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El servicio público nos convoca a todos

Hace algunos años, ante el interés por alcanzar una definición identitaria, se dio dentro de la Pontificia Universidad Católica una discusión respecto de si se debía reducir “lo público” a lo estatal. Se manifestaron, en ese entonces, los problemas de realizar dicha equivalencia y asumir una postura tan reduccionista. Como resultado, la PUC enarbola hasta el día de hoy su vocación de servicio público y lo ha vuelto uno de los sellos identitarios de sus egresados.

Pero ¿qué es lo público? ¿Y a quién le corresponde ocuparse de ello? Las respuestas a estas preguntas no son obvias. Primero, porque lo que abarca “lo público” es difuso y parece ir ampliándose a medida que avanzan las sociedades, y segundo, porque hay disciplinas que por su propia naturaleza parecen estar más distantes del trabajo directo con las personas y, por consiguiente, menos interesadas en ocuparse de esto. Sin embargo, en el último tiempo, hemos ido tomando cada vez mayor conciencia respecto del valor social de nuestras disciplinas, todas y cada una han demostrado contribuir sustancialmente al bienestar general de la población.

El servicio público es para todos, porque “lo público” no se circunscribe solamente al ámbito estatal. Estamos avocados al servicio público cada vez que desarrollamos proyectos que tienen en el centro a las personas, cuando nos preocupamos por el prójimo y estamos dispuestos a organizarnos para hacer algo, en definitiva, cuando nos encontramos, dialogamos y trabajamos juntos para encontrar soluciones comunes a grandes problemas. Es por esto que, cuando alguien se resta de ese compromiso, el todo social lo resiente, porque nos falta uno en una misión que debiese convocarnos a todos.

El papa Francisco ha realzado la trascendencia que tiene comprendernos como una comunidad global1, porque, cuando nos comprendemos como comunidad, entendemos que hay problemáticas que nos son comunes y a las que todos debiésemos, de una u otra forma, colaborar en solucionar. Los problemas que aquejan al mundo moderno son complejos y requieren soluciones integrales elaboradas desde el diálogo interdisciplinario. Nadie sobra en la elaboración de soluciones a problemáticas públicas, porque hay riqueza en la diversidad y en el diálogo entre distintos.

Para los cristianos, Jesús representa una fuente de inspiración constante en tanto nos invita a salir al encuentro del prójimo, y si algo significa el servicio público, eso es trabajar por el bienestar de otros. Esa misión no solo está inscrita en la identidad más esencial de la universidad y la Iglesia, sino que también en la propia naturaleza humana. Somos animales sociales que ven perfeccionada su naturaleza en el encuentro, el cual, más que una obligación moral, significa la posibilidad de elevar el propio espíritu hacía algo más grande que sí mismo. Por ello es vital renovar nuestro compromiso como miembros de la academia con el desarrollo integral del Chile, donde cada uno tiene un lugar para aportar.

Notas

  1. Papa Francisco, Carta encíclica Fratelli tutti, Ediciones UC, octubre de 2020, N° 32.

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