Pedro Morandé
Profesor de la Facultad de Ciencias Sociales UC
pmorande@uc.cl

 

Christian Sebastián
Profesor de la Facultad de Ciencias Sociales UC
csebasti@uc.cl

 

CON LA COLABORACIÓN DE:
María Olga Delpiano
Profesora de la Facultad de Comunicaciones UC
mdpiano@uc.cl

Revista

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La Fe, un Camino para Recorrer con Libertad

Dos profesores de la Facultad de Ciencias Sociales explican cómo la fe responde a un acto libre y razonable de cada persona que, a diferencia de lo que se pueda pensar, debe estar sometida a la constante interrogación. una búsqueda que da sentido a nuestras vidas.

Estamos comenzando el año de la fe, lo que brinda una excelente oportunidad para conversar acerca de qué es. Hay tantas preguntas: ¿es la fe el resultado de una reflexión solitaria, propia? ¿el que tiene fe se asegura una vida más feliz o, al menos, sabe qué caminos recorrer? ¿tener fe es lo mismo que creer?

Christian Sebastian (CS): La fe es una experiencia y lo interesante está en que no es una exclusividad del cristianismo. Todas las grandes tradiciones espirituales coinciden en la concepción de la fe; en lo que difieren es en el tipo de experiencia. Las religiones monoteístas defendemos que la fe es una experiencia personal, lo que no quiere decir que sea individual. Decir que es una cuestión entre Dios y yo es un error clásico. El catolicismo es explícito en expresar que la experiencia de la fe es la experiencia de Dios en la comunidad. Uno puede tener creencias erradas y aún así tener una experiencia de fe profunda.

Pedro Morandé (PM): A veces se confunde la fe con la creencia, pero son cosas totalmente distintas. La fe es la respuesta libre a un encuentro que la persona tiene con esa presencia misteriosa que, en el caso del catolicismo, es Cristo resucitado y la Iglesia. La creencia puede ser una especulación que uno tiene de algo, mientras que la fe es siempre una certeza, una respuesta que se da desde la libertad humana a esa presencia misteriosa que nos sale al encuentro. Un ejemplo típico es la religiosidad popular de nuestra tradición latinoamericana y chilena. Estoy seguro de que si alguien le pregunta al millón de personas que fue a Lo Vásquez en qué creen, nos llevaríamos enormes sorpresas. Y, aunque desde el punto de vista de la creencia alguien puede poner en duda parte de su ortodoxia, tienen una fe muy profunda.

CS: En psicología decimos que esa experiencia toma la forma de la cultura en la cual me he ido desarrollando. No se trata de talentos que tenga en mí preestablecidos, eso sería algo irracional.

Entonces, si tiene que ver con la cultura en que nos hemos desarrollado, ¿hay culturas que tienen menos condiciones para cultivar la fe?

PM: Yo creo, como dice San Pablo, que todas las culturas tienen esa experiencia. En ese sentido, no parece que Dios sea mezquino, sino que al revés, es sobreabundante. Lo que ocurre es que la inteligencia humana busca y, en eso coincido totalmente con Christian. La búsqueda humana está muy modelada por la cultura en la que se vive. Por ejemplo, desde hace una generación algunos padres no le transmiten la experiencia religiosa a los hijos. Prefieren que ellos elijan después, como si fuera una elección y no un don que está ahí siempre. Pero, a la vez, hay que considerar la vida concreta de las personas, lo que en psicología llaman «ciclos vitales», del desarrollo, porque para algunos puede ser una experiencia reconocida muy temprano, pero en otros puede tardar mucho más.

«El hombre de fe es aquel que se arriesga, no porque sea loco, sino que precisamente porque sabe que en algún sentido todo lo malo que le pueda pasar no le quita lo que es fundamental: el amor de Dios».
Christian Sebastián

CS: La pregunta que atraviesa todo el evangelio de Juan es acerca de la fe: cómo respondo cuando me enfrento cara a cara con la experiencia de Dios que toma la figura de Jesús. Hay dos ideas que subrayar. La primera, que la fe cristiana es una presencia misteriosa que no se nos da como una iluminación de un día para otro. La mayor parte de la gente no puede reconocer ese encuentro específico, sino más bien identificar períodos. Incluso quienes llevan una vida religiosa van a hablar de períodos de sequedad en términos de fe, que San Juan de la Cruz resume al decir «tu rostro se me pierde», representando la idea de que no siempre las cosas son tan claras. La otra idea es que el camino de la fe es un trabajo, un aprendizaje, que puede ser forzoso y difícil, que se va descubriendo de a poco.

PM: Hay lugares a los que nunca llegó la presencia cristiana. En nuestro caso, llegó con los españoles, tenemos más de cinco siglos de tradición. ¿Cuál es la novedad del cristianismo?, que este misterio, este Dios desconocido, se hace carne en una persona, se revela en su rostro humano.

CS: Tiene abrazo, tiene cara, lágrimas, sonrisas… es plenamente humano.

¿Cuáles son las diferencias de la fe, si es que las hay, entre las distintas creencias?

CS: Estamos llamados a hacer un camino y no otro: hay una gran diferencia entre saber para dónde tengo que ir, qué camino seguir y recorrer ese camino. Todas las tradiciones espirituales concuerdan en eso. Ser hijo de Dios es ser heredero de, es estar en el camino de llegar a hacer lo que hace Dios: tocar el corazón del hombre, que es mucho más difícil que hacer que un paralítico camine, como dice el Evangelio.

PM: Incluso, algunos dicen tener fe cuando en realidad no la tienen, y ese es un problema que sufre el cristianismo en la actualidad. Cuando crees haber alcanzado todo, cuando crees saberlo todo, te descuidas del descubrimiento de las personas que tienes a tu alrededor, de la búsqueda de la verdad. La verdad no la poseemos, vamos en camino hacia ella. La inteligencia humana, por definición, está siempre en búsqueda de su verdad. Lo que ofrece el cristianismo es un camino de seguimiento profundamente humano, atestiguado por quienes lo hicieron y encontraron su felicidad. El testimonio de los santos, por ejemplo, es un faro que nos muestra que este camino de encuentro es factible. Nosotros tenemos fe porque la hemos recibido de otros, no la hemos inventado. Las personas cuando ven a alguien con fe se preguntan: ¿Por qué él es como es? ¿Por qué vive así? Y entonces se interesa.

Hace un rato hablábamos de cómo la cultura en que vivimos tiene gran incidencia en la construcción de este camino. ¿Qué pasa con nuestra cultura actual?

CS: Yo creo que la sociedad contemporánea, y la chilena en particular, hace más fácil y, a la vez, más difícil recorrer el camino de la libertad. Puede sonar paradojal, pero el camino de la libertad es trabajoso, hay que descubrirlo. Es muy arriesgado tomarse en serio la libertad. Cuando Pedro le dice a Jesús «quedémonos aquí que estamos calentitos» se ejemplifica una actitud poco cristiana, no está dejando a Dios mostrarnos su novedad, porque Dios nos invita a lanzarnos decididamente a Él. Así como un niño se lanza confiado a los brazos de su padre, Dios me está invitando con los brazos abiertos a correr y lanzarme a un lugar que no tengo ni la más remota idea de adónde me va a llevar, y eso requiere de valentía, de un acto de fe. Esa confianza no es irracional, es la confianza de un niño chico de que lo van a acoger. En la religiosidad popular esa confianza está muy presente. Yo pido porque confío en que Dios me va a dar lo mejor. Capaz que no me de lo que le pido, pero va a saber leer lo que necesito.

PM: Como sociólogo, puedo decir que no hay épocas mejores que otras, todas tienen su desafío, su positividad y negatividad. Yo concuerdo en que ahora hay más conciencia de la libertad que en épocas anteriores y a la vez, esa es la paradoja, hay una gran incertidumbre sobre el futuro. A la gente le da miedo, quiere tomar seguros. Vivimos asegurados contra todo, contra incendios, contra choques, contra todo… La gran idolatría es la tecnología, que nos va a garantizar este futuro incierto. Entonces, en la actualidad no podemos desprendernos de la tecnología, a la que se suele poner en el lugar de Dios.

La comodidad parece ser un tanto mediocre: se suele pensar que es en las etapas de la vida en que más se sufre, cuando más se busca. Cuando no tenemos grandes dolores ni grandes preocupaciones, ¿hay menos necesidad de buscar el camino de la fe?

PM: Al contrario, creo que la comodidad genera gran angustia. Como en el caso del celular, ya que la gente no busca conversar con personas, sino estar conectado, por el pavor de no estar ahí. Y eso no revela una paz interior, sino una angustia. Yo creo que más que en  la comodidad, el peligro está en la búsqueda del ídolo que garantice que el camino ya terminó y que ya se arribó a puerto. Porque somos peregrinos que estamos permanentemente en camino.

La fe es un misterio propio de todas las religiones. Las distintas tradiciones espirituales coinciden en este concepto, en lo que difieren es en el tipo de experiencia.

CS: En ese sentido, uno de los riesgos es hacer de la religión una técnica para no tener miedo. Es un círculo vicioso porque se llega a la ilusión de que nada va a pasar. El hombre de fe es aquel que se arriesga, no porque sea loco, sino que precisamente porque sabe que en algún sentido todo lo malo que le pueda pasar no le quita lo que es fundamental: el amor de Dios. Volvamos al ejemplo de los niños: entre los seis y los doce meses el niño saludable aprende que él puede hacer cosas por sí solo, puede regular sus emociones a través del contacto con los adultos. Existe una conducta típica de lo que en psicología llamamos el «apego seguro», cuando el niño empieza a explorar cada vez más lejos, pero manteniendo el contacto, que no es angustioso sino que es confiado. Ese niño de alguna manera sabe que si algo malo llegara a pasar, puede acudir y lo van a ayudar, y eso es lo que caracteriza al hombre de fe.

PM: Pero lo fundamental es que no anula la libertad. Y esa es una revelación central en el cristianismo. La cruz significa eso, que Dios se arrodilla ante la libertad humana, la relación con Dios no es de opresión. Y por eso es que yo partía diciendo que la fe es una respuesta libre, porque no hay acto más exigente de la libertad humana que seguir y, por eso, contrariamente a lo que muchas personas piensan, la fe no es un recortamiento de la libertad, sino la plenitud de ella.

Esa libertad nos hace explorar la fe junto a otros… porque no es un camino individual.

«Lo fundamental es que la fe no anula la libertad. Y esa es una revelación central en el cristianismo. La relación con Dios no es de opresión, sino de la plenitud del desarrollo de la libertad humana; por eso, contrariamente a lo que muchas personas piensan, la fe no es un recortamiento de la libertad, sino la plenitud de ella.»
Pedro Morandé

CS: Lo que más invita a la auténtica fe es ver a otros que viven la fe. Y que es tan de otro mundo que uno dice «algo tiene». La experiencia de fe en la comunidad es clave. Por eso es importante no confundir personal con individual, porque como decía Pedro, el evangelio expresa la experiencia de fe de la comunidad, no de personas individuales. Leer las Escrituras en comunidad es una gran experiencia. Dios no me habla a mí directamente. Como decíamos al principio, nadie tiene una comunicación directa con Dios, en el sentido estricto, sino que es en una experiencia con otro.

PM: Lo que pasa es que la palabra individuo ha tenido distintas acepciones. En el sentido clásico, significaba indivisible, y se refería a la propiedad del alma, que no se puede dividir, según Platón. Hoy significa singular, inédito, o sea, algo totalmente distinto. En cambio persona en el cristianismo significa que cada uno de nosotros tiene una diferencia interna, que no actúa mecánicamente, se comporta con una naturaleza de un modo diferente al resto de los seres, y esa forma diferente es la libertad. El concepto de persona desde su origen es para describir la relación unitaria de Dios.

Nosotros somos personas en tanto somos parte de una comunidad. Como Universidad Católica, ¿cuál sería el mejor camino para enriquecer a nuestra comunidad en la fe?

CS y PM (casi a coro): La UC tiene que convertirse.

PM: Porque el camino está en ser auténtica universidad, porque la universidad tiene en su fundamento todas las características de la experiencia religiosa de las que hemos hablado: una búsqueda constante y comunitaria de la verdad; es una comunidad de maestros y estudiantes. Esta constante búsqueda de la verdad es lo que hace la esencia de la universidad. Pero está la tentación, que es buscar la eficiencia, como por ejemplo medir el éxito por lo que los profesores publican. Porque publican lo que ya encontraron, no lo que están buscando.

CS: Lo que se opone siempre es la fe y la idolatría, y en la universidad podemos idolatrar muchas cosas, entre ellas el ego.

Hablemos sobre fe y ciencia, ¿cómo se oponen y cómo se integran?

«Si la ciencia es una preciosa aliada de la fe para la comprensión del plan de Dios, la fe permite al progreso científico que se lleve a cabo siempre por el bien y la verdad del hombre». Benedicto XVI , 21-xi-2012.

PM: Hoy la ciencia se ha transformado en una empresa económica, que mueve recursos, que trabaja con indicadores medibles, con la meta de patentar. Por eso yo prefiero el término sapiencia: el saber que se valora en la propia vida, que está abierto a la búsqueda de la verdad. No el saber que se va a vender. La palabra verdad también es en cierta medida conflictiva, se la interpreta como una imposición: solo hay una verdad que hay que seguir.

PM: Es que no hay una sola verdad. La verdad es lo que satisface al intelecto, y el intelecto es inquisitivo, está siempre abierto, jamás se da por satisfecho, jamás siente que ha conocido la verdad. Una persona que no ha hecho el camino, no sabe qué es la fe y la sustituye por la creencia. Ex corde ecclesiae dice algo muy bonito: la universidad busca la verdad y el gozo de la verdad, porque sabe cuál es la fuente de donde proviene. Y solo dice eso, no señala qué es la verdad. Cuando la Iglesia dice «Tengo la verdad» está diciendo «soy camino, verdad y vida». Si defines verdad sin definir camino ni experiencia de vida estás mutilando la propia afirmación de Cristo. La verdad es lo que está al final del recorrido del intelecto. Cada persona la va a descubrir por los caminos más diversos, pero sí tienes que decir que existe la verdad, porque si no el camino no tendría ningún sentido. Y el intelecto es inquisitivo, está siempre abierto a la reinterrogación.

CS: Y es porque estamos vivos. Y lo libre en este caso quiere decir dialogado, porque gracias a ese diálogo es que puedo ver.

PM: No hay pensamiento sin preguntar, pero siempre uno pregunta por algo. Preguntar siempre es una paradoja, porque para poder preguntar tienes que saber lo que preguntas, entonces ya sabes algo, tienes una intuición. Entonces con la verdad sucede eso, yo pregunto pero sabiendo que la pregunta tiene justificación y que hay una respuesta, aunque no la consiga nunca.

1 comentario en “La Fe, un Camino para Recorrer con Libertad”

  1. ¡El artículo plantea preguntas interesantes sobre la fe y su relación con la cultura actual! La fe va más allá de las creencias y es una experiencia personal, aunque no necesariamente individual. Es un camino de descubrimiento y aprendizaje, y cada tradición espiritual tiene su propia concepción. La cultura influye en cómo percibimos y vivimos la fe, pero todos tenemos la oportunidad de cultivarla. En nuestra sociedad contemporánea, la libertad y la incertidumbre nos desafían, pero confiar en Dios y lanzarnos a lo desconocido con valentía es parte esencial de la fe.

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