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La puerta hacia el diálogo Interreligioso

El papa Francisco ha demostrado gran interés por promover la no discriminación y, sobre todo, la fraternidad universal. Uno de los conceptos que ha utilizado ampliamente es el poliedro, que busca destacar la unidad en la diversidad. Geométricamente, el poliedro es una figura de muchas caras, las que se relacionan con el centro, pero conservan la diversidad de sus partes1. Esta metáfora ilustra aquella unidad que preserva la diferencia y ha sido utilizada para representar la relación de unidad de la Iglesia ad intra y ad extra: lo primero, por cuanto representa a la unidad y comunión dentro de la Iglesia que valora la totalidad de ella, reconociendo la diversidad de carismas, vocaciones y servicios de cada uno de sus miembros, y, lo segundo, tanto para describir las relaciones en las sociedades contemporáneas que buscan el bien común incorporando a todos sus habitantes, como para responder preguntas propias de la relación de la Iglesia con el ecumenismo y el diálogo interreligioso.

El diálogo interreligioso es también querido por cuanto contribuye al desarrollo de esa tan anhelada paz mundial y, por qué no, a esa paz nacional, que tantos deseamos también para nuestro país

Hablar de diálogo interreligioso desde la tradición católica supone, necesariamente, detenernos en las enseñanzas de la declaración Nostra aetate2 (En nuestro tiempo) del Concilio Vaticano II, un breve documento que expresa la posición oficial de la Iglesia respecto de este diálogo, haciendo un recorrido por las diversas religiones no cristianas y reconociendo positivamente las enseñanzas propias y distintivas de cada una, abriendo así la puerta a una actitud de respeto y valoración de ellas.Comienza con el budismo e hinduismo, para luego moverse a la relación con el islam y el judaísmo. En estas dos últimas, reconoce la fe en un Dios creador y la presencia del profeta Abraham que, presentes también en el cristianismo, representan los elementos comunes entre las tres tradiciones monoteístas. “La Iglesia católica no rechaza nada de lo que en estas religiones hay de santo y verdadero”. Esto nos abre el camino al diálogo constructivo con otras religiones y, con ello, el diálogo interreligioso se posiciona, especialmente después de Nostra aetate, como una actividad querida por nuestra Iglesia para promover el encuentro sincero y respetuoso entre católicos y creyentes de tradiciones religiosas no cristianas. El diálogo interreligioso es también querido por cuanto contribuye al desarrollo de esa tan anhelada paz mundial y, por qué no, a esa paz nacional, que tantos deseamos también para nuestro país3.

Notas

  1. La raíz de la palabra ‘poliedro’, proveniente del griego clásico, explica muy bien su significado: πολύεδρον (polyedron), de la raíz πολύς (polys), ‘muchas’ y de έδρα (edra), ‘base’, ‘asiento’, ‘cara’.
  2. Disponible en: https://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_decl_19651028_nostra-aetate_sp.html
  3. Se hace necesario recordar las palabras del papa Francisco: “Este diálogo interreligioso es una condición necesaria para la paz en el mundo, y por lo tanto es un deber para los cristianos, así como para otras comunidades religiosas”. Véase Papa Francisco, Exhortacion apostólica Evangelii gaudium, 2013, N° 250. Disponible en: http://www.vatican.va/content/francesco/es/apost_exhortations/documents/papa-francesco_esortazione-ap_20131124_ evangelii-gaudium.html#El_diálogo_interreligioso [consultada el 18 de mayo de 2020].

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