Valiéndose de diversas expresiones culturales, por casi medio siglo, Gastón Soublette Asmussen (1927- 2025) invitó a generaciones de estudiantes a adentrarse en una experiencia de contemplación estética que, como a él, a muchos les cambió la mirada.
Contemplar el paso de la luz por los vitrales de una catedral gótica, escuchar las décimas de Violeta Parra, coleccionar arte precolombino, tocar a Chopin en un piano de cola, sacarle sonidos a una pifilca mapuche, leer las Bienaventuranzas evangélicas y el libro del Tao, y admirar el cine de Chaplin, todo se mezclaba armónicamente en Gastón Soublette. Una síntesis única de belleza y conocimiento que compartió incansable desde el Instituto de Estética de la Universidad Católica, donde se desempeñó como investigador y académico por casi medio siglo.
Musicólogo, filósofo, esteta y Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales 2023, Gastón Soublette Asmussen, nació en Antofagasta en 1927, se crió en Viña del Mar, vivió la mayor parte de su vida en Santiago y finalmente se radicó en Limache donde murió el 24 de mayo de 2025. Intelectual de memoria privilegiada y sencilla vida de familia, estuvo casado por 65 años con la soprano francesa, Bernardette de Saint Luc, con quien tuvo tres hijos, y la vio partir con tristeza en 2019.
Se reconocía burgués y marginal, a un mismo tiempo, fundiendo con originalidad una inagotable búsqueda de sentido y de belleza, “lo más cerca posible a los ritmos de la naturaleza”.
Crítico de una sociedad “que se asienta en relaciones utilitarias y violentas”, Soublette buscaba aportar a un cambio en el modo de vivir, desde la reflexión estética y el diálogo. “Los seres humanos influyen en otras personas de dos maneras: por el hacer y por el ser”, solía decir y eso claramente se podía aplicar a su propia vida. Cientos fueron los estudiantes de diversas carreras y promociones que supieron de su capacidad de estimular e “incomodar”, tanto por su sola presencia como por disruptivos mensajes que lanzaba sin condescendencia alguna. Incluso los críticos a ese modo suyo, tan fuera de los marcos académicos tradicionales, reconocían en él su amplísima cultura y una genuina búsqueda, ya no de un mero conocimiento intelectual, sino de auténtica sabiduría. Con esa perspectiva al frente, Soublette podía asistir con igual libertad a un claustro universitario, un canal de televisión, un precario campamento, una galería de arte o un parque nacional. Siempre el mismo, con o sin alguno de sus coloridos ponchos mapuche que, decía, “uso como testimonio”, Soublette fue un hombre profundamente humano que en su día a día gustaba de la compañía de su familia, de un almuerzo con amigos, una lectura poética y silenciosas caminatas por el valle de Limache.
Caminando con agilidad —incluso cuando debió acompañarse de un bastón— gustaba de la conversación con los alumnos, a los que especialmente en sus últimos años, instaba a ver que “el orden del universo tiene un sentido… un don del cielo frente a lo que al ser humano le corresponde agregar de sí”.
Erudito, pero de palabra simple, en sus clases no perdía ocasión para apelar a un “vuelco de conciencia”, que despertara la sensibilidad de volver a centrar al ser humano “como una criatura, parte de un todo mayor que hay que aprender a mirar y entender, en una experiencia que es profundamente espiritual y bella”.
Tenía una forma muy personal de entrar en relación con otros, conoció a un joven ladrón y drogadicto en los años 80, con quien inició una larga amistad: “Lo vimos un día a lo lejos con mi pandilla y entonces pensamos: a ese pajarón del poncho lo pescamos… él se acercó sin darse por enterado y lo llevamos a un callejón para robarle. Pero él, como si nada, nos empezó a hablar, nos preguntó cosas y terminamos compartiendo la garrafa de vino que teníamos sentados en la vereda con vista al mar. Así nos fuimos haciendo amigos por más de 40 años. Nosotros queríamos robarle la cartera, pero él, nos robó el corazón”. Esta y otras historias que aparecen en su libro “Marginales y Marginados”, dan cuenta del lugar donde inconscientemente siempre quiso estar y confesaba “llegué con algo de retraso”: la educación. “Educar es una actividad privilegiada, significa ayudar a que otra persona saque lo mejor de sí mismo”, su talento identitario que, al final, “resulta ser lo más importante en la vida”.
Convencido de que la cultura tradicional chilena, es una vía privilegiada para ese aprendizaje, junto al profesor Fidel Sepúlveda (1936-2006), idearon una instancia académica en que, el estudiante pudiera acercarse a la herencia del “sabio popular anónimo”, un tipo humano presente en todas las culturas, conservando y transmitiendo “la sabiduría que ha sido el soporte de los usos y costumbres de las comunidades populares, especialmente campesinas”. ¿La razón? Que ello interpelaría de un modo vivencial a cada persona y como la meditación, el silencio y la oración contemplativa, despierta el espíritu. “Si el espíritu despierta, no pierdes la lucidez. Es la forma de reciclar la energía perdida en el día. Entrar en uno mismo ayuda luego a poder salir solidariamente hacia otros”, señaló en una entrevista. Agradecido de sus propios descubrimientos y de las personas que encontró en su camino (Violeta Parra, la psiquiatra Lola Hoffmann, el filósofo Lanza del Vasto y una renovada comprensión de la figura de Jesús) Gastón Soublette nunca dejó de buscar el otro lado de las cosas. Y si gustaba deambular “ligero de equipaje”, reunió decenas de creaciones inca, moche, diaguita, Arica, Atacama, Nazca, mapuche y Tiwanaku que luego darían origen al Aula de los Pueblos Originarios, hoy abierta en el Centro Cultural Oriente de la UC.
Vigente hasta sus últimos días, hace ya unos años que Gastón Soublette solía terminar sus caminatas limachinas sentándose a meditar junto a un árbol milenario, con el cerro la Silla al frente: “Aquí llego”, decía. “Llego con mayúscula… Cuando yo llego aquí, me da la sensación de que se cumplió ese destino que tiene cada ser humano, que yo llegué…”.
Referencias para complementar este texto:
Documental: El viejo del poncho
Libro: Sabiduría chilena de tradición oral
Libro Marginales y marginados