Escribir sobre Paola Marchant es escribir sobre docencia. Sobre el amor a la docencia. Paola fue, ante todo, una gran profesora. No solo para sus estudiantes, sino para todos los académicos que compartimos con ella en la Universidad. Y su influencia docente se extiende aún más allá, a través de su enorme aporte al Centro de Desarrollo Docente, y sus trabajos sobre formación en educación superior.
Es una alegría para quienes la conocimos saber que pudo dedicar su vida académica a lo que realmente le apasionaba: enseñar. Consideraba un privilegio poder enseñar a los estudiantes, acompañarlos en su proceso de transformación en profesionales. Se dedicaba a construir estrategias que hicieran del aula un lugar más enriquecedor para ellos, de acuerdo con sus capacidades, intereses y diversidad. Y le emocionaban sus aprendizajes, su crecimiento, verlos egresar convertidos en profesionales. Sus estudiantes la recuerdan con mucho cariño, por su experticia, su cercanía y, sobre todo, por siempre motivarlos a hacerlo mejor, a lograr más, a avanzar.
Siguiendo su pasión por la enseñanza, se especializó específicamente en educación. Y desde esa experiencia también nos enseñaba a nosotros, sus compañeros. Siempre tuvo tiempo y amabilidad para escuchar los problemas y desafíos que enfrentábamos en nuestros cursos, y desde su conocimiento nos apoyaba para elaborar programas de curso, oportunidades de aprendizaje, instrumentos de evaluación, y tantos otros métodos y saberes con los que enriqueció nuestra caja de herramientas y nos hizo mejores docentes.
Paola también dedicó su investigación a la formación, aportando tanto al debate de temas centrales, entre ellos la evaluación, como a la ampliación en el diálogo sobre temas de ética, participación, gestualidad, narrativas sobre el aula, etcétera. Siempre se preocupaba de enlazar en sus investigaciones a ayudantes de pregrado y posgrado, generando oportunidades de aprendizaje, también desde este ámbito, y siendo modelo de rol para nuevas generaciones de trabajadores sociales.
En su camino como investigadora y docente, participó con académicos de diversas escuelas de Trabajo Social, promoviendo el trabajo colaborativo entre instituciones, la participación de la UC en redes interuniversitarias, y el involucramiento de la UC en conjunto con otras universidades en temas sobre el país relacionados con su carrera. También desde su experticia en formación en educación superior, colaboró con otras carreras y facultades al interior de la UC, así como con el plan de formación general de nuestra universidad, extendiendo su aporte en temas curriculares mucho más allá de las ciencias sociales y la educación.
Paola fue cercana, amable y disponible con todos quienes la conocimos. Quizás por estas cualidades tantas personas pudimos aprender y crecer con ella, ya que siempre fue generosa en compartir su conocimiento, su tiempo y sus ideas. Quizás porque era una persona de una fe muy profunda, que vivió creyendo de corazón que las personas y las circunstancias eran cuestión de Dios. Lo cierto es que deja una huella profunda en sus estudiantes, en sus colegas, y en todos quienes la conocimos, y que podemos reconocerla en tantas cosas que hoy sabemos y ponemos en práctica, y que sin ella no las tendríamos. Recuerdo que en las últimas semanas me decía que no la recordáramos con tristeza, que ella seguiría con nosotros. Y cuánta razón tenía, porque está presente cada vez que la recordamos con gratitud aplicando algo que ella nos enseñó.
