El autor pone en relevancia las claves antropológico-filosóficas de las tres encíclicas de S.S. Benedicto XVI. Ellas remiten a conceptos capitales: Dios como Fundamento de la persona, el ser humano como persona y el prójimo.
Un auténtico e integral desarrollo del hombre solo es posible desde una antropología y un humanismo que, entrando en diálogo con la modernidad, “permita al hombre moderno hallarse a sí mismo” (CV,19,28). Al respecto, es necesario esclarecer los fundamentos antropológico-filosóficos explícitos e implícitos de las tres Encíclicas de Benedicto XVI: Deus caritas est, Spe salvi y Caritas in veritate.
La praxis y la poiesis científica y tecnológica que el ser humano ejerce sobre el mundo, presuponen una visión acerca del sujeto de las mismas. Ahora bien, la visión moderna del hombre que acentúa su racionalidad e inmanencia, es la que predomina desde el siglo XVI al siglo XIX. Sin embargo, esta visión ha sido cuestionada en la filosofía contemporánea desde varios frentes filosóficos. Nos interesa considerar el cuestionamiento que el pontífice, qua filósofo, hace de esta modernidad. El diagnóstico del Papa se centra en lo que llama “significado y límites de la actual cultura racionalista” (Ratzinger 2006, 37-42). Para Benedicto XVI, las modernas filosofías inspiradas en la Ilustración “se caracterizan por el hecho de ser positivistas y, por consiguiente, antimetafísicas; y tanto es así que, a fin de cuentas, Dios no puede tener ningún puesto en ellas” (Ratzinger 2006, 38). El problema es que la filosofía ilustrada se emancipa de sus raíces históricas, de sus fuentes originarias, esto es, “de la memoria fundamental de la humanidad” (Ratzinger 2006, 39).
Una filosofía que exprese la razón total del hombre
El argumento del Papa es que esa filosofía racionalista (positivista) “no expresa la razón total del hombre, sino solo una parte; y debido a esa mutilación de la razón, no se la puede considerar como plenamente racional” (Ratzinger 2006, 41). De ahí que la verdadera contraposición no es hoy la existente entre las diversas culturas religiosas, sino “la que se produce, por un lado, entre la emancipación radical del hombre con respecto a Dios y a las raíces de la vida, y por otro, entre las grandes culturas religiosas” (Ratzinger 2006, 42). En suma, la antropología de cuño positivista, en cuanto rechaza la referencia a Dios, es “más bien la expresión de una mentalidad que desearía ver a Dios definitivamente expulsado de la vida pública de la humanidad y relegado al ámbito subjetivo de culturas residuales del pasado” (Ratzinger 2006, 42). En conclusión, se trata de una antropología desraizada de Dios.
«El argumento del Papa es que esa filosofía racionalista (positivista) ‘no expresa la razón total del hombre, sino solo una parte; y debido a esa mutilación de la razón, no se la puede considerar como plenamente racional’
(Ratzinger 2006, 41)».
En un texto capital intitulado “Regreso a lo esencial” de febrero de 1993 (Ratzinger 1995, 190-205), el entonces Cardenal Ratzinger señala que “el problema central de nuestro tiempo es la ausencia de Dios, y por ello el deber prioritario de los cristianos es testimoniar al Dios vivo. Creo que antes que todos los moralismos, que todos esos deberes que tenemos, de lo que hemos de dar testimonio con fuerza y claridad es del centro de nuestra fe. Hemos de hacer presente en nuestra fe, en nuestra esperanza y en nuestra caridad la realidad del Dios vivo” (Ratzinger 1995, 203). En consecuencia, Dios vivo es el fundamento metafísico de esta antropología esencial. Y la praxis cristiana se trifurca en fe, esperanza y caridad, temas claves de las tres encíclicas. Ratzinger muestra que el peligro mayor de los cristianos es “el de refugiarse en cierto moralismo para resultar más aceptables, más comprensibles en el mundo secularizado dejando a un lado lo esencial” (Ratzinger 1995, 204). De ahí que el sello de la moral cristiana es el testimonio del Dios vivo: “Por ello es por lo que esta prioridad en el testimonio del Dios vivo me parece a mí el imperativo más urgente para todos los cristianos, y creo que es el que nos une, porque todos los cristianos están unidos en la fe de este Dios que se reveló, que se encarnó en Jesucristo” (Ratzinger 1995, 205). Si entendemos eso, “lo demás es sólo corolario” (Ratzinger 1995, 205), o añadidura, según se ha dicho en los Evangelios (Mateo 6,24-34).
El punto clave de la investigación
Se trata de explicitar los ejes antropológicos de la fe (fides), de la esperanza (spes) y de la caridad (caritas): 1) El de la fe, en cuanto es una fe enraizada en la experiencia (Ratzinger 1985, 412-426) y en la cultura (Ratzinger 2005, 51-71). 2) El de la esperanza, que tiene que ver con el futuro. 3) El de la caridad (caritas), que aúna y consuma la tensión entre el amor descendente y oblativo (agapé) y el amor ascendente, vehemente y posesivo (eros). Desde un punto de vista antropológico, para Benedicto XVI, “fe, esperanza y caridad están unidas” (DCE, 71). Asimismo, se puede ver la triple estructura de fe, esperanza y amor en Mirar a Cristo (Ratzinger, 2005a). Mi hipótesis de investigación, desde el punto de vista filosófico, es que la antropología de Benedicto XVI supone una radicación esencial en el testimonio de Dios vivo y que, de esa fuente, brotan y se nutren fe, esperanza y caridad, no anulando la naturaleza humana, sino elevándola: gratia non tollit naturam, decían los escolásticos. La fe no es entonces algo puramente teórico: “El primero de estos errores consiste en considerar el problema de Dios como algo puramente teórico que, en última instancia, en nada altera ni la marcha del mundo ni el rumbo de nuestras vidas” (Ratzinger 2005b, 77). La esperanza elonga la fe hacia un porvenir, que trasciende la muerte. Por otra parte, el amor agapé no reniega del sustento del amor eros que siempre posee.
«Así, esta antropología es inseparable de la teología. A su vez, aquella es inseparable de la ética, pues el nexo de esta con la antropología es la libertad. Por consecuencia, la economía requiere de ética o de hombres probos».
Ampliar el concepto de razón y de verdad
Así, la hipótesis de esta investigación plantea, en primer lugar, ampliar el concepto de razón, restringido a su versión racionalista e incluso positivista. En segundo lugar, la verdad presente en Caritas in veritate está centrada en la praxis y que transforma la vida. Dicha verdad trasciende su mero concepto como propiedad de las proposiciones o el simple concepto gnoseológico como adaequatio rei et intellectus. Es ante todo una forma de vivir. Desde esta propuesta, la verdad deviene veracidad, en cuanto nos obliga a ser veraces y no mentirosos, a vivir conforme a lo que creemos (Ratzinger 2005c, “Sobre la veracidad”, 431-435). En la presente investigación, con el fin de explorar la antropología filosófica subyacente a las tres Encíclicas de Benedicto XVI, se ha empleado el método hermenéutico, en cuanto se trata de interpretar adecuada y fielmente textos. De igual forma, el método filosófico ha sido necesario porque no se trata solo de interpretar textos, sino de reflexionar filosóficamente acerca de las realidades antropológicas implicadas. El método filosófico empleado consta de dos instancias o fases: una fenomenológica o descriptiva y otra metafísica, que mienta el por qué la realidad es así, que alude al fundamento de lo descrito. Estas dos instancias están presentes en el pontífice qua filósofo (Ratzinger 2005, 58-59).
El primero de los fundamentos antropológico-filosóficos de las Encíclicas de Benedicto XVI, se refiere a que Dios es el Fundamento del que brotan fe, esperanza y caridad. A la inversa, la ausencia de Dios constituye la raíz más profunda del sufrimiento humano. El amor a Dios, el amor al prójimo y el amor que viene de Dios son inseparables. Y el modo en que Dios nos ama es la medida (mensura) del amor humano. Finalmente, es desde Cristo y desde la cruz, desde quien y desde donde se define el modo de amar de Dios. En cuanto al segundo, el ser humano como persona, es tematizado filosóficamente por Benedicto XVI desde una antropología que hemos caracterizado como personalista, existencial, trascendente, relacional, del don y de la gratuidad, sistémica, orgánica, teologal y humanista. Es personalista, porque el concepto de persona es axial, ya que esta posee una inviolable dignidad. Es existencial, porque el hombre es sujeto de su propia existencia y porque Ratzinger ve con simpatía la definición de persona dada por Ricardo de San Víctor, en términos de existencia incomunicable de naturaleza espiritual (spiritualis naturae incommunicabilis existentia) (Ratzinger 1976,174). Es trascendente, porque la naturaleza del ser humano se compone no sólo de materia, sino también de espíritu. A su vez, la trascendencia supone una apertura interior originaria al otro enteramente otro (Dios) y al otro próximo (el prójimo). Es relacional, porque está fundamentada en la relación (relatio), en el vínculo (necessitudo), en la alteridad. Sin embargo, esta relacionalidad o relatividad nada tiene que ver con el relativismo. Es una antropología del don (donum) y de la gratuidad (gratuitas). El don es una manifestación de Dios (teofanía). Por otra parte, la lógica del don y el principio de gratuidad no son incompatibles con la justicia y el desarrollo económico, social y político, pues ambas son expresiones de fraternidad (fraternitas). Es sistémica, porque es una antropología interdisciplinaria, que supone la síntesis del saber. Así, esta antropología es inseparable de la teología. A su vez, aquella es inseparable de la ética, pues el nexo de esta con la antropología es la libertad. Por consecuencia, la economía requiere de ética o de hombres probos. Es orgánica, pues Benedicto XVI plantea una unidad íntima de cuerpo y alma. Así, el sujeto existencial unificante es la persona. Con todo, la libertad para el bien, propia de la persona, no es espontánea, requiere un esfuerzo permanente, es frágil. Es teologal, porque su horizonte es la fe, la esperanza y la caridad y porque estas suponen un basamento antropológico natural en las capacidades humanas de creer, esperar y amar. Finalmente, la antropología de Benedicto XVI es auténticamente humanista –esto es, cristiana–, pues además de antiutópica, hace del sufrimiento una medida de humanidad. Por ello, esta antropología va a contrapelo de una antropología analgésica que niega o evita el dolor y de una antropología masoquista que busca la felicidad en el mero dolor o en el dolor en sí mismo.
«…la ausencia de Dios constituye la raíz más profunda del sufrimiento humano. El amor a Dios, el amor al prójimo y el amor que viene de Dios son inseparables. Y el modo en que Dios nos ama es la medida (mensura) del amor humano».
En cuanto al tercero, el prójimo (proximus) es cualquiera que tenga necesidad de mí y quien yo pueda ayudar. Pero, la antropología diaconal de Benedicto XVI supone distinguir entre proximidad o vecindad (propinquitas) y comunión (communio) o fraternidad (fraternitas). En esta antropología, la medida de humanidad es el sufrimiento (dolor, tribulatio) y su consumación es la consolación (consolatio). Sin embargo, esta consolación no es una mera emoción, pues requiere del servicio (famulatus), el que, si es orgánico y comunitario, entonces es diaconía. Esta palabra, “diaconía” es un término de origen griego, que, en su acepción derivada, significa servicio y que, en su acepción original, significa servir a la mesa. Así, entonces, Benedicto XVI lo define como “el servicio (ministerium) del amor al prójimo ejercido comunitariamente y de modo orgánico” (DCE, 21,40).
Bibliografía del magisterio de la Iglesia:
s.s. BEnEdicto Xvi, 2006. Deus caritas est, texto latino en www.vatican.va/holy_father/ benedict_xvi/encyclicals/documents , traducción castellana en Santiago-Chile: San Pablo.
s.s. BEnEdicto Xvi, 2007. Spe salvi, texto latino en www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/ encyclicals/documents , traducción castellana en Santiago-Chile: San Pablo-Paulinas.
s.s. BEnEdicto Xvi, 2008. Discurso del papa Benedicto XVI a los participantes en un coloquio internacional sobre la identidad del individuo, 28 de enero, en Portal católico www.encuentra.com/
s.s. BEnEdicto Xvi, 2009. Caritas in veritate, texto latino en www.vatican.va/holy_father/ benedict_xvi/encyclicals/documents, Santiago-Chile: Ediciones UC.
Bibliografía complementaria:
Dirschel, E., 2007. “Dios y el hombre como seres relacionales. La figura conceptual teológica y antropológica de Joseph Ratzinger a partir de la cristología”, en F. Meier-Hamidi y F.Schumacher (eds.), El teólogo Joseph Ratzinger, Barcelona: Herder Editorial S.L., 97-123.
Ratzinger, j., 1976, “Sobre el concepto de persona en la teología”, en J. Ratzinger, Palabra en la Iglesia, Salamanca: Ediciones Sígueme, 165-180 (Agradezco al Prof. Carlos Casale la referencia de este artículo).
Ratzinger, j., 1995. Ser cristiano en la era neopagana, Madrid: Ediciones Encuentro.
Ratzinger, j., 2005. Fe, verdad y tolerancia, Salamanca: Ediciones Sígueme.
Ratzinger, j., 2005a. Mirar a Cristo. Ejercicios de Fe, Esperanza y Amor, Valencia: EDICEP C.B.
Ratzinger, j., 2005b. Teoría de los principios teológicos, 1ª edición, 2ª impresión, Barcelona: Editorial Herder.
Ratzinger, j., 2005c. Dios y el mundo. Creer y vivir en nuestra época. Una conversación con Peter Seewald, Buenos Aires: Editorial Sudamericana.
Ratzinger, j., 2006. El cristiano en la crisis de Europa, Madrid: Ediciones Cristiandad.
1 comentario en “Hacia una Antropología Filosófica desde las Encíclicas de Benedicto XVI”
Impresionante
He leído sus cartas y encíclicas y biografías y catequesis..
No sabría sintetizar con la maestría de este autor
Felicidades
Dios le bendiga