidad nosotros, al recibir algunas veces rumores de estas cosas, pusimos en duda la certeza de hechos tan atroces, ya que parecían increíbles. Pero, habiendo llegado a la certeza por medio de testigos muy seguros, esto es, por medio de muchos de vosotros, Venerables Hermanos, por los Delegados de la Sede Apostólica, por los misioneros y por otras personas de entera fe».
La situación requiere además fundar otras casas misionales para los misione- ros para que, por medio de su labor, se logre dar libertad a los indios sometidos a «la esclavitud de Satanás y de los hombres perversos». Pío X establece las penas canónicas para los culpables de tales crímenes: «condenamos y declaramos reo de inhumano crimen a cualesquiera que, como él mismo dice [su predecesor]: a los predichos indios pongan en esclavitud, los vendan, los compren, los cambien o regalen, los separen de sus mujeres o de sus hijos, se apoderen de sus cosas y de sus bienes, o de cualquier manera los priven de su libertad, reteniéndolos en esclavitud». El propósito del Papa es «trabajar en favor de los indios», por lo que en la conclusión de su texto magisterial hace un llamado a los prelados, a los gobernantes de las Repúblicas latinoamericanas, al clero, a los misioneros y a todas las personas de buena voluntad, a que se unan en favor de la religión y de la dignidad humana.
Los informes de los misioneros en chile
«Horrorizado y profundamente conmovido» a causa de algunos informes que habían llegado a Roma desde la zona del Putumayo, en la Amazonia peruana, Pío X había ordenado a la diplomacia pontificia presente en el continente de reunir informaciones precisas e informar a la Santa Sede. Los delegados apostólicos se habían entonces comunicado con los superiores de los misioneros que por su labor en los territorios indígenas tenían conocimiento directo de la situación. Además de esto, el Papa había enviado a un visitador, el P. Giovanni Genocchi, para que también este pudiera informar directamente al Papa.
De todo esto tenemos noticias en el fascículo 38 del fondo Archivo Nunciatura de Chile del Archivo Secreto Vaticano, donde se halla la documentación relativa a Chile3. El título del fascículo es Evangelizzazione degli Indiani esistenti in Cile y contiene —además de la correspondencia entre la Santa Sede y el Internuncio Apostólico en Chile, Mons. Enrico Sibilia— las relaciones de diferentes religiosos comprometidos en la evangelización y promoción humana en diferentes regiones de Chile (ver mapa).
Desde Chillán, el franciscano Juan José de Cock, delegado general de la Provincia Franciscana de los Siete Gozos de la Bienaventurada Virgen María, en su informe pone de manifiesto el estrecho nexo entre la labor evangelizadora y el civilizar cristianamente llevada a cabo por sus hermanos misioneros y por las Hermanas Terciarias Franciscanas, dirigida a niños y niñas: «Para evangelizar y civilizar cristianamente a los indios, nuestros misioneros van a misiones entre los meses de octubre y abril: en estos meses los visitan en sus mismas reducciones, les predican la Palabra de Dios y obtienen el poder de bautizar a algunos adultos y muchos párvulos, enseñan a los primeros, junto con las verdades eternas, los rezos y bendicen algunos matrimonios» (ASV, Archivo Nunciatura Chile, fasc. 38, fojas 33r-34r).
«El propósito del Papa es «trabajar en favor de los indios», por lo que en la conclusión de su texto magisterial hace un llamado a los prelados, a los gobernantes de las Repúblicas latinoamericanas, al clero, a los misioneros y a todas las personas de buena voluntad, a que se unan en favor de la religión y de la dignidad humana.»
Desde Punta Arenas, el salesiano monseñor José Fagnano, superior de la Prefectura Apostólica de la Patagonia Meridional, escribe que «para la completa conversión de los indios yaganes y alacalufes que ocupan diferentes regiones del territorio se necesitaría concesiones de terrenos para edificar escuelas, enfermerías, capillas y para mantener cría de animales sea para la manutención de carne, sea para ocupación de los indios, único trabajo a que pueden dedicarse los hombres, mientras se instruyan todos y se educan especialmente los niños» (f. 58v)4.
También la defensa de los derechos materiales de los indígenas es un elemento que prima entre los intereses de los misioneros, porque, como afirma el capuchino Röttingen, los indios «como consta, son víctimas de incesantes atropellos y abusos de parte de los civilizados» (f. 52v).
Bajo diferentes puntos de vista, se pone de relieve la condición de injusticia sufrida por los pueblos originarios frente a la modernización estatal que avanza, y el esfuerzo de los misioneros para socorrerlos y ampararlos. Por ejemplo, continúa el capuchino, a los indígenas «se le ha radicado en el suelo donde tenían sus casas y se les ha marcado su parte de terreno sin respetar los limpios o roces que habían hecho, ni tomar en cuenta la mala condición de los terrenos. La tierra que ha quedado vacante, la habían tomado ya antes los chilenos o extranjeros, unos con algún título de justicia, otros con atropellos y muy descarada astucia, como es conocido, mientras que otra porción de terreno ha sido entregada por el Supremo Gobierno a unas empresas colonizadoras que traían colonos extranjeros, o a lo menos lo prometían, o se ha dado a meritorios servidores del Estado o de partidos políticos dominantes» (f. 44r).
En efecto, escribe también De Cock, del «territorio que en otro tiempo fue de sus antepasados [ahora] son dueños grandes y pequeños propietarios chilenos» (f. 31r). Esta situación afecta otros aspectos de la vida de los indígenas, como el haberlos transformado en agricultores, los ha vuelto aún más pobres, casi sin los recursos suficientes para la subsistencia.
La migración a la ciudad en busca de empleo es otra situación de pobreza e injusticia: no pocos son los indios que se ven obligados a ir a las ciudades temporal o definitivamente en busca de un empleo, según los oficios que han podido aprender; los empuja la necesidad «la cual cada año, más se irá haciendo sentir» (ff. 43v-44r). Y la situación no se presenta mejor en la Isla de Pascua, como se lee en el informe que el presbítero Zósimo Valenzuela, capellán militar, redacta en 1911: que «sus habitantes, los Pascuenses o Rapa Nui, son muy pobres, comen un pedazo de carne dos o tres veces en el año, piden ropa para no sufrir el frío en la noche y no reciben asistencia espiritual» (La Isla de Pascua, Santiago: Imprenta de San José 1912, 9).
Reflexiones conclusivas
Con ocasión del encuentro nacional de reflexión y estudio sobre la encíclica Lacrimabili statu indorum5 de san Pío X, organizado por la Iglesia en Colombia en septiembre de 2012, el papa Benedicto XVI recordaba la obra evangelizadora de la Iglesia y el auténtico interés para el bienestar y la promoción humana integral, en el respeto de los derechos del hombre y de los pueblos originarios de América Latina: «Deseo exhortar a todos a considerar esta efeméride como un momento propicio para dar un nuevo impulso a la proclamación del Evangelio entre estos queridos hermanos nuestros, incrementando el espíritu de mutua comprensión, de servicio solidario y de respeto recíproco […]. Con hondo amor hacia todos, y en consonancia con la doctrina social de la Iglesia, invito a escuchar sin prejuicios la voz de estos hermanos nuestros, a favorecer un verdadero conocimiento de su historia e idiosincrasia, así como a potenciar su participación en todos los ámbitos de la sociedad y la Iglesia».
Unas páginas de Mis viajes de Ignacio Domeiko pueden mostrarnos una vez más la concepción que animaba a la Iglesia y a sus misioneros a la hora de relacionarse con los indígenas, el respeto por sus personas y por una educación en la fe considerada como un camino de desarrollo humano (ver recuadro pág. 30).
Notas
- El artículo: En pro de la Religión y de la dignidad humana. Las fuentes chilenas de la encíclica Lacrimabili statu indorum de Pío X y la solicitud pastoral de la Santa Sede», Teología y Vida 41 (2013/2), y el presente tienen su origen en la investigación financiada por el VIII Concurso de Investigación para Académicos UC de la Vicerrectoría de Investigación y la Dirección de Pastoral y Cultura Cristiana UC, proyecto N°04/DPCC2010, investigador principal Dr. P. Mario L. Grignani. Ayudantes: Lic. Exequiel Monge y María Paz Salgado.
- R. AUBERT, La obra de reforma de Pío X, en H. JEDIN, Manual de historia de la Iglesia, VIII, Barcelona: Herder 1988, 550.
- No reproduzco aquí, en su totalidad y extensión, los datos de las fuentes documentales que fácilmente pueden consultarse en Teología y Vida. En el presente artículo las citaciones de los documentos se refieren a fuentes históricas aún inéditas y las referencias pertenecientes al informe de los capuchinos aquí reproducidas se hallan publicadas más ampliamente en Teología y Vida.
- Sobre la aún hoy discutida y particular experiencia de la misión salesiana San Rafael de la isla Dawson, resulta oportuno hacer un especifico relieve señalando algunos estudios, caracterizados por diferentes enfoques. En primer lugar el estudio de: F. ALIAGA, La Misión salesiana en Isla Dawson (1889-1911), Santiago: Editorial Don Bosco 2000 [La Misión en Isla Dawson (1889-1911), en Anales de la Facultad de Teología, 32 (1981), Santiago]. Véase también otros diferentes aportes sobre el tema de la extinción de los fueguinos: Monografía de Magallanes, Punta Arenas: Escuela Tipográfica del Instituto Don Bosco, 1945, 333-334; M. MARTINIC, El genocidio Selknam: nuevos antecedentes, en Anales del Instituto de la Patagonia, 19 (1989-1990), 23-28; C. GARCÍA-MORO, Reconstrucción del proceso de extinción de los Selknam a través de los libros misionales, en Anales del Instituto de la Patagonia, 21 (1992), 33-46; M.A. NICOLETTI, Los misioneros salesianos y la polémica sobre la extinción de los selk’nam de Tierra del Fuego, en Anthropologica 24 (2006), 153-177; C. ODONE-P. MEGE, Imágenes misionales. Sueños y fotografía del Extremo Sur, en M. ALVARADO-C. BAES-C. ODONE (Editores), Fotografía Fueguina, Santiago: Editorial Pehuén 2007, 37-48.
- Carta encíclica a los Arzobispos y Obispos de América Latina sobre la condición de los indios, por el papa Pío X, disponible en www.pastoraluc.cl/dialogos.