«Defender la dignidad de todo ser humano: desde el no nacido, que busca que el seno de su madre sea un lugar seguro, hasta el enfermo terminal, quien, aun en los momentos más críticos, puede enseñarnos tanto».
Para conmemorar los 75 años de la publicación de la Declaración de los Derechos Humanos, la Iglesia, nos entregó la declaración Dignitas infinita, publicada por el Dicasterio para la doctrina de la fe el 8 de abril. En ella se nos recuerda que la dignidad puede herirse o ensombrecerse con tergiversaciones, lecturas reductivas, ideológicas o con una mirada fragmentada de la defensa de los derechos humanos, sin embargo, jamás puede perderse, puesto que “todo ser humano posee una dignidad inestimable por el mero hecho de pertenecer a la misma comunidad” (nro. 19).
La revista Diálogos, en su vigésima edición, ha buscado recopilar investigaciones y reflexiones sobre este tema, que va mucho más allá de las creencias religiosas, porque trata de defender la dignidad de todo ser humano: desde el no nacido, que busca que el seno de su madre sea un lugar seguro, hasta el enfermo terminal, quien, aun en los momentos más críticos, puede enseñarnos tanto. Sin descuidar los temas de bioética que los anteriores pontífices han recalcado debido a los desafíos culturales propios de finales del siglo XX y principios del siglo XXI, la Dignitas infinita nos invita a ampliar la mirada hacia otros grupos que ven también vulnerada su dignidad: los inmigrantes; las personas con algún tipo de discapacidad física o cognitiva; los hombres y mujeres cuyo trabajo es minusvalorado; las personas privadas de libertad, que pocas veces encuentran en los lugares de reclusión una oportunidad de reinserción; las víctimas de cualquier tipo de abuso que, en consecuencia, sufren graves trastornos en su comportamiento; las víctimas de una guerra que no cesa, debido a una sociedad cada vez más polarizada y menos dialogante.
Somos conscientes de que estos temas tocan ciertas sensibilidades y pueden resultar incómodos para algunos sectores e individuos. Hemos hecho un esfuerzo por sentarnos a dialogar con diferentes estudiantes, académicos y expertos, destacando que la dignidad humana debe prevalecer sobre otros temas. Quisimos enmarcarlos en la coyuntura e historia de Chile, como lo muestran el reportaje central y la sección de la Araucanía. También nos enfocamos en los desafíos globales y en los diferentes rostros de la guerra, como lo refleja la sección Atrio.
Por otro lado, con alegría, les contamos que este año elegimos, además, una patrona para esta revista, teniendo en cuenta que los proyectos de la Pastoral UC suelen encomendar sus tareas a alguna santa o santo de la Iglesia católica. Nombramos por unanimidad, junto con el Consejo Editorial, a santa Hildegarda de Bingen (1098-1179). Su figura fue visibilizada hace solo una década por su compatriota el papa Benedicto XVI, quien la nombró doctora de la Iglesia. Esta religiosa benedictina supo dialogar con políticos, reyes, eclesiásticos y, con sus conocimientos, realizó aportes a la ciencia, la medicina, la botánica, la música, la literatura, entre otros saberes. Lo hizo derribando estereotipos reductivos hacia la mujer, propios de su época y entorno. Por ello, dedicamos una de las columnas a su figura y su legado, los cuales, casi un milenio después, cobran profunda actualidad.
Desde la Pastoral, esperamos con la presente edición seguir incentivando los trabajos de investigación que pongan a dialogar la fe con la razón, convencidos de que la fuerza que brota de Cristo resucitado ha llevado ya a su plenitud definitiva la dignidad integral de todo varón y de toda mujer, parafraseando la conclusión de Dignitas infinita”.