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Ingeniería con sentido: la experiencia de las prácticas solidarias en el Santuario Nacional de Schoenstatt

En el Santuario Nacional de Schoenstatt, Cenáculo de Bellavista —bendecido hace 76 años por el Padre José Kentenich y ubicado en la comuna de La Florida— hemos tenido el privilegio de acoger, en varias oportunidades, a jóvenes estudiantes de ingeniería civil de la UC, quienes han realizado aquí su práctica solidaria. Esta experiencia, que podría parecer ajena al mundo técnico y racional de la ingeniería, ha resultado ser un espacio profundamente formativo, tanto para ellos como para nuestra comunidad.

Solos, en pareja o grupos, los hemos recibido aquí para realizar su práctica obrera. Al comienzo llegan tímidos, algo ansiosos por lo desconocido de la tarea que les tocará realizar o por el lugar que han elegido: un santuario de peregrinación católico, con un carisma propio, donde compartirán de manera natural y cotidiana con sacerdotes, hermanas, laicos —remunerados o voluntarios— y muchos peregrinos que lo visitan día a día. Entre ellos no se conocen, pero los unen las ganas de servir, de aprender y de ponerse a disposición de lo que se necesite.

A los pocos días, se van sintiendo en casa. Se van integrando al equipo de trabajadores del Santuario y van compartiendo con ellos las labores diarias: aseo, mantenimiento, mejoras básicas en la infraestructura, apoyo logístico, inventario de bodegas, orden general y otras tareas que, aunque sencillas, requieren compromiso, responsabilidad y espíritu colaborativo.

Lo que comienza como una práctica obligatoria dentro de su malla curricular, pronto se transforma en una experiencia humana y personal. Los vínculos que se van generando entre los estudiantes y los trabajadores del Santuario son profundos y duraderos. Muchos de ellos regresan después de finalizada su práctica, ya sea para saludar, para colaborar en reemplazos o simplemente para compartir un momento con nosotros. Esta reciprocidad habla de una experiencia que ha tocado el alma.

Las Prácticas Solidarias —proyecto de la Pastoral UC— que realizan en el Santuario les permiten tomar contacto con la realidad, descubrir el esfuerzo que implican los trabajos no calificados, el cansancio físico que muchas veces conlleva, y les da una oportunidad de valorar profundamente esas funciones. También les permiten experimentar que el trabajo con un sentido trascendente, movido por el amor a Dios y a la Santísima Virgen, y enfocado en servir a los demás, es lo que caracteriza al equipo del Santuario. Con esto se les abre un mundo completamente nuevo. Descubren gratificaciones que van más allá del desarrollo profesional o la retribución económica y que les regala una plenitud de vida mayor. 

En un mundo que, a menudo, separa la razón de la fe y la técnica de la ética, estas experiencias permiten tender puentes. Aquí, la ingeniería se encuentra con la espiritualidad, y el cálculo estructural con la construcción de comunidad.

Esta vivencia se enmarca en el carisma de Schoenstatt, el que busca formar personalidades libres, firmes y apostólicas, capaces de transformar el mundo a partir de una alianza de amor con María. En este contexto, no podemos dejar de mencionar a Mario Hiriart, ingeniero civil formado en esta misma casa de estudios, profesor de la Escuela de Ingeniería y miembro del Instituto Secular de Schoenstatt Hermanos de María, cuya vocación es vivir su consagración a Dios en medio del mundo a través de sus profesiones. Hoy, es un venerable siervo de Dios y sus restos descansan detrás el Santuario.

Venerable Mario Hiriart. Ingeniero y laico schoenstattiano, consagrado como Hermano de María.

Mario también vivió una experiencia transformadora en este mismo lugar. Aquí, en el Santuario, descubrió que su vocación profesional no estaba separada de su vocación cristiana. Comprendió que su vida como ingeniero podía ser una entrega total a Dios y a los demás, desde lo cotidiano, desde lo profesional, desde lo concreto. Así escribió en su diario, siendo estudiante de ingeniería en 1948:

Para obrar bien necesito una base, un fundamento: la vida interior. Para dar gloria a Dios necesito haberme preparado a mí mismo para esta obra; esta preparación implica un perfeccionamiento espiritual que me permita estar por sobre el medio en el cual deseo influir. Debo, pues, santificarme… Para santificarme… debo intensificar el cumplimiento de mis deberes de estudiante, ya que la obligación primordial de todo católico es el exacto cumplimiento de sus deberes de estado”1.

Su testimonio se puede transformar en una luz para estos y muchos otros jóvenes de hoy, quienes, como él en su tiempo, se pueden dejar tocar por la gracia en medio del trabajo.  

A partir de nuestra experiencia, avalamos este tipo de instancias como una parte esencial del proceso formativo universitario, pues, no solo prepara mejores profesionales, sino también mejores personas. Jóvenes capaces de mirar el mundo con ojos más compasivos, conscientes de que su quehacer profesional puede y debe estar al servicio del bien común.

En el Santuario de Schoenstatt, María nos regala un taller de educación. Y, en cada uno de estos jóvenes que han tenido una vivencia de servicio aquí, vemos cómo esa educación de alguna manera tocó sus vidas y sus corazones, pues no se fueron igual que como llegaron. Nos alegra aportar desde aquí, con esta experiencia, a la formación de profesionales con vocación de servicio. 

Notas

  1. https://www.humanitas.cl/iglesia/mario-hiriart-digno-de-veneracion

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