INNOVACIÓN PARA LA EVANGELIZACIÓN
Los creadores de Chile Lee tuvieron esta iniciativa en el colegio. No se imaginaban que se transformaría en una fundación que mejoraría la capacidad lectora en Chile, desde colegios vulnerables hasta sus mismos voluntarios, además de ser un aporte contra el cambio climático. Los jóvenes son importantes como líderes y generadores de cambio.
El proyecto se enfoca en recolectar libros en desuso, categorizarlos y donarlos a un establecimiento educacional de escasos recursos. Los que están en malas condiciones se reciclan en un punto limpio. En la primera campaña de recolección (2014), obtuvimos más de 700 libros que donamos a un colegio en Puente Alto donde, según la directora, solo 2 de 30 alumnos entran a la universidad, su biblioteca era muy precaria y las ayudas municipales, escasas. Según el estudio internacional de Progreso en Comprensión Lectora (PIRS), realizado en 2016 a alumnos de 4ª básico en 50 países de los 5 continentes, en la escala de comprensión lectora, Chile (494 puntos) está en el nivel intermedio y por debajo del promedio general (511). En la universidad detectamos un problema: solo dejábamos libros, sin medir uso ni efectos. Por eso postulamos al fondo Innova Pastoral, lo que significó un cambio radical, pues además de financiamiento, nos ayudó a repensar nuestras ideas, buscar nuevas fronteras y estructurar de mejor forma el problema que estábamos atacando.
De la acción a la emoción
En estos 5 años, Chile Lee ha mejorado progresivamente. Pasó la fase puramente mecánica de recolectar-entregar a poner lo emocional en el foco. Así, nuestros voluntarios sienten que son un aporte, ven la felicidad de quienes reciben el libro que esperaban o la emoción de las mamás porque al fin sus hijos tendrán acceso a material de lectura para entretenerse o para aprender, pues, como hemos aprendido al desarrollar el proyecto, la lectura mejora el nivel cultural, cognitivo y lingüístico.
Nuestros objetivos son dinámicos, pero hay uno fijo que es que Chile lea más. También aportamos a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS 11) de la ONU —ciudades y comunidades sostenibles y educación de calidad—, mediante la entrega de material y el fomento del hábito lector —que podría incidir a largo plazo incluso en mejores resultados en las
pruebas SIMCE y PSU— y el aporte a la sustentabilidad, en cuanto todos los libros son reutilizados, haciéndonos cargo de los problemas que afectan a nuestra “casa común”.
Otro ejemplo importante de avance fue el contacto con la municipalidad de Providencia, con la que colaboramos para realizar una jornada de cuentacuentos en el Club Literario del Parque Bustamante, el cual fue un éxito, además de un desafío que nos convenció de que estamos para cosas más grandes.En términos de cifras, desde 2014 hemos recibido más de 6 mil libros, enviado 2 mil a reciclar y llegado a comunidades de sur a norte, además de 6 colegios de la Región Metropolitana en Puente Alto y La Pintana. Otro logro significativo es que, desde este año, al constituirnos como fundación, disponemos de dinero para gastos, tenemos socios y, además, varias editoriales nos han donado libros juveniles para campañas.
Todos ganamos
El resultado más importante es el compromiso con la lectura: nuestros voluntarios leen más y tienen inquietudes de aprendizaje traducibles en talleres cuentacuentos y otros. A partir de ello, consolidamos nuestro ideal en una fundación, lo que nos dio seriedad y un espacio para seguir aprendiendo, investigando, llevando a cabo nuestros propios estudios respecto de los avances logrados en los establecimientos que se benefician con nuestra ayuda, analizando y atacando nuestras falencias.