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Fe y cultura en la escuela católica

Las escuelas católicas son un espacio fundamental en la evangelización de la cultura1. Sin embargo, esta misión no está exenta de dificultades para los agentes educativos que participan del proceso. El estudio2 muestra la realidad a la que se enfrentan ellos en el intento de promover este diálogo y los desafíos pendientes por explorar para que las escuelas católicas puedan cumplir con esta misión.

Fe, primer componente del binomio3

El ser humano, como ser en el mundo, experimenta preguntas y anhelos de sentido en torno a su condición. Son interrogantes que representan la expresión de su deseo de Dios4. Así, la fe en el cristianismo se liga a un dinamismo que involucra la búsqueda de sentido por parte del hombre, la revelación y el sí del hombre a la iniciativa divina; ambos completan la dinámica de la fe, que se vislumbra entonces como don y acto humano.

Fe es primordialmente don. Por una parte, Dios se da al hombre revelándose a sí mismo, por otro lado, implica la gracia que Dios da al hombre como “capacidad” de abrirse a ese encuentro. Se trata de un acto de iniciativa divina que no se consuma sin la respuesta humana5, es decir, incluye todas las potencias espirituales del hombre, su entendimiento y voluntad, constituyéndose el acto de fe en un acto libre.

La fe involucra también un contenido: se trata del patrimonio de fe o depositum fidei6 que es la doctrina de la fe contenida en la tradición y las Sagradas Escrituras. La fe trata de un camino que en el caso de la escuela católica se plasma en el quehacer formativo de esta, en lo curricular, en lo extracurricular y en las decisiones institucionales.

Cultura, el cierre del binomio

Gaudium et Spes, del Concilio Vaticano II, define la cultura como “aquello con lo que el hombre afina y desarrolla sus innumerables cualidades espirituales y corporales (…) hace más humana la vida social, tanto en la familia como en toda la sociedad civil, mediante el progreso de las costumbres e instituciones”7. Esa definición vincula la cultura a las costumbres propias del patrimonio de cada comunidad y, con ello, da espacio al rol del hombre en su construcción como hacedor y cocreador. Es la forma social con la cual el ser humano moldea su experiencia en el mundo. Para Thibon, “la cultura implica, no solamente el conocimiento del objeto, sino la participación vital del sujeto”8.

Ello abre espacio para contemplar en la cultura una dimensión religiosa, que logra atesorar, expresar y potenciar el anhelo del hombre hacia lo verdadero, bueno y bello, desde distintas tradiciones culturales. Todo ello es propio del espacio escolar, el que es llamado a ser fermento privilegiado para la transmisión de la cultura y de la enseñanza religiosa, de posibilitar la creación y cocreación, y vivir esa relación crítica en clave de diálogo. La escuela católica proporciona un espacio privilegiado de diálogo entre las disciplinas científico-humanistas y la dimensión de la fe cristiana: “Ésta es la perspectiva que la escuela católica tiene que asumir con respecto a los jóvenes, a través del diálogo, proponiéndoles una visión del Otro y del otro, que sea abierta, pacífica, fascinante” (Educar Hoy y Mañana, 2014, capítulo III, 1, c).

«La escuela católica proporciona un espacio privilegiado de diálogo entre las disciplinas científico-humanistas y la dimensión de la fe cristiana».

En su historia, la Iglesia desarrolla la conciencia de la potencialidad de lo que las culturas pueden ofrecer en vista a fomentar la dimensión trascendente de la vida humana9. El magisterio de la Iglesia invita a vivir esa relación crítica mediante la práctica del diálogo10.

Esta investigación partió del supuesto de que la fe sólo es experimentable a través de una cultura particular. Por otro lado, se consideró que la cultura, entendida como conocimiento vital, personal y, a la vez, social, constituye el terreno privilegiado en que el ser humano expresa su potencial; terreno propio de la institución educativa si asumimos que “el hombre cultivado es el que establece entre los datos de la instrucción relaciones personales e inéditas”11. ¿Dónde, sino en la escuela, el niño y el joven tienen la oportunidad de aprender a establecer estas relaciones personales inéditas, partiendo del conocimiento que se comparte en el espacio escolar? La escuela católica, mediante su tarea educativa, responde a la misión de promover una cultura espiritual, de virtud y servicio para el bien común12, misión que encarna de acuerdo a su vocación peculiar en cuanto institución.

Metodología

Este artículo da cuenta, en forma preliminar, de una investigación que sale al encuentro de las comunidades escolares con el objetivo de describir cómo se define, comprende y practica el diálogo entre fe y cultura (los discursos y líneas de acción de la comunidad educativa). La pregunta guía de investigación podría formularse de la siguiente manera: ¿Qué caminos de armonía entre la fe y la cultura es posible articular desde el quehacer de las escuelas católicas de la Arquidiócesis de Santiago de Chile? Para esta investigación se privilegió un enfoque comprensivo con uso de técnicas cualitativas y se trabajó con una muestra intencionada, en base a casos. Los criterios homogéneos refieren a 12 establecimientos pertenecientes y/o cercanos al Arzobispado de Santiago, que imparten al menos educación general básica, en modalidad regular. Sobre los criterios de contraste se trabajó en base al tipo de financiamiento, y participaron 120 docentes y 24 directivos.

El acceso a la información se realizó por medio de entrevistas y guión semiestructurados13. Para la determinación y análisis de categorías se empleó el software de análisis cualitativo Nvivo10, que a su vez permite el desarrollo de análisis estadístico-descriptivos de tendencia central y correlacional. A fin de resguardar la confiabilidad de la investigación, la doble codificación ciega arrojó un 87% de acuerdo.

Conclusiones y discusión

Analizando los hallazgos del estudio (revisar tabla de resultados), vemos que, dentro de los obstáculos, la necesidad de incorporar a los padres en el proceso formativo responde, entre otras cosas, a la complejidad en la construcción de espacios de apoyo y a la subsidiaridad que implica un abordaje compartido familia-escuela. Al mismo tiempo, esto deja entrever que en el caso de familias “ausentes” el docente tiende con mayor facilidad a externalizar la responsabilidad ante la escasa o nula socialización del alumno en la dimensión formativa confesional y valórica que acoge la cosmovisión católica.

El bajo involucramiento de las familias es interpretado por los directivos y docentes, por una parte, como un espacio de externalización de responsabilidades, es decir, se asume que la no participación es responsable del bajo compromiso de los alumnos con la formación religiosa y, por otra parte, como un obstáculo ante el cual la institución escolar se enfrenta cuando recibe a padres que no comparten la misma fe. La inclusión de padres no creyentes o de otras confesionalidades resulta un desafío para la escuela católica, que hoy ofrece y busca los fines culturales y la formación humana de los jóvenes14. ¿Cómo acoger en el seno de la institución educativa a creyentes y no creyentes sin que ello sea un obstáculo para el diálogo fe-cultura?

Un segundo punto que dificulta la construcción de este diálogo dice relación con la formación docente, donde se explicitan carencias que transitan desde la formación inicial hasta las instancias de desarrollo profesional que la institución educativa les ofrece. Los docentes no se sienten preparados para asumir temas de fe con sus alumnos, por lo que optan por compartimentalizar la confesionalidad del colegio en un sector de aprendizaje -clase de religión u orientación- o en un agente -sacerdote, encargado de la pastoral, etc.-.

San Juan Bautista de la Salle (Francia, 1651-1719), patrono de los educadores, enseñando a sus pupilos. Obra de Cesare Mariani, 1883, Museo Vaticano, Roma.

Para los docentes, en particular, la no creencia o la creencia en otros credos constituyen obstáculos que nacen del ámbito más individual del docente y que relativizan, en ausencia de directrices institucionales, un hacer en la fe y desde la fe que cada uno profesa, cree o dice creer.

Finalmente, sobre aquellos factores ubicados fuera de la escuela, existe una clara asociación entre la sobrecarga laboral y la disconformidad que de ella emana. Este problema se atribuye, entre otras cosas, al sistema de contratación. Los docentes plantean que un sistema de contrato por horas no considera los tiempos “reales” del trabajo, porque hay una gran cantidad de funciones que no son tomadas en cuenta, lo que redunda en la ejecución de tareas fuera del horario laboral. La sobre- demanda se vivencia en estrecha sintonía con las exigencias del medio (tensión por resultados, rendición de cuentas, entre otros), y en consonancia con el contexto y la realidad de los alumnos. Esto es leído desde un choque o conflicto entre códigos: un código restringido y un código amplio que la institución escolar busca proporcionar a sus alumnos, o lo que desde una perspectiva menos bordiana podemos leer como cultura y subcultura, las que se acoplan, disocian y, en la mayoría de las ocasiones, constituyen un desafío al que los docentes no se sienten preparados a enfrentar.

 

Notas

  1. CONCILIO VATICANO II (1965). Declaración sobre la Iglesia en el mundo actual, Gaudium et spes [GS]. Roma. 69 y 134.
  2. Proyecto N°4369/DPCC2015, titulado “La escuela católica y el diálogo fe y cultura: una aproximación desde directivos y docentes”. Financiado por la Vicerrectoría de Investigación y la Dirección de Pastoral y Cultura Cristiana UC. Este artículo es parte de una investigación en curso, por ende, comparte los rudimentos teóricos de otras dos publicaciones que ya son fruto de esta iniciativa. El equipo está constituido por Carmelo Galioto, Patricia Arguelles, Paula de la Cerda, Macarena Lagos y David Ponce.
  3. Hemos optado por utilizar el concepto de “binomio” entendido como “conjunto de dos personas o cosas tomadas como unidad o como elementos en equilibrio o dependientes uno del otro”, ya que aún no es posible dilucidar la presencia o ausencia de diálogo.
  4. Catecismo de la Iglesia Católica. (1997). Vaticano. II, C. V. (1975). Constitución Pastoral Gaudium et Spes sobre la Iglesia en el mundo actual. N° 27. From http://www.vatican.va/: http://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_const_19651207_gaudium-et-spes_sp.html 
  5. Ratzinger, J. (2005). Creación y pecado. Navarra: Ediciones Universidad de Navarra, S.A.
  6. Significa el patrimonio de fe que, confiado a la Iglesia, exige ser transmitido por ella fielmente y explicado sin errores. Al depositum fidei pertenece la palabra de Dios escrita, los dogmas, los sacramentos, la moral y el ordenamiento jerárquico constitutivo de la Iglesia. El depositum fidei se funda en la revelación y, a la vez, se expresa en códigos culturales.
  7. CONCILIO VATICANO II (1965). Declaración sobre la Iglesia en el mundo actual, Gaudium et spes [GS]. Roma. 53
  8. Thibon, G., “La información contra la cultura”, conferencia dictada en el II Congreso de la Oficina Internacional de Obras de Formación Cívica y Acción Doctrinal, Lausanne, Suiza, abril de 1965. Disponible en http://www.academia.edu/7080217/THIBON_LA_INFORMACION_CONTRA_LA_CULTURA
  9. Gaudium et Spes, op. cit., 58.
  10. Desde la perspectiva teológica, el diálogo es central en todo el desarrollo de las Escrituras, en tanto constituye el modo de comunicarse de Dios; véase cómo Dios dialoga con Abraham, con Moisés, con los profetas y con María en la anunciación, y en las extensas conversaciones con los diversos interlocutores que se acercan a Jesús.
  11. Thibon, op. cit.
  12. Grace, G., Misión, mercados y moralidad en las escuelas católicas, Buenos Aires: Santillana, 2007.
  13. El guión fue validado por dos expertos. El primero es rector de una universidad privada con vasta trayectoria en temas vinculados al diálogo entre fe y cultura, fundador de una importante revista católica latinoamericana. El segundo es un académico internacional con una trayectoria formativa y líneas de investigación afines, además, es miembro del Consejo Pontificio de la Cultura. Asimismo, a fin de contar con la visión del medio escolar, se consultó a dos directores de colegios católicos, uno en el ámbito nacional y otro en el internacional.
  14. Murgoitio, J. M., “Alcance de la oferta educativa en una entidad confesional. La escuela católica”, en Ius Canonicum, 49 (98), 2009, pág. 567.

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