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Aprender y enseñar hasta que duela

Luis Armando Dissett Vélez (1963-2021) Profesor de la Facultad de Matemáticas de la UC

Luis Dissett fue uno de los ganadores del primer concurso para detectar talentos en los años ochenta, realizado por El Mercurio y la Facultad de Matemáticas de la UC hace casi 40 años. Su pasión por las matemáticas lo llevó a estudiar la licenciatura en la universidad. En 1986, comenzó a dictar clases en el Departamento de Ciencia de la Computación y tres años más tarde ingresó al Magíster en Matemáticas donde, antes de finalizar su postgrado, fue contratado como profesor.

En 1993, continuó sus estudios en la Universidad de Toronto, donde obtuvo el Doctorado en Ciencia de la Computación. A su regreso, en marzo de 2000, retomó sus labores como profesor en la Facultad de Matemáticas.

Luis Dissett fue hijo de profesores normalistas y esta influencia familiar se reflejó en su gran respeto, cercanía y compromiso con la enseñanza y la docencia. Su talento en la didáctica matemática, en el desarrollo de algoritmos y su manejo de grafos lo orientó tanto al perfeccionamiento de profesores de enseñanza básica y media, como también al proceso de aprendizaje de estudiantes en todos los niveles. Inspirador, exigente y apasionado por la enseñanza, tenía un especial sentido del humor y una risa contagiosa y monumental.

Su preocupación por la formación de profesores se reflejó en toda su labor docente, aportando cursos, seminarios y talleres que impartía a estudiantes de pedagogía y en variados proyectos, como la Academia para Profesores organizada por la Dirección de Vinculación con la Sociedad de la Facultad de Matemáticas.

Fue un gran jugador de ajedrez. Creó el Taller de Ajedrez del Programa Penta UC, participó activamente en la formación inicial de la Federación de Ajedrez de Chile y sentó las bases matemáticas y estadísticas de la implementación del actual sistema de rating ENF.

Fue encargado de la sede oriente de la Región Metropolitana de la Olimpiada de Matemática por varios años, aportando en la creación de problemas, corrigiendo pruebas y dictando sus impecables y profundas charlas a profesores y estudiantes.

Era un convencido de la utilidad de la geometría en la formación de todo estudiante, idea que concretó en su libro Geometría razonada, el primero de una serie que tenía pensada para orientar especialmente a profesores de colegios.

Él mismo publicaría: “Dependiendo de a qué alumnos les preguntes, soy un pésimo profesor, porque exijo mucho, o un excelente profesor, porque exijo mucho. Soy feliz en lo que hago. Como decía el padre Hurtado: ‘Contento, Señor, contento’. Como la Viola chilensis, le doy gracias a la vida”.

Profesores, matemáticos, estudiantes y funcionarios recordaremos a Luis por su calidad humana, su humildad y su profundo amor por las matemáticas y su enseñanza. Ha partido un romántico de las matemáticas que seguramente estará dibujando grafos en la inmensidad. Como decía en sus con- versaciones, hay que aprender y enseñar hasta que duela.

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